Por: Héctor Calderón Hallal
Sin la elocuencia de un Antonio Plaza en aquel memorable poema ‘La voz del inválido’, siento necesidad de hablarte en primera persona rompiendo la regla de oro del periodismo profesional, para compartir contigo la vivencia personal, después de celebrar mi primer medio siglo de vida que, quizá, sin haber sido lo suficientemente productiva, posee un enorme bagaje de cargas recolectadas a lo largo de mi peregrinaje por tantos lugares, emociones y pensamientos, muchos de ellos comunes a los tuyos, pues yo también tuve veintiún años y fui rebelde a cualquier clase de imposición o producto elaborado desde la mentalidad ajena.
Rebelde a cualquier sensación, de felicidad o de dolor incluso, que no haya sido procesada por este mueble constituido en mi cuerpo y del que, desde que quedé solo, sin padres ni familia nuclear, he hecho mi más caro armamento, mi más fiel refugio. Lo llevo puesto a donde voy, a donde pernocto, a donde triunfo y a donde fracaso. A donde soy bienvenido y a donde nadie me quiere.
Es mi cuerpo, mi templo, mi fiel escudero en las pandemias y las penurias; me cubre el alma del bien y del mal ajeno… es mi representación física en esta dimensión de la existencia y no acepto que nadie me lo cuestione o me lo quiera rediseñar o atender siquiera; a mi equipo lo cargo y lo rediseño yo y nadie más. Exactamente como tú. Es mi patrimonio.
Así con mi mentalidad. Yo la alimento y yo le borro lo que no acepto… y lo que no quiero almacenar. Lo que me hace sufrir y en algunos casos, también lo que me hace sonreír.
Soy mexicano como tú y vengo escuchando desde que tenía tu edad, el pregón ‘chillón’ e interminable, del vendedor de democracia y libertad por la calle, por la radio, en los periódicos, por las redes, en la televisión y también en aulas –y jaulas- de las universidades, públicas como también privadas. En ambas siempre ha habido pregoneros, unos con el uniforme deliberado de cuadros, militantes o candidatos y otros más, disfrazados de intelectuales y exitosos traficantes de aquel poder que se desprende de las ideas, desfortunadamente siempre al servicio de quien mejor las pague.
Siempre han existido los vendedores del paraíso en la política mexicana, desde que tengo uso de razón y hasta donde alcanzo a ver… siempre han hecho un uso indiscriminado de la retórica que no siempre es grandilocuente.
Hay balbuceos retóricos y hasta simples posturas de silencio que también son retóricas y expresan un mensaje con una gran carga de ideas, para bien o para mal.
Y mientras más envejecen esos ‘pregoneros de la verdad’, más intransigentes y necios se vuelven, si no han llegado a su destino de grandeza largamente planeado; donde abunda el poder, la abundancia económica y la opresión del enemigo político; el exterminio de la idea contraria; el insulto y la humillación permanentes a todo aquel que se opone a su predominio de poder profano.
La patria cayó desde hace tiempo en las garras de este tipo de individuos, que se han instalado en el poder y solo han alternado en él con sus oponentes ideológicos y de intereses contrarios pero, en términos generales, son una misma clase de individuos que, a fuerza del pregón necio y persistente, a base de mentiras pigmentadas con retoques de realidad, terminaron por vendernos un ‘paraíso existencial’ que no existe más que en la mente de quienes arengan tramposamente y asustan a la población bien nacida y trabajadora, que con sus impuestos los mantiene en ese poder pretendidamente temporal y acotado que les damos por la vía del sufragio y en acato a la legislación vigente.
Hoy en México, ya no sabemos qué clase de pregoneros son mejores, si los que estaban antes de que tú nacieras, en las postrimerías del siglo 20 o estos, que has conocido en lo que va de este nuevo siglo y por los que tendrás que trabajar hasta un 30% de tu vida para mantener junto con todas sus familias y sus excesos.
