El día 9 de mayo del año que corre, se va a escenificar a nivel mundial, una solemne ceremonia a fin de celebrar uno de los ritos más importantes en honor del santo patrono de los abogados.
El equilibrio, la tradición y la seriedad de otras épocas, estará vedada para los profanos. Esa vieja usanza señala y ordena según sus decretales que ese ritual se verifique primeramente en una determinada iglesia de la Ciudad, más tarde después de ello, los 33 integrantes del Supremo Consejo tendrán que trasladarse en total secrecía y bajo absoluto voto de silencio a un Palacio de Justicia, para ahí elegir a quien será nuestro Presidente de la Cofradía, por causas esotéricas y reales el seleccionado siempre tiene que ser un abogado, él será el encargado de portar y custodiar nuestro estandarte. Previamente y entre columnas habrá ya demostrado contar con capacidad jurídica para actuar a favor de la justicia, sólo así, tendrá como obligación depositar el pendón de la Cofradía en su morada profesional.
Respecto a nuestra Cofradía en el ayer se dijo que es “una orden tan antigua como la magistratura, tan noble como la virtud y tan necesaria como la justicia”.
La historia de nuestra Cofradía se remonta al ya muy lejano año de 1617 y el primer custodio de nuestro estandarte lo fue, según cuenta la leyenda, el abogado Jeham Veter en la Ciudad de Paris. La orden específicamente fue creada para ocuparse de todas las cuestiones de Justicia que deberían de ser conocidas por la “Comunidad de los Abogados y Procuradores”.
De origen, como hasta ahora, se tendrían que hacer todas las reprimendas hacia las Cortes de Justicia, reclamos que previamente tendrían que ser analizados, examinados y aprobados en una asamblea que por obligatio debía de estar integrada por abogados que se hayan caracterizado por la defensa de sus conciudadanos, tendría que contar con la asistencia de dos jóvenes, los cuales también deben de votar y tomar en consideración si las quejas y chicanas expuestas por el pueblo en contra de los injustos que no supieron o no se sujetaron a nuestras antiguas formas, contrariando y contraviniendo con ello el estilo, las ordenanzas y decretales de la cofradía, también conocida hoy como la Orden de San Nicolás.
En los primeros tiempos eran los ciudadanos quienes debían sostener por si mismos sus derechos, no obstante ello y dado que buen derecho requiere ayuda se nos concedió a los abogados el privilegio de efectuar defensas. Es por ello que ahora nuestra tradición nos ordena reunirnos en una “Cámara de la Justicia” a la que nombramos “Comunidad” en ella los 33 recipiendarios de la “Venera del Derecho, la Paz y la Justicia”, deliberamos acerca de los asuntos de Justicia, antes de librar verdaderos combates a favor de ella; el aprendiz hace sus primeros ensayos en al Conferencia de Pasantes, donde en medio de los más diversos temperamentos y aptitudes, aprende, con las difíciles reglas del arte del derecho, las tradiciones de nuestra cofradía y las reglas de la profesión, así como las disciplinas de la inteligencia y del alma que vinculan al abogado con la justicia, a fin de ingresar a una verdadera y autentica fraternidad. En ésta gran Fraternidad Universal consideramos a nuestros noveles abogados y les imponemos un periodo de prueba, en el que nuestros pasantes se inician en las dificultades del arte, les concedemos a cada una de esas togas mandatos diferentes, unos darán consejos, otros litigarán, los más redactaran los suplicatorios necesarios a fin de solicitar se provea justicia, algunos vigilaran las conductas y procedimientos de ciertas autoridades, los más avezados investigarán quejas, alguien formulará querellas: Entre Columnas de Oriente se elegirá a uno que se selecciona de lo mejor del medio para prepararlo durante doce años a fin de ingresarlo en la cofradía.
En esa añeja tradición de hace siglos se nos da una palabra en secreto que nunca debemos revelar, sin embargo si alguien no actúa en justicia y nos pide que la revelemos, de inmediato debemos de actuar acorde a la expresión latina “dicasitas” y es ahí y con ella donde se inicia el último trecho a fin de obtener justicia.
La Cofradía en México inicia los preparativos para esa fiesta. Ya se entregó el libro y ello sólo lo comprenderán los iniciados. Ya otro fue al Corte de las Encinas, uno más prepara tambores y estandarte.
Somos los herederos de las Armas de Pompeyo y a honra lo tenemos.
El que sepa leer que lo entienda. Cuando se acerca el 9 de mayo, todo anda bien. Ya se litiga ante la concurrencia extraordinaria del pueblo.
El atrevimiento llegó a tal punto que la Cofradía hoy repetirá ACTA EST FABULA y esa expresión la última vez que se dijo fue en el parteaguas de las desgracias de México. Así se escribió.
Hasta aquí llegamos. Ojalá algún día mis gentiles lectores, puedan comprender lo velado de ésta columna. Sólo sepan que el derecho que había brillado por su ausencia: Hoy retorna.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz.
Presidente de la Academia de Derecho
Penal del Colegio de abogados de México, A.C.,