* Curiosamente han comenzado a aparecer en las redes y diversos medios una guerra sucia en contra de aquellos candidatos que llevan ventaja a los del Grupo Universidad; las autoridades y órganos de fiscalización electoral deben estar atentos a que los recursos de la UAEH no sean desviados para apoyar candidatos pues parece que desde el Penal del Altiplano, el cacique político, Gerardo Sosa Castelán, sigue marcando línea a sus subalternos
SILOGISMOS
Por Antonio Ortigoza Vázquez
Especial de Expediente Ultra
Las autoridades y órganos de vigilancia electoral en Hidalgo deben comenzar a rastrear los hilos conductores de la guerra sucia que ha iniciado en algunos distritos donde curiosamente Morena lleva las de perder.
Desde hace unas semanas comenzaron a aparecer supuestas filtraciones en contra de candidatos de la oposición que llevan ventaja a personajes ligados nada menos que con el Grupo Universidad cuyo dirigente, Gerardo Sosa Castelán está recluido en el Penal del Altiplano por la presunción de lavado de más de 150 millones de dólares en bancos del extranjero, utilizando a la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), como pantalla.
Todo indica que al poderoso capo la cárcel de máxima seguridad no le impide mandar señales y estrategias con el fin de que su cacicazgo no se derrumbe ni en lo político ni en lo económico. A pesar de que se dio en su momento el congelamiento de cuentas a la Máxima Casa de Estudios, no ha existido una revisión a detalle de la forma en que el Rector Adolfo Pontigo está manejando los recursos públicos de la institución.
Amparada en la autonomía universitaria, la mafia de Sosa Castelán sigue gozando de cierta impunidad y discrecionalidad para dotar de recursos a sus candidatos a diputaciones con el fin de blindarse con miras a lo que pueda venir más adelante.
Además de representar un delito electoral, la guerra sucia que están iniciado los operadores de la Sosa Nostra, es el mejor síntoma de que los destrozos ocasionados a la unidad y democracia interna de Morena en Hidalgo, solo podrán sacar a flote los riesgos de una derrota mediante la inyección de cuantiosos recursos.
Reza el refrán que no hay pillo que sea tonto, y esta caterva de sinvergüenzas sabe que haber pisoteado el sentir de la militancia morenista les puede representar el abandono de la labor proselitista pero también un abonado voto de castigo. Muchos líderes sociales no se tragarán el cuento manejado por su dirigente nacional, Mario Delgado, de lo que importante es sacar adelante el proyecto de la 4T, no importando que los candidatos sean impuestos.
Hasta los más ilusos saben perfectamente que el objetivo es utilizarlos nuevamente como en el 2018, cuando se dieron a la dura tarea a pie tierra de entregar el Periódico Regeneración y hablar con la gente casa por casa, bajo la promesa de que el pueblo salvaría al pueblo y de que una vez alcanzado el poder, sus líderes sociales pasarían a jugar un papel protagónico y de primer orden en el nuevo partido, nacido de un gran movimiento social.
Ahora no será tan fácil venderles el espejismo de la zanahoria del burro.
Por eso, tanto los órganos de fiscalización electoral como los militantes de Morena y la ciudadanía, especialmente la de distritos como el VI de Pachuca, deben empezar a preguntarse por qué lejos de plantear soluciones a los electores, candidatos que buscan reelegirse como la actual diputada por esa demarcación federal, Lidia García Anaya, prefieren enconcharse en la trinchera de los golpes bajos antes que informar puntualmente cuáles fueron los verdaderos resultados de su función legislativa en los últimos tres años y qué beneficios tangibles dieron a los pobladores como para volver a solicitarles su voto.
Lo más reprobable de este nuevo engaño a los ciudadanos es que estos golpes bajos son financiados con dinero de sus impuestos, que es de donde se nutre de recursos el rector Adolfo Pontigo, el Grupo Universidad y sus candidatos que nada tienen que ver con los militantes de Morena de probada ideología y convicciones.
Seguir el hilo conductor responderá a los por qués de la guerra sucia y deparará muchas sorpresas, por cierto, nada gratas para las bases morenistas y el electorado en su conjunto.