*Hoy, como durante los últimos 100 años, en materia de recaudación fiscal siempre hay unos más iguales que otros, y los beneficiados nunca son los pobres
Gregorio Ortega Molina
“No me mientas, porque si lo haces tendrás que inventar otra mentira para justificar el error”, me indicó Javier Wimer Zambrano cuando me invitó a ser su secretario particular.
Lo terrible es que la mentira dejó de ser parte del anecdotario político. Está convertida en los otros datos institucionalizados; el costo de asumirlos como realidad incluye vidas, violencia, maltrato, hambre, fractura del orden constitucional. La convirtieron en método, el recurso del método, diría Alejo Carpentier.
Es inevitable preguntarse cuál es la finalidad de tergiversar la verdad. En materia hacendaria es catastrófico hacerlo así, porque lo primero que se afecta es la confianza.
No se cansan de presumir la recaudación récord, los cobros de impuestos atrasados a grandes corporaciones, el reordenamiento del SAT y la mano dura de Raquel Buenrostro, pero hete aquí que esa prensa maledicente y comprometida con intereses oscuros, está empeñada en descubrir la verdad de lo que realmente ocurre en el ámbito fiscal. De ser cierto lo que las autoridades hacendarias sostienen como verdad absoluta, el futuro sería un sol.
Pero El Universal del 3 de mayo último informa: “La deuda de los contribuyentes con el SAT creció tras un año de la pandemia del Covid-19 y sumó la cifra récord de un billón 48 mil 889 millones de pesos.
“Se trata de un incremento de 34% si se compara con los 782 mil 373 millones de pesos que se registraron de créditos fiscales en el mismo periodo del año anterior, de acuerdo con datos de la Secretaría de Hacienda.
“Los adeudos correspondieron en mayor grado a grandes contribuyentes, como corporativos y empresas multinacionales, que tienen compromisos con la autoridad fiscal por 831 mil 781 millones de pesos.
“La mayoría de los recursos que se le deben al SAT —613 mil 227 millones de pesos— están controvertidos, es decir, que el contribuyente interpuso una acción legal que impide al fisco la acción de cobro”.
Lo que ahora debemos indagar, es dónde van a dar los miles de millones de pesos que sí se recaudan, pero que no se ven, tampoco se sienten: la precariedad es terrible, lo que facilita la inseguridad y que, en lo verificable, haya varios Aguililla en territorio nacional, tal como lo demuestran las campañas políticas locales. El Estado parece haber abdicado de su función esencial de orden y gobierno, y el caos se adueña de las decisiones del Ejecutivo.
Las grandes obras no se concluirán en el tiempo ofrecido y resultarán afectados sus costos; los programas sociales no llegan a todos los destinatarios; ¿cuántos grupos de población han recibido su segunda dosis de vacuna anti covid-19?; efectivamente existe un vaciamiento de la legalidad de las instituciones, lo que de hecho nos coloca en el rompimiento constitucional, y las cifras de la violencia indican dónde estamos parados como país.
Sin embargo, en otra versión de los hechos, otra nota de El Financiero sostiene: “El SAT apretó la fiscalización y su cartera de adeudos que deben pagarle los contribuyentes creció a un billón de pesos al inicio de 2021, lo que contribuyó a que la recaudación fuera superior a lo programado para el primer trimestre del año.
“Expertos consultados por El Financiero señalan que la mayor recaudación por fiscalización se debe a que los contribuyentes se han sensibilizado para cumplir con sus obligaciones; las empresas han acudido a la autocorrección”.
Hoy, como durante los últimos 100 años, en materia de recaudación fiscal siempre hay unos más iguales que otros, y los beneficiados nunca son los pobres.
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El hecho de que Andrés Manuel López Obrador abomine de Alejandro Díaz de León y ya tenga en mente el nombre de su sucesor como gobernador del Banxico, indica que les hace falta mucho dinero, y lo buscarán donde saben que está: en las reservas.
¿Por qué no instruye a Raquel Buenrostro para que apriete legalmente a los amigos empresarios y paguen sus adeudos al SAT? Pues porque son las amistades del poder.
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@OrtegaGregorio