C O N T R A P O D E R
JUAN ANTONIO TORRES
Las elecciones ya pasaron a la historia, vienen ahora el recuento de los logros y por supuesto, los daños a los hombres del poder.
Javier Corral Jurado, el segundo panista, que llegó a la Primera Magistratura del Estado, les prometió todo a sus conciudadanos, en octubre del 2016, al tomar las riendas de una entidad briosa, llena de contrastes, pero también plena de retos y desafíos en lo político, en lo económico y en lo social.
Una entidad, que había sido saqueada, por el ex titular del Ejecutivo estatal, César Horacio Duarte Jáques y sus principales testaferros, como nunca se había visto en los últimos 50 años de vida institucional del estado más extenso del territorio nacional.
Ciertamente, Corral Jurado, recibió un estado en la quiebra, en lo que se refiere a sus finanzas, como resultado de los malos manejos en ese contexto de Duarte y su brazo derecho en la secretaria de Finanzas, Jaime Herrera, quien a la sazón lo traicionaría y se convertiría en un “testigo protegido” del Nuevo Amanecer.
En toda la pasada administración se respiraba la podredumbre en todas y cada una de áreas del pasado régimen de gobierno. Era el distintivo, el sello que había dejado de forma indeleble, el hampón parralense, con charola de gobernador.
Su misión fue atracar el erario estatal y vaya que lo logro!
Hay que decirlo, se esperaba mucho de un personaje que como Corral Jurado, desde su narrativa de legislador de la Cámara Alta, pintaba para hacer muchas cosas, para marcar un contraste de lo que había realizado su antecesor en el sexenio pasado.
Para marcar un punto de inflexión entre lo hecho por Duarte y lo que efectuara, Corral.
Por desgracia, fue mucha la verborrea, la retórica del todavía responsable del Ejecutivo estatal, pero pocos, demasiado pocos los hechos, los resultados a la vuelta de los ya casi cinco años en el ejercicio de su función pública.
Un tipo como César Duarte, quien se sabía protegido desde Los Pinos, por su huésped principal, Enrique Peña Nieto, al que tenía que sacarle todo el provecho posible, antes de que dejara la presidencia de la República, que también saqueada, como no se había visto en los últimos sexenios por parte de sus antecesores, Felipe Calderón, Vicente Fox y Ernesto Zedillo, por citar solo algunos de ellos.
Desde el primer día de su mandato constituciona, Corral se afanó en destacar las corruptelas, los trastupijes, las trapacerías de su adversario político, que para nadie eran un secreto de Estado, o alguna novedad. Pero no solo en darlas a conocer a los medios, en su gran mayoría maiceados y controlados por Duarte Jáques, sino también en perseguirlo y capturarlo por cielo, mar y tierra, al igual que a sus principales escuderos, para que sus bonos políticos subieran como la espuma, ya no solo a nivel estatal, sino en el concierto nacional.
Quería ser el primer gobernador panista, que metiera en la cárcel a su predecesor, para catapultarse en lo político.
Bajo ese esquema se la paso literalmente casi cuatro años, hasta que el 8 de julio del 2020, fue detenido en Miami, Estados Unidos, César Duarte, tras una entrega concertada entre el ex presidente de los Estados Unidos, Donald Trump y su homólogo mexicano, Andrés Manuel López Obrador.
La persecución fallida por los primeros cuatro años, le cobró factura, pues su credibilidad, se fue por los suelos, ante el imaginario colectivo, quien le reclamaría en las urnas del 2018, sus pésimos resultados como gobernante, a la luz de los fracasos, en materia de seguridad, de obra pública, del manejo de la deuda pública, del evidente fracaso en salud, de su descarada intromisión en los otros poderes, como lo fue en el legislativo y en el poder Judicial del Estado, quitando y poniendo titulares plegados a sus intereses unipersonales.
Si César Duarte, hizo lo que quiso, pasándose por el arco del triunfo la división de poderes, Corral lo rebasó con creces.
Hoy, Chihuahua, por desgracia para sus conciudadanos se percibe un marcado retroceso, o una involución en el área de seguridad pública, y en el manejo de la deuda pública.
Por citar dos áreas álgidas.
A guisa de ejemplos, Chihuahua, está a punto de contabilizar poco más de 11 mil ejecuciones como resultado de la lucha encarnizada entre las diferentes bandas del crimen organizado que se pelean el trasiego de las drogas a los Estados Unidos. Sobran los municipios en la vasta entidad norteña, que hoy son rehenes del hampa organizada. Ya no son solo los municipios de la zona serrana, sino también de ciudades medias y que se puede decir de las urbes como Ciudad Juárez y Chihuahua, donde los crímenes dolosos o de alto impacto, son ya parte de una cotidianeidad o si usted me lo permite, parte del paisaje que se observa por propios y extraños.
