Atenas, Grecia-. El plan de recuperación presentado por Grecia tiene como objetivo movilizar 57.000 millones de euros que se destinarán a reconstruir el tejido industrial del país y a reformar los servicios públicos.
El primer ministro Kyriakos Mitsotakis ha descrito el plan como “un puente hacia la era post COVID-19”, lo que pasa por impulsar el crecimiento económico y crear miles de puestos de trabajo.
Atenas ha solicitado a Bruselas 30.500 millones de euros del Fondo de Recuperación europeo. De los cuales, el 38% se destinarán a proyectos medioambientales y del 22% a impulsar los servicios digitales. Bancos e inversores aportarán el resto del dinero.
Se trata de un plan muy ambicioso para un país que estaba a duras penas empezando a salir de una década de profunda crisis económica y donde se habían sucedido los programas de austeridad. Además la recesión del último año ha provocado una caída del Producto Interior bruto del 8,2%, a lo que hay que sumar el nivel de paro más elevado de la UE.
El camino por recorrer no será fácil. “La mayor parte del dinero llegará a partir de 2023. Así que se trata de una ayuda a medio plazo y no de un apoyo inmediato”, explica Zsolt Darvas, economista del instituto Bruegel. “Pero puede influir en las expectativas. Si los inversores confían en que el gobierno griego va a utilizar este dinero con inteligencia, se generará crecimiento económico. Si empiezan a invertir ahora mismo, la fase de recuperación y la reducción del desempleo serán más rápidas”.
Los programas de asistencia financiera por los que que ha pasado Grecia han ayudado a preparar el terreno. Atenas contaba con experiencia para desarrollarar un plan de tal embergadura en tan poco tiempo. De hecho representa casi el 20% del Producto Interior Bruto del país.
Pero queda un problema pendiente: la competitividad. “Ciertamente, una mayor inversión verde y digital impulsará la competitividad de la economía y de muchas empresas griegas, pero en última instancia, la competitividad es un fenómeno micro”, comenta Darvas. “¿Cómo están organizadas las empresas? ¿Cuán capacitada está la fuerza laboral?¿Cuán rápidamente las empresas son capaces de utilizar las nuevas oportunidades que surgen? Son factores determinantes de la competitividad que no cambiarán con el nuevo plan”.
Los primeros desembolsos, en torno al 13% de los fondos, empezarán a llegar a finales de este verano, siempre y cuando el plan reciba el visto bueno de la Comisión Europea.