Horizonte de los eventos.
La Constitución, bien entendida, es la Norma Máxima, norma de carácter tan genérico, que incluye a todos. A los que estamos y a los que no estamos, a los que por un azar entrasen al Territorio Nacional. Pero también, desde México y desde el s. XIX, la fuerza moral de la NO INTERVENCIÓN, que enarbola su bandera en insospechados países y naciones que enfrentan la intervención de alguna potencia, hasta hacerse lema nacional en euskera, como la “Autodeterminazione”, nacionalizada por la Euskalerría, del juarismo mexicano, al independentismo nacionalista vasco.
La norma Constitucional, en la cúspide de la jerarquía de las leyes, tiene una naturaleza y una materia distinta a cualquier otra, sea la más concreta, como es la contenida en un oficio, que por la tutelada por la ley reglamentaria. Debe postular un valor que impute a todo nacional y extranjero, según aplique.
Y que dicho reconocimiento, a menudo significa el enfrentamiento de aquellos que no lo consideran un derecho, y los que sí. Y es tan importante el valor para unos que para otros, que a menudo terminan enfrentándose a muerte, como ha sucedido, por ejemplo, con el carácter republicano que el pueblo mexicano eligió como forma de gobierno. Pues que finalmente, y sólo al parecer, el pueblo de México es Republicano, lo que costo casi cien años de guerra civil y varias intervenciones extranjeras.
Por eso, cuando se habla de modificar la Constitución o derogarla, yo llamo a la prudencia: por el sólo invocar su derogación, exigirá de ya, varias decenas de miles de muertos y muy antes de ello, muy listos también ya, a morir por ella. Pues además de normas, está escrita también con el sacrificio de sangre y plomo de ascendientes nuestros, mexicanos y extranjeros. Y de traidores, que también lamentamos.
No basta un “deber ser” para ser una norma, cuya vigencia nos haga felices a todos y que todos exijamos sea cumplida, seguro que constituye una obligación que estaremos orgullosos de cumplir.
Debemos distinguir también de su incumplimiento por incomprensión, error, incluso por no estar de acuerdo con ella, lo que apareja una sanción y pena ejemplar y proporcional a la falta, del incumplimiento sistemático, que además difunda y promueva su desacato generalizado, cuya sanción será de grado y gravedad de los delitos contra el Estado. Que afecta -como la violación- a toda la sociedad no sólo como nación, sino como país, como Estado -el tráfico de armas, por ejemplo.
La Constitución Promulgada en 1857, causó gran satisfacción en prácticamente todos los mexicanos. Porque en ella descansan contenidos los Principios y demandas “más caros para los mexicanos que la propia vida” (Plaza de Los Reyes, Pamplona), derechos propios, nuestros, que sin embargo, ciertos mexicanos, gobiernos demagogos y extranjeros imperialistas siempre procuran menoscabarlos, negárnoslos y ¡Quitárnoslos!
Nos hicieron a todo el pueblo luchar por recuperarlo. Hicimos otras guerras ¡Otras guerras! Así lo hicimos todo el s. XIX.
Así lo hicimos hasta cuando ganamos y reinstalamos las Leyes de Reforma, Pero no nos bastó, necesitamos más libertad y condiciones laborales de mayor justicia, toda vez que las Leyes de Reforma daban para más, pero su protector, el vencedor de los conservadores y franceses, Porfirio Díaz, las contenía y contenía la libertad del pueblo, para que no luchara por sus aspiraciones de justicia, que son también, de mera dignidad universal.
Hicimos entonces la Revolución, que una vez triunfante, supo constituir un Estado que recuperó lo más glorioso de las luchas y guerras, de nuestras aspiraciones, de gobiernos y de los hombres, buenos y malos: el sistema administrativo de la Colonia, lo valioso para el s. XX de los conservadores como Teresa de Mier y el Centralismo, los gloriosos ejemplos, arquetipos de hombre universal, incluso del Porfiriato (la unidad y la visión de progreso), el sistema político mexicano logró integrar de los enemigos y contendientes, igual que de las experiencias de latitudes extranjeras, aportaciones valiosas, todas aplicadas en atinada medida, a los anhelos y Proclamas de la Revolución Mexicana y para la mejor redacción, mandatos e interpretaciones de la Constitución de Querétaro, de 1917, para un feliz resurgir de la nación mexicana los siguientes 50 años.
Los motivos que nos alejaron de tales virtudes, ya han sido comentadas en este y otros artículos anteriores.
El vigor de estas cuatro entregas de mi SONORA QUERIDA, emerge aquí, en la virtud mayor de aprender del pasado y sobretodo, aprehender de él y ser capaces de incorporar lo mejor, integrarlo al proyecto de los nuevos anhelos de la sociedad desarrollada, que más madura, debe cosechar el producto de la sangre y la explotación de los que fuimos víctimas, y no, además del sacrificio, demoler aquello por nosotros construido.
Próximos a emitir el voto, en las elecciones de mayor trascendencia, así anunciadas por el gobierno, pues de mayor población y de mayores cargos de elección popular en juego, también por ser las más violentas, por cuanto hace a homicidios de candidatos.
Y especialmente porque los decesos se dan, en un 90 y tanto por ciento, en contra de candidatos de partidos opositores. Y es ineludible sospechar del “abrazo, no plomazo” y la ley de amnistía que de hecho el Presidente ha dictado, en favor de los narcomerciantes, aunque disfrazado de una medida en contra de su enemigo Felipe Calderón y su “ineficiente” guerra contra el narco… Aunque también vaya contra la ley, lo que no importó tampoco al primer Mandatario de esta nación.