Estos pregoneros o políticos en campaña, defendiendo o merodeando tras la plaza, son los mejores exponentes de la prevaricación en el lenguaje, de las trampas en cada discurso o arenga.
A lo largo de estos veintiún años de tu vida joven mexicano, muchos de ellos, los que estaban instalados en el poder, fueron deliberadamente corruptos y frívolos, aunque también hay que decirlo, algunos fueron suficientemente honestos y diáfanos hasta para avisarnos de cuáles eran sus métodos de atraco desde el poder.
Seguramente autoritarios y con una visión patrimonialista del poder y las instituciones nacionales, cultivando el ego personal y operando a muy altos costos la función constitucional del gobierno, gracias al dispendio, la mala planeación y la improvisación, pero a pesar de todo, el gobierno hacía su chamba y había una notable mística de atención y compromiso con los problemas.
Desde el discurso y las formalidades mismas del Presidente de la República, se asumía con cierta responsabilidad el problema del estado mexicano en general, aun cuando en los hechos los resultados no correspondieran con exactitud al afán retórico de la autoridad, pero por lo menos se le aproximaba el resultado a lo comprometido: la seguridad pública se atendía persiguiendo al delincuente, investigando al indiciado y denunciando el delito ante la representación social que recaía –como todavía en la actualidad- en una institución llamada ministerio público.
El Jefe del Ejecutivo no ventilaba investigaciones en público ni se burlaba de lo dispuesto por la letra constitucional enunciando estribillos personales: ‘Para la seguridad… abrazos no balazos’.
Antes de que tú nacieras, joven mexicano, así como en tus primeros años de vida, en los anteriores gobiernos al actual, ni el presidente ni el gobierno mandaron nunca deliberadamente desarmados ni desatendidos a policías o miembros de las fuerzas armadas a enfrentar al crimen organizado.
Cuando era muy ajustada la situación financiera de algún municipio, con sus dos balitas para su revólver oxidado y su chaleco raído, pero se atendía un protocolo y había una mística de respeto a la vida del policía, por lo menos, hoy día, en este gobierno que se dice integrado de gente más sensible y humanista, ni las dos balitas ni el chaleco raído se le puede garantizar al elemento de seguridad para que enfrente a la delincuencia organizada. Las corporaciones preventivas en estados y municipios viven el peor momento de su historia, sin equipamiento, sin capacitación ni actualización policial y en muchos lugares, sin seguros ni pensiones dignas para sus viudas y huérfanos en caso de fallecimiento.
Antes de este gobierno, ningún presidente dio la orden de dejar en libertad a un individuo con orden de aprehensión, así fuera hijo de “El Chapo Guzmán”, jefe del Cártel de Sinaloa (CDS).
Ningún presidente tampoco fue a presentarle sus respetos a la madre del narcotraficante más peligroso del mundo, a su propia tierra.
Antes de este gobierno, las campañas de vacunación en México eran un ejemplo a nivel mundial; hoy, la estrategia de vacunación contra la pandemia ha sido lenta y torpe, por decir lo menos.
En administraciones pasadas, si había voluntad presidencial para impulsar una campaña o una reforma en temas tan neurálgicos como el educativo, se promovía y se ‘sacaba’ a sangre y fuego, por propios y extraños al interior de un sistema donde la llamada ‘institucionalidad,’ se implementaba para alentar el dinamismo y la modernidad en un estado donde no todos piensan igual y donde hay intereses que paralizan el avance de la sociedad mexicana y que, no obstante las resistencias internas, se tiene que impulsar para estar en sintonía con el resto del mundo.
En el pasado, el clientelismo de los programas asistenciales también existió pero, nunca fue desarrollado con criterios no profesionales y deliberadamente improductivos como los de hoy. El trasfondo es comprar la conciencia electoral del beneficiario. Porque cuando a tí te pagan por no estudiar o ‘te premian’ por no hallar chamba, con una ‘feria’ que solo te resuelve la vida durante una semana, estás siendo sujeto de una forma de corrupción también, de un modo de fraude, pues el Gobierno está obligado constitucionalmente a garantizarte ambos servicios. Esta es una política ruinosa y con medios impropios, como bien lo señala el editorial de The Economist de este jueves pasado.