Había prometido en su toma de posesión, devolver a sus conciudadanos el sosiego, y que los delincuentes se tendrían que ir de la faz de Chihuahua.
Palabras huecas, retórica pura.
En lo que respecta al manejo de la deuda pública, Chihuahua es un lastre.
Hoy Chihuahua, tiene una deuda cercana a los 62 mil millones de pesos. Es la tercera deuda per cápita más alta de México. Cuando Duarte dejó el gobierno la deuda rondaba en poco más de 50 mil millones de pesos.
No son pocos los chihuahuenses que se preguntan que se hizo con los más de 12 mil millones de pesos con los que se endeudó Javier Corral, en el curso de su zigzagueante administración, en la cual no hay ni una sola obra pública que destacar en ninguno de los 67 municipios de la entidad. Para no creerse, pero no hay un sola que quede registrada como una emblema o un distintivo de lo que hizo el gobierno del “triste despertar”, perdón del Nuevo Amanecer…
Una universidad, alguna carretera, un hospital, nada,
Da pena, decir que Corral, en sus cinco años de desgobierno, no pudo inaugurar una sola obra que valiera la pena.
Bajo el tema de salud, Pensiones Civiles del estado, se encuentra en la quiebra, en números más que rojos. Al borde del cierre total.
Eso en lo que se refiere a su quehacer administrativo.
En lo político, el recuento de los daños para su causa ha sido mucho peor.
Logró la captura de su némesis, César Duarte, pero lo más lastimoso, es que lo logró ya cuando había perdido todo el efecto deseado por la lupa social y la opinión pública. Pero además Corral, aseguraba que sería extraditado a principios de este año, para fortalecer su imagen y credibilidad, sobre todo para dañar en forma paralela la candidatura de la ex alcaldesa de Chihuahua, María Eugenia Campos Galván, ligada por el tema de la “nomina confidencial” al ex gobernador de Chihuahua.
Pasaron los comicios y Cesar Duarte, ni sus luces.
Nunca pudo descarrilar de la contienda política, a la candidata del PAN, por más golpeteo que le pudo haber endilgado; lo único que logró fue hacerla mártir o víctima de sus afanes de venganza, a tal grado que los chihuahuenses, le dieran el voto de confianza mayoritario en 50 municipios que percibieron el hostigamiento corralista, como una persecución política, para pretender imponer a uno de sus incondicionales como fue el caso de Gustavo Madero, quien al medir fuerzas con Campos Galván en la contienda interna, fue superado con relativa facilidad.
La soberbia y la prepotencia que le han caracterizado de siempre al empresario y ex jefe de gabinete de Corral, lo llevaron a perder la senaduría a manos del morenista, Cruz Pérez Cuéllar, en los comicios del 2018.
Las dos fichas que jugó Javier Corral, terminaron oxidadas. Por un lado, Madero Muñoz, pero también su monigote, Miguel Riggs, a quien había llevado primero como sindico de Chihuahua, para que le cuidara las manos a Maru Campos, desde la alcaldía y luego como candidato a diputado federal, que ganó de forma contundente. Pero luego lo quiso llevar a la alcaldía, haciéndolo candidato por MC, un partido que no pintaba, y mucho menos en la capital del estado.
Le fue como en feria.
Se fue a un cuarto lugar. Y ahí termino su historia en la política. Todo gracias a su mecenas, Javier Corral, quien termina como nunca se lo hubiera imaginado, devaluado al máximo, pero también dejando en la ruina a Chihuahua, con una espiral de violencia que amenaza con salirse de control en los dos meses y días que le quedan.
Y con graves problemas por el tema del agua, que podría desencadenar una crisis con los hombres del campo, que ven cómo pasan los días y nomás no llueve, las presas sin el vital líquido, que tuvo un pésimo manejo por parte de AMLO, que le cobraría una carísima factura a la hora de que las urnas emitieran su voz, en contra de las huestes morenistas encabezadas por Juan Carlos Loera de la Rosa, un personaje ruin, mentiroso, ególatra, -quien nunca había ganado una sola elección-en la mayor parte del territorio chihuahuense con excepción de Ciudad Juárez, donde el PAN, no pudo penetrar como lo hizo en la zona centro, región noroeste y zona sur de la entidad, donde arrollaron al PRI, a Morena, PRD, y MC.
Si Javier Corral, desde mi óptica, el peor gobernador de Chihuahua, juraba que se proyectaría a futuro para buscar una hipotética candidatura presidencial, sus sueños, sus quimeras se fueron al caño, Porque valga el comparativo, o la analogía:
Le crecieron “los enanos”:
La ex alcaldesa, Maru Campos, creció y creció hasta derrotarlo de todas