El futuro para Sonora es desalentador, pues en la recta final aparecen dos sonorenses suficientemente identificados con grupos que han hecho de la Constitución y del Estado de Derecho, los anteriores 35 años, cada cual por su lado, la situación más indeseable e inmerecida para México.
Por cuanto a Poncho Durazo, un hombre que públicamente no vale nada, ni con todo el esfuerzo que haya hecho en la actual Alcaldía Cuauhtémoc, en 1985, durante el terremoto y los actos posteriores de rescate y reubicación de la gente, bajo las órdenes del mochiteco Enrique Jackson, como luego con Colosio, con quien se integró en 1989, en marzo.
En aquel período destacó su amplia eficiencia en el manejo de la agenda, impecable en su aspecto físico, tanto externo como interno. Aunque desde mi particular y quizá desacreditada opinión, dio claras muestras de jugar para sí, alejando sonorenses ajenos a él y con descuidos que pudieron terminar en graves quiebres, como aquel, de cuyos efectos contrarios a las pretensiones del jefe, busqué aminorar, que al llegar a las oficinas del piso 1 del edificio b de Insurgentes norte, en las oficinas del presidente del PRI, en la gran antesala, sentados modestamente, José Francisco Ruiz Massieu y Rodríguez y Rodríguez, como si fueran dos desconocidos, a quienes pasé rápidamente a una pequeñita sala interior y le informé a Durazo -ignorando para siempre si fue descuido o intencional.
Después del deceso de Colosio, hubo vagas declaraciones desafortunadas y no participó en los esfuerzos de esclarecimiento, en los que comprometidos hasta la muerte, participamos Samuel Palma y yo, con el apoyo inconstantes de otros tres o cuatro colosistas (¿o debería decir, excolosistas), en 1995, cuando enfrentamos a Raul y Carlos Salinas de Gortari y a Manolo Camacho (que Dios tenga en su ancha gloria). No había más.
Después se ha dicho que vendió los secretos de Colosio a Fox. Y que luego se fue con AMLO, a quien vendió los secretos de Fox y de Colosio. Pero onde para nada parece, a aquel joven ingeniero que sirvió de particular de Colosio y que una vez muerto él, supo y ha sabido deshacerse de los amigos que lo acompañaron hasta aquel 1994.
Cabe mencionar que ante la tragedia de la Guardería ABC, supo guardar cobarde silencio. Al igual que ante la contaminación provocada por la negligencia de Grupo México, en la sierra de Sonora, su sierra, mi sierra, su silencio e influencias en la solución del problema y la acreditación de los responsables (ninguno, para variar, hasta la fecha), nada. Poncho, de Poncho, es mejor, nada esperar.
Y el Borrego Gándara, quien cuenta una larga trayectoria política, desde los 25 años era ya muy visible, como jefe de Audiencias de Palacio Nacional, vinculado desde entonces, y con gran lealtad a Emilio Gamboa, ha sido todo justamente esa larga lealtad, paradójicamente, le ha impedido tres veces ya, ser gobernador de Sonora, pues el Borrego ha sido siempre muy Gamboa, para que Beltrones lo permita.
Salvo hoy, que tienen los del grupito de tres más dos de Sonora, problemas para conservar el poder del estado que han ostentado por más de 30 años, ahora es cuando le dicen al Borrego, “tú eres, Borre, tú eres, con el cutis en la mano-“.
Si bien el Borrego ha sido parte externa de quienes en 30 años han hecho de Sonora un retraso de vergüenza, en todos los renglones, gastándose en lo económico y en lo moral lo que los distinguidos ancestros de estos, hicieron y construyeron la Sonora moderna, en la que mujeres y hombres de 50 o más años crecimos orgullosos de ser más ricos que Arizona, de ser los mayores productores de ganado, de haber sembrado el desierto cuatro veces más grande que el de Israel y de tener, para 1973, los mejores servicios públicos y particulares del país.
Que si bien es de la bandita esa que constituye nuestra clase gobernante, la misma del de la guardería ABC, la misma de los niños desaparecidos del DIF de Padrés y de la actual gobernadora, hoy corresponsable, por no haber averiguado ministerialmente nada al respecto, del Borrego, algo podemos esperar:
Porque resulta que el candidato de esa coalición ciudadana de amor imposible, en la que al parecer el único ciudadano es él, también es Gándara.
Y Gándara significa una clase empresarial mexicana única, surgida de la Revolución, con valores sociales bien inculcados, honestos, con aprecio por la formación, por el trabajo y el desarrollo ante la adversidad, cuesta arriba, de la modestia en el vivir y el de ocupar la mente en asuntos que tanto ilustran como afectan a la sociedad. Con preocupaciones en lo inmediato social, sea Hermosillo que Cananea. Atentos a preocupaciones que afectan a nuestra sociedad, esta, donde vivimos, como a la mundial, a la sociedad mundial, donde también vivimos. Visión carente por la mayoría de los sonorenses.
Por eso Gándara desde muy joven supo ver y comprender situaciones del mundo o del poder, ajenas por completo a la mayoría de los mexicanos y si los valores los conserva, como no me cabe duda, tendrá la oportunidad esta vez, por fin, de ser para Sonora, lo que de Sonora, mi querido Borrego, a querido hacer.