El discurso (pregón) de este presiente que tenemos y su gobierno, está plagado de trucos y ‘convenientes trampas’, privilegiando el afán electoral que la función del estadista.
Ha sido en las formas, disruptivo ciertamente, para señalar los errores de los anteriores gobiernos, a través de un lenguaje llano, que llega a sonar sincero incluso, pero que tras de él, hay una maquiación perversa de resentimiento y complejo de inferioridad, que no puede llevar nada bueno a sus oyentes, más que un permanente llamado a la división y al odio entre hermanos, entre vecinos, entre mexicanos.
Y estos complejos de Andrés Manuel López Obrador, se nutren de su propio origen y formación: No es un hombre que cree en la meritocracia y por tal, su llegada al poder fue producto de la combinación de muchos factores, que jugaron a su favor; el hartazgo de los ciudadanos a la frivolidad y la corrupción del gobierno que le antecedió, bajo las siglas del desgastado PRI, partido al que el anterior presidente Enrique Peña, pudo haberle dado con su gestión, una herida de muerte.
Este es un presidente que en pleno siglo 21, sigue creyendo asombrosamente en los resabios de un socialismo idealista y utópico de los siglos pasado y antepasado.
Es un hombre que no valora la excelencia en cualquiera de los campos donde se encuentre; ya sea el ámbito laboral, profesional o de la vida social.
Un estudiante o trabajador como tú, joven mexicano, puede y debe ser excelente, en lo que haga. Eso es algo con lo que no comulga el presidente López Obrador y sus colaboradores o seguidores.
Su ideología consiste en normalizar la mediocridad.
Aunque estudies mucho y quieras, por tu esfuerzo o talento, ocupar un lugar de vanguardia o privilegio bien ganado dentro del grupo al que perteneces, este presidente y este gobierno de la autoproclamada ‘Cuarta Transformación’ no lo auspiciará jamás, pues es partidario del ‘ocho general’ para todo el grupo, hayas estudiado o no. Seas un ‘copión’ o un ‘nerd’ en clase.
Y si al trabajar te esforzaras desempeñando horas extras, aquel pregonero activista de los noventas, investido hoy de autoridad, es capaz en los hechos, de promover la ‘medianía’ necesaria para que se te sustraiga lo que tú merecidamente ganes cada vez que tú trabajes horas extra, para dárselo a ‘quien menos tiene’, para lograr una ‘justa distribución de la riqueza’, donde no haya privilegios ‘para nadie’ y la gente ‘deje de ser pretensiosa o ambiciosa materialista’.
En esta nueva administración y por ende, nueva configuración social, desde 2018, no debes aspirar a ser ´machuchón´ que perciba ingresos por tu talento y tu preparación, conseguida con sacrificio; eso es casi un ‘pecado’ en este gobierno.
Desprecia además las reglas y los ordenamientos jurídicos establecidos.
Pero lo más aterrador de toda esta historia, joven mexicano, es que estamos ante la presencia de un presidente (y un gobierno) que no se encargan de tu futuro.
¿Cuándo has oído hablar en las mañaneras a López Obrador del futuro de las nuevas generaciones de mexicanos… o del futuro en general?… ¿Cuándo ha planteado algo en función de eso?… nunca.
No está en su vocabulario, en su discurso ni en su mentalidad.
Es un tipo egocéntrico y ocurrente, al que solo le preocupa su bienestar y el de su proyecto personal y grupal; aquí sí como una genuina camarilla facciosa que tomó el poder por asalto.
