Sara Lovera
Los primeros resultados de las elecciones de este 6 de junio dejaron en claro la capacidad y eficacia de la más importante creación del periodo de transición a la democracia: el Instituto Nacional Electoral (INE), por su capacidad organizativa y logística y su convocatoria a ciudadanos y ciudadanas que estuvieron en las casillas, mayoría mujeres, por los lineamientos para la contienda, cuidando la paridad, las reglas contra candidatos violentadores y el despliegue didáctico para la emisión del voto.
Los resultados preliminares son una gran sorpresa. Desde que votamos por la jefatura de gobierno en 1996, el bastión de la socialdemocracia fue la Ciudad de México, gobernada consecutivamente por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y sus conversos a Morena.
Esta vez, el rechazo a Morena en la mitad de las alcaldías, con consecuencias desastrosas para ese control, fundado en parte por una conducción liberal que ayudó a reformas favorables para las mujeres como la interrupción legal del embarazo, los matrimonios igualitarios, las agencias de delitos sexuales, el divorcio exprés, la patria potestad compartida, los refugios para mujeres violentadas y la atención a los cánceres femeninos.
Hasta ahora Morena había perdido ocho de las 16 alcaldías. Ello refrenda la histórica y consistente política de escucha al feminismo. ¿Cómo impactó la revuelta feminista de nuevo cuño? Lo sabremos después, pero no dudo que ese fue un factor decisivo en la capital. Hubo recomposición, en el Congreso y en muchas capitales de la República.
De paso, el voto capitalino estaría por sepultar al apoyo populista antiguo del control bejaranista —la pérdida de Dolores Padierna en Cuauhtémoc—, control que creció y multiplicó tras los sismos de 1985. Hoy presenciamos un nuevo comienzo. Además, por primera vez habrá ocho alcaldesas, cuatro de Morena y cuatro de la oposición PAN/PRI/PRD.
La organización y la voz de las mujeres en la ciudad, según todos los estudios, ha sido cardinal para mantener a la ciudad en manos socialdemócratas durante cinco sexenios, incluido el de Claudia Sheinbaum Pardo. Pero la debacle es resultado inequívoco de la indiferencia de Morena a las demandas feministas, los feminicidios y la impunidad.
Hubo, me dirán, otros factores, como la L12 y la pandemia; no obstante, la movilización de las colectivas, su alianza con las buscadoras y víctimas indirectas del feminicidio y la enorme marcha de marzo de 2020, es una variable real para el rechazo al oficialismo.
Ahora, el reto será mantener viva la movilización y la vigilancia para conservar lo ganado en los últimos 40 años. Un reto, porque se enfrentará a gobiernos municipales del PAN y el PRI, por lo que cobra relevancia la sistemática, temeraria y creciente voz de NosotrasTenemosOtrosDatos, mujeres que este lunes —no obstante que todos los focos están en la elección— protestaron en la Suprema Corte de Justicia para rechazar la reglamentación de la maternidad subrogada. Los votos también apuntan al debilitamiento del feminismo institucional y de estado. Lo veremos en el correr del tiempo.
Nos falta saber cómo quedará el Congreso de la ciudad y las diputaciones federales. Habrá que ver qué tan fuerte será una bancada empática con la agenda de las mujeres en el Congreso Federal. Pero las feministas cuentan, siguen contando, y su comprensión sobre la importancia del INE abona a la democracia. Tanto como su enorme fuerza y sus alianzas asertivas. Este movimiento, además, está listo para dar la batalla por recuperar la política y los programas perdidos con visión de género, así como la Comisión de Víctimas y los atentados contra los refugios, los comedores populares y claro, el gran pendiente, la ILE nacional. Veremos.