*Ahora es momento de preguntarnos cuál puede ser la respuesta del México bueno y sabio a tanta humillación
Gregorio Ortega Molina
Hay muchos proverbios sobre la oportunidad de mantener la boca cerrada. Lo dicho, si agravia y tiene consecuencias graves, no se olvida ni perdona. Más grave aún es andar de boquiflojo en público, porque equivale -hoy- a subirlo a las redes sociales, o desestructurar anímicamente la vida de un menor o una esposa.
Fue Julio Scherer García quien me narró la anécdota de lo ocurrido durante una conversación entre el periodista y el presidente Gustavo Díaz Ordaz en su despacho. Fueron interrumpidos por un amanuense que entregó a su jefe una tarjeta. El presidente fue enfático: no quiero que este señor me moleste.
Observador de profesión, el periodista notó que el oficial del Estado Mayor que estaba atento a los requerimientos presidenciales, tomó la tarjeta que el presidente depositara con displicencia sobre su escritorio. Pudo comprobar, después, que el solicitante del favor presidencial jamás volvió a molestar.
Las consecuencias de lo dicho cuando se tiene poder, son terribles. Modifican criterios, comportamientos y, momentáneamente el resultado de la historia. Corregir lleva años, y es posible que no se restablezca la paz social sino cuando las generaciones son otras.
Necesitamos de un semiótico, un lingüista, alguna persona capaz de leer el meta texto de las palabras presidenciales y los gestos con los que las acompaña. Fue releyendo a Elías Canetti en La conciencia de las palabras, que encontré cómo el presidente mexicano es más un hombre con poder, que un estadista, que un político que lo ejerce porque lo conoce, no solamente porque lo codicia.
En su ensayo sobre la correspondencia entre Kafka y Milena, apunta: “… nos parece apropiado mostrar cuán poseído estaba por este fenómeno, que ha llegado a convertirse en el más urgente y aterrador de nuestra época. Entre todos los escritores, Kafka es el mayor experto en materia de poder; lo vivió y lo configuró en cada uno de sus aspectos.
“Uno de sus temas centrales es el de la humillación; es también el tema que más se presta a la observación. Ya podemos apreciarlo sin dificultad en La condena, la primera de sus obras que realmente cuenta para Kafka. En ella entran en juego dos degradaciones interdependientes: la del padre y la del hijo…, intenta transformar su propia degradación en lo contrario, la humillación del hijo”.
Me queda la sensación de que Andrés Manuel López Obrador únicamente está feliz… feliz, si humilla a quienes él cree que en algún momento lo degradaron al no tomarlo en cuenta, al obligarlo a cerrar Paseo de la Reforma, al “robarle” las elecciones, al convertirlo ante él mismo en “presidente legítimo”. Lo inquietante es que no ha dado la sentencia como el padre de La condena, y si el resultado electoral del seis de junio, olvídense de las humillaciones padecidas hasta ayer, lo que se viene encima será peor.
Ahora es momento de preguntarnos cuál puede ser la respuesta del México bueno y sabio a tanta humillación.
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Hace al menos 18 años que escucho sobre la necesidad de abrir una escuela para Ministerio Público, tal como existe una de jueces, pero el Poder Ejecutivo, a través de su brazo político-jurídico-legal (PGR-FGR) se niega, porque le quitaría un instrumento de presión. Equivocarse, con justificación, es a toda madre.
José Rafael Ojeda Durán se equivoca, como siempre que se pliega a las exigencias de su mangoneador. Culpar a los jueces de los yerros al integrar las carpetas de investigación es cómodo.
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¿Qué pensar de la venta de niñas en Guerrero? El tema está documentado, y en él Andrés Manuel López Obrador muestra la dimensión de su feminismo y humanismo. Bien se ve que no tuvo hijas, pero qué brinco pegó cuando le pusieron un apodo al menor de sus vástagos. Por algo está hermanado con su compadre Félix Salgado Macedonio.
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Donde manda el narco no gobierna marinero. El secretario de Marina debió cerrar la boca, pues allí, entre Donato Guerra y Valle de Bravo está su centro de capacitación e inteligencia, y es ahí mismo donde a Zudikey Rodríguez la secuestran y amenazan.
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@OrtegaGregorio