A él le ocupa siempre y preponderantemente, el pasado. La reivindicación de causas perdidas: el perdón de la familia de los Austria (reyes de España) a la descendencia de Cuauhtémoc; el perdón de los Borgia (familia papal) a los pueblos evangelizados del mundo ‘mediante la cruz y la espada’.
La ‘devolución del penacho’ de Moctezuma Ilhuicamina; que volvamos a comer maíces nativos de América, no híbridos ni mejorados por la genética. Que los niños en las escuelas aprendan náhuatl como segundo idioma, en lugar de inglés o mandarín.
Definitivamente esto no es sublime… es ocioso.
Cuando un líder o un gobernante no se preocupa por el futuro de los jóvenes, estamos ante alguien que sí representa un peligro para que continúe al frente del conglomerado o sociedad que dice representar.
A menos que este sea el fin de los tiempos (¡Dios retrase la hora!)… y a tí joven mexicano, se te cancele tu propio futuro, tu esperanza de vida.
No, no podemos aceptar que sea así. Nadie, tiene esa potestad, sólo el Supremo Creador del Universo, llámesele como se le quiera llamar.
El próximo 6 de junio tendrás, joven, como muchos cientos de miles de jóvenes más, la oportunidad de decidir con tu voto, el futuro que has planeado para ti y los tuyos y que te pertenece legítimamente, como tu templo personal y como tu propia mentalidad.
Esta debió ser la narrativa de una oposición a Morena y a López Obrador que por alguna razón no se pudo construir.
Es también un modesto mensaje a los cientos de miles de jóvenes que están confundidos e indecisos por las propias trampas del discurso que proviene de las mañaneras y a sus réplicas en redes, en comentarios con enfoques rabiosos.
Lo siento. No pude resumir este texto a las 200 palabras a que me exige el editor de mi portal, porque tenía que decirte todo esto. Tenía que llegar al momento en que estarás frente a la boleta en la soledad de tu urna y con la exigencia de tu propia conciencia.
200 palabras son muy pocas para explicarte el porqué ‘todo se reduce a ese día’; al 6 de junio próximo.
Ese domingo, o nos salvamos todos como país… o nos desmoronamos frente a un puñado de ocurrentes que han confundido a la gente con un discurso tramposo, donde el concepto ‘pueblo’ no es una categoría monolítica o con un pensamiento articulado y uniforme. El ‘pueblo’ no es una representación grotesca de aquella figura humana de rasgos amerindios, a base de piedra volcánica de O´Gorman o Siqueiros, del Distrito Federal de los años cuarenta.
El ‘pueblo’ tampoco es un concepto que le pertenezca a la izquierda o a la derecha por antonomasia o por decreto. Es un concepto más plural y mas amorfo que nada.
Ese absolutismo que nos receta AMLO a diario en sus mensajes mañaneros ha surtido sus efectos; en el mundo ya se le critica y se le observa con cuidado sobre eso.
Porque ni todos los que lo han apoyado para que llegara al poder fueron de izquierda… ni todos sus detractores son conservadores precisamente. Todo es tan relativo.
Esa mañana del 6 de junio, joven mexicano, párate frente a la boleta y en el interior de la urna, no despilfarres tu oportunidad de decidir por tu propio beneficio.
Eso empezará a marcar la diferencia entre triunfar o no en tu propia vida. Entre ‘perder el tiempo’ y aprovecharlo.
Cantímetro a centímetro, pulgada a pulgada, deléitate usando el marcador y cruzando el logotipo del candidato o partido que no haya comprado tu dignidad con una beca para ‘nini’, ni te conmiseres del apoyo que algún gobierno le dio a tu abuelita. Recuerda que es una obligación constitucional de todo gobierno y que cualquier autoridad lo hace y lo seguirá haciendo por ley.
Sólo cuando envejeces y empiezas a perder a algunos seres, algunas condiciones, algunas cosas, es cuando empiezas a valorar cada centímetro que se pierde o se gana en la lucha por la vida diaria.
Autor: Héctor Calderón Hallal
Twitter: @pequenialdo