El Salvador-. Nayib Bukele cumple dos años como presidente de El Salvador, con elevados índices de popularidad, pero distanciado de la comunidad internacional.
El martes pasado, ante un Congreso dominado por diputados afines, el mandatario prometió que no permitirá que los partidos de izquierda y derecha tradicionales, que dejaron el poder tras tres décadas de alternancia, vuelvan a gobernar el país.
“A partir de ahora el reto es mucho más grande, los salvadoreños tenemos que decidir liberarnos del yugo de los poderes fácticos que con su aparato ideológico han gobernado desde atrás siempre y siguen intentando gobernar nuestro país”, señaló.
En la línea de ese discurso, el presidente pidió a los diputados y al público presente que se pusieran en pie para hacer un juramento.
“Juramos defender nuestras futuras conquistas, no dejar que los que nos hicieron sufrir vuelvan al poder jamás, no dejar que vuelvan a saquear nuestra patria”, dijo Bukele, mientras los presentes repetían detrás de él el juramento.
Bukele llegó al poder el 1 de junio de 2019 con una imagen fresca, de joven milenial, con la que consiguió capitalizar el descontento de la población con los partidos tradicionales, el derechista Arena y el izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional.
En lugar de discursos, el joven mandatario prefiere Twitter, como mostró en la Asamblea General de Nacional Unidas, donde, antes de hablar, se hizo un selfie para sus redes sociales.
Su principal logro ha sido reducir notablemente la tasa de homicidios, mantener en un país que estaba considerado el más violento del mundo. Cuando llegó al cargo había un promedio de 50 homicidios por cada 100.000 habitantes. Una cifra que se redujo a menos de la mitad un año después, gracias a un plan contra las pandillas.
Enfrentado al Congreso hostil, llegó a entrar en la Asamblea con militares armados para exigir a los diputados la aprobación de un crédito para luchar contra las pandillas.
Su popularidad se tradujo en febrero pasado en las urnas, cuando sus aliados consiguieron una victoria aplastante en las elecciones legislativas.
Sin embargo, apenas asumió, el nuevo Congreso favorable a Bukele tomó una decisión polémica, al destituir a los magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema y al fiscal general, lo que encendió las alarmas en la comunidad internacional, que calificó la medida de golpe a la independencia de poderes.
Ante las críticas de Estados Unidos, Bukele se ha distanciado de Washington y ha estrechado lazos con China, con un acuerdo de cooperación de 500 millones de dólares.
Bukele prepara ahora una reforma de la Constitución, que actualmente no le permite la reelección. Según una reciente encuesta del Centro de Investigaciones de Estudios Sociales, el 89 % de los salvadoreños aprueban su gestión.