Aunque el Sr. Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, al tomar posesión de su encomienda haya asegurado, que uno de los ejes esenciales de la política de la Cuarta Transformación de la República, sería el respeto a la independencia de la justicia, ello no lo ha demostrado con hechos. Son constantes los escándalos provocados por las embestidas del poder público contra la justicia y en contra de los jueces incomodos para que nos creamos, sin más, las palabras del Primer Dignatario. Quizá le resulte más estimulante, expresar en la palestra mañanera, aquello de que toda la corrupción de las últimas décadas ocurrió en la étapa del neoliberalismo, sin expresar que aquella siembra hoy se cosecha.
“La justicia es la finalidad del gobierno. Es la finalidad de la sociedad civil. Siempre se ha buscado y seguirá buscándose hasta que se alcance o hasta que perezca la sociedad en el empeño”. Así lo dijo Alejandro Hamilton en el pasado.
No han sido escasas las ocasiones en que determinadas sentencias de estricta justicia; singularmente las relacionadas con una tutela jurisdiccional efectiva de los derechos e intereses legítimos de los mexicanos, han causado o propiciado terribles enfrentamientos de índole jurídico-político, entre la justicia que es dar a cada quien lo suyo y la política que es pretender conservar el poder a toda costa y lamentablemente a todo costo.
Tolstoi dijo que “el poder siempre cumple cuatro funciones: corromper, intimidar, embrutecer y seducir”. Nuestra justicia no es ni debe de ser ni seducible, ni corruptible por intereses políticos ajenos a su aplicación. Ojalá los miembros del Poder Judicial Federal, así lo entiendan y se abstengan a futuro algunos de ellos, que en lugar de aplicar criterios políticos a los problemas de justicia planteados, resuelvan desde parámetros jurídicos, no obstante ellos sean adversos a la conveniencia de Andrés Manuel.
Los expresados ministriles de justicia creen con ello hacer un servicio a México de gran importancia y trascendencia, pero ignoran que sólo contribuyen a estimular la prepotencia y la arrogancia del incipiente, más no permanente poder político, su insana convicción de que pueden aspirar con éxito a lograr la impunidad de sus acciones antijurídicas, sólo sirve para desmoralizar a la justicia.
La Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, A.C., se encuentra muy segura del rigor de los argumentos expuestos y se ve obligada a insistir a Andrés Manuel López Obrador, que debe de desplegar mejores diligencias para asegurar una mayor efectividad para proteger y defender la justicia y dedicarse ya a cumplir con su función de combatir a la corrupción de aquellos que la prostituyeron y no combatir a aquellos que la dignifican. Alguien le tiene que decir que el sentido del derecho y de la justicia se encuentran siempre por encima de cualquier sentido o razón de la política.
La Cuarta Transformación para bien de la Nación debe de saber que las exhibiciones de poder público, no se encuentran asistidas del Derecho a trastocar impunemente nuestra Constitución, dado que ese poder no se encuentra por encima de las leyes.
Las leyes bochornosamente inconstitucionales sólo afectan a su gobierno. Quiere hacer el bien a México: Hay que combatir la corrupción propiciada y derivada de la narcopolíica, a ellos intimídelos y embrutézcalos en las celdas en las que merecen estar y así cumplirá las funciones a las que se refiere Tolstoi y lo hará con dignidad. Sólo así la justicia triunfará.
Lic. Alberto Woolrich Ortiz.
Presidente de la Academia de
Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, A.C.