Héctor Calderón Hallal
Frente al desencanto ciudadano por el pésimo funcionamiento de las instituciones del estado mexicano, en temas neurálgicos como la seguridad pública, es válido y hasta imprescindible, anteponer una vez más un nuevo ejercicio de reflexión…sí, una reflexión renovada sobre el estado de cosas al que hemos llegado, por acción u omisión; no tenemos de otra.
Frente a deplorables hechos como el de una madre de familia refugiada en el estado mexicano de Quintana Roo, ultimada en un acto de intervención policial, que debió ser preventivo y partiendo de la propia protección a la supuesta infractora… y que por lo contrario le provocaron una trágica muerte por asfixia, bien vale ya la reflexión: ¿Qué falló?;… pues ¿qué ha fallado en general en los últimos tiempos en el plano de la seguridad pública?; ¿por qué el fracaso de las instituciones del estado?…¿de qué o cuál estado?;¿por qué la derrota de la legalidad?;… ¿por qué la derrota de la justicia y el triunfo de la violencia?; ¿por qué terminaron por imponerse la fuerza de la ilegalidad y del desorden?;….¿por qué perdió el gobierno la calle y la ganaron los malandrines?; ¿por qué perdió la autoridad moral el Gobierno?.
No podemos los mexicanos eludir la urgencia de preguntar de nuevo:¿Qué falló Andrés Manuel en la filosofía de ‘abrazos no balazos’?; ¿Qué fue lo que no funcionó del punto de inflexión aquel de Alfonso Durazo en la gráfica ‘del fenómeno’ de la inseguridad de 0.1%?… ¿no fue suficiente parapetar la famélica Guardia Nacional, luego de desprestigiar públicamente a la Policía Federal, su institución base? Generalizando con lo anterior un asunto de colusión con el crimen organizado que no es privativo de la desaparecida corporación, ni tampoco mayor a lo que pasa en los verdaderos centros de operación del crimen organizado como son las policías locales?.
Ellos mismos, Andrés Manuel, Alfonso Durazo, Cresencio Sandoval, Rosa Icela y todos los miembros del pomposo e inoperante ‘gabinete de seguridad’ lo saben. Ya se los dijeron desde el Departamento de Estado de los Estados Unidos de América, en los últimos días del mandato de su amado protector y ‘amigou’ Donald Trump y no lo quieren reconocer ni reivindicar por soberbios… y porque quedarán evidenciados con su clientela electoral: En materia de seguridad, al actual gobierno le ha faltado profesdionalismo, vocación científica y tecnológica en la persecución y prevención del delito y algo que es como las grandes obras del gobierno que van enterradas y no son ‘de relumbrón’; algo así como los drenajes profundos, los acuaféricos, lo que el transeúnte no puede ver a diario para recordarle o sugerirle el sentido de su voto; hay que decirlo de una vez, le ha hecho falta no descuidar la formación, la capacitación y el desarrollo policial.
Aunque le duela al Presidente, aunque les duela a los de la ‘Cuarta Transformación’, su discurso de negar la implementación y (probablemente) el poco avance (aunque avance al fin) en la implementación de un sistema policial de carrera, ha sido un mensaje tramposo y hasta plagado de imprecisiones y mentiras.
La formación, capacitación y desarrollo policial es un legado de los últimos gobiernos del PRI y del PAN; viene conformándose desde 1998 por lo menos y es de lo poco bueno que heredaron. Es todo un sistema ordenado de reglas y normas para que a todo agente policial, perito, agente investigador y del ministerio público se le oriente, forme, seleccione, capacite y llegado el momento, a su retiro… se le dé seguimiento a sus actividades con las debidas formalidades de ley, a través de procedimientos de trabajo social.
Para que se le pague al policía decorosamente como a todo profesional que también es y que, por cuya actividad y desempeño, arriesga la salud y la vida permanentemente. Y no tenga que recurrir a las propinas del ‘buchón’ o del vago que está al frente de la plaza.
López Obrador y los mandos superiores del rubro de la seguridad han abandonado –por prejuicio ideológico- en lo que va de su gobierno, los procesos de selección, formación y capacitación de los policías mexicanos, pero, atención… de los policías más peligrosos y donde está el cáncer de la colusión con el crimen organizado, a donde se tiene que atacar el problema: en las policías estatales y municipales, que operan para el narcotráfico por propinas y en ocasiones hasta por convicción personal y social: “paga mejor el jefecillo baquetón de la plaza que el Gobierno”.
Y tan lo tiene abandonado al sector el Gobierno Federal, que en su Proyecto de Presupuesto de Egresos 2021 propuso y aprobó por mayoría, eliminar de tajo el Programa de Fortalecimiento para la Seguridad (FORTASEG), disminuyendo a la vez sensiblemente, el llamado Fondo de Aportaciones para la Seguridad Pública en los Estados (FASP), como el Fondo de Aportaciones para el Fortalecimiento de los Municipios y las demarcaciones Territoriales del (entonces) Distrito Federal (FORTAMUN)… y estos recursos los sustrajo de municipios donde actualmente se libra ‘una guerra contra el malandrinaje organizado’ materialmente: León, Celaya, Salamanca, Zapopan, Tlajomulco de Zúñiga, Nuevo Laredo, Culiacán, Mazatlán, Chihuhua, Durango y un larguísimo etcétera; municipios que como se ven, eran al inicio del sexenio en 2018, gobernados por signos electorales distintos a los de la preferencia presidencial (son panistas, emecistas, priístas, pero no morenistas)… a tal grado la negligencia criminal en los criterios de discriminación política del actual gobierno.
Y no obstante que siempre se curó en salud el activista Andrés Manuel, repitiendo hasta el cansancio que “desmilitarizaría “ al país, por lo contrario, incrementó en 18 mil millones de pesos el gasto anual para 2021 de las fuerzas armadas, suprimiendo y disminuyéndoles el presupuesto a las policías estatales y municipales, que necesitan capacitación, depuración, atención y renovación, quizá.
¿Qué falló entonces Andrés Manuel?… ¿Por qué no tenemos buenas cuentas en seguridad pública, señor Presidente?… pues aquí está la explicación: porque tiene abandonado al sector como a muchos otros sectores de la vida nacional. Porque la idea y los ‘otros datos’ que dice poseer son erróneos… o dolosamente prevaricadores… discriminatorios.
El suscrito podría apostar incluso, ‘triple contra sencillo’, que si se le cuestiona al Ciudadano Presidente en la mañanera, sobre lo que ha hecho su Gobierno por las corporaciones preventivas e investigadoras locales (estatales y municipales), va a contestar con lo que ha hecho al conformar la Guardia Nacional y hasta es muy probable que logremos hacerlo enojar y despotrique con temas dispersos… “que tire pa´l monte” como decimos en el rancho.
En realidad, la Guardia Nacional no resuleve el problema; es –incluso- un gran distractor. Si llega al 10 por ciento la famosa GN de la solución al problema. Máxime cuando todo lo enfrenta el Ejército o la Marina actualmente.
El policía más próximo al ciudadano, el ‘primer respondiente’ en la mayoría de los casos, el que conoce la configuración social y el que investiga inclusive y aplica el ciclo de la inteligencia para vendérselo al malandrín y hasta para aplicarlo en redes de comercialización de la droga o de la mercancía robada, ese, desafortunadamente, es el Policía Preventivo Municipal o el Policía Estatal Preventivo o el Policía Judicial o Ministerial del Fuero Común.
Hoy día, -como lo lee-, en este momento, el 99% de los policías prenetivos municipales o de los estados, están reportando con uno o dos teléfonos ‘alternos’ de su propiedad, hechos o circunstancias útiles para la comisión delictuosa y no precisamente a su C5 o a su base de radiocomunicación.
En este preciso instante, de algún turno de los C5 locales, está siendo transmitido el parte de novedades del turno o el estado de fuerza de la corporación por algún agente enredado con la delincuencia organizada, pero adscrito a la plantilla de ese centro de control.
Lo que paso el sábado en Tulum no tiene más que dos explicaciones:
O hubo una consigna para dañar a Victoria, la mujer de 36 años de origen salvadoreño, por algún asunto vinculado a la red de distribución de drogas o del delito en general en la localidad esa (y eso cualquier investigador policial de rancho, con dos dedos de frente, lo puede saber… o resolver), para lo cual habrá que voltear a ver quien es el deuño de ese Oxxo desde donde se hizo la “llamada ciudadana de queja” y qué es lo que se “vende o distribuye” en horarios “especiales” (nocturnos)…
O bien, nos han hecho tanta falta las academias estatales y regionales de Policía en los estados, porque ‘no hay presupuesto’ y consecuentemente tampoco capacitación ni actualización policial, que esta agente obesa y que aplicó el protocolo de uso de la fuerza a la mujer salvadoreña victimizada–supuestamente en los niveles 2 ó 3, es decir NO LETAL y para neutralizar a la supuesta infractora-, hubiera conocido y recordado esos niveles en el uso de la fuerza pero además, los principios que deben regir todas las intervenciones con uso de la fuerza: LEGALIDAD, NECESIDAD, PROPORCIONALIDAD, PRECAUCIÓN y RENDICIÓN DE CUENTAS… haya o no uso de armas o equipamiento alguno.
Como se observa en los vídeos, no hubo realmente para los agentes un verdadero estado de necesidad y mucho menos de proporcionalidad para someter de esa forma a la dama hoy finada.
Hay ‘llaves’ y movimientos largamente estudiados durante las prácticas de adiestramiento para la detención, que enseñan a todo agente policial para que someta o detenga a un individuo en estado de ebriedad, que tenga un peso y una masa corporal superior a la del o los agentes policiales; así como también hay “llaves” para someter, detener y hasta conducir hasta la patrulla con dignidad y respeto a los derechos humanos a una mujer, sea cual fuere su condición legal o social.
Incluso hay “llaves y movimientos de defensa” hasta para hacer que un hombre ebrio despierte de inmediato, se levante y avance hacia la patrulla, estando en un estado de conmoción por alcoholemia o de franco desacato de la autoridad.
Es una pena, que los policías de esta “Cuarta Transformación” no los conozcan y tengan que cometer estos terribles errores… porque el ‘austericidio’ y los prejuicios ideológicos de este Gobierno, no propician que los agentes de estados y municipios se capaciten y actualicen en técnicas de detención policial y de observancia de los derechos humanos.
Pero las autoridades también llevan culpa, porque los agentes operativos trabajan con lo que está a su alcance y con los conocimientos que les han sido puestos a su disposición.
Esta es una reflexión inspirada en la moralmente obligatoria fe que el hombre debe tener en el propio hombre; y ¿por qué no?… que todo mexicano debe tener en su país, en sus instituciones y en su destino.
Mucha grandilocuencia y quizá mucho ocio, dijera cualquier detractor de este texto… pero al final, no tenemos otra salida: la ruta de la prueba y el error, hasta que por fin salga bien.
Porque nunca como ahora en la historia de este sufrido y bendito país, sus gobernantes –de la formación ideológica que fuesen- habían mostrado mayor confianza en el llamado ‘dominio de la razón’… sobre todo cuando ganan y se convierten súbitamente en ‘autoridad’.
Bajo el fácil argumento, por un lado, de privilegiar el valor en lo individual de cada ser humano como ente único e irrepetible, dando énfasis a la libertad de mercado, la vigencia de los derechos humanos y la libertad de escoger entre muchas ofertas, el neoliberalismo no alcanzó los resultados deseados en seguridad, por diferentes causas, una de ellas la corrupción y consecuente desatención a los fines originales de lo planeado.
Y por el otro, bajo el socorrido y estridente argumento de romper con la dominación y la miseria, alcanzando por fin una sociedad liberada y racional, tampoco se puede decir que el socialismo moderno esté cerca siquiera de hacer funcionar los aparatos de seguridad más básicos del estado mexicano.
Si no es que por prejuicio, hace que no funcionen, lo cual sería doblemente criminal.
Así entonces, menudo dilema en el que se encuentra atrapada la población mexicana, en el rubro de la seguridad pública.
Necesitamos seguir invirtiendo en la formación y capacitación de buenos policías, como en un sistema que seleccione, revise y dé seguimiento al desempeño policial.
Así entonces la pregunta original de esta entrega ha sido contestada, porque ya sabemos qué es lo que falla y está en manos de los ciudadanos corregir próximamente.
Autor: Héctor Calderón Hallal
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