La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Si estas elecciones no son históricas, al menos son histéricas
Ante la inexistencia de una estructura territorial, las mini franquicias partidistas optan por realizar campañas que más que ser eso, son expresiones similares a un papaqui, o sea, los desfiles que preceden el inicio del carnaval.
Así pues, acompañados de un vehículo con altavoces, una batucada, banderines y el resto de la parafernalia, los prosélitos de un determinado aspirante, caminan haciendo un ruido infernal repartiendo dulces y folletos, repitiendo en las bocinas hasta causar vómito, sonsonetes que hablan de las supuestas bondades del partido y la o el abanderado.
Desde luego, las propuestas brillan por su ausencia y la viabilidad histórica queda reducida a un estribillo.
Queda claro que el fenómeno, además de exhibir la carencia intelectual de los candidatos, se constituye en una grave falta de respeto a la ciudadanía, pues estos mercaderes electorales, consideran que pueden acopiar votos con sus baratijas propagandísticas.
Sería recomendable que las autoridades municipales impidieran las esperpénticas paradas, ya que, aparte de la contaminación auditiva y visual, inhiben la participación política al provocar hartazgo en los electores.
Claro, la principal responsabilidad queda en nosotros, ni un voto a estos farsantes, que para políticos no sirven y como comparsa de bastoneros son muy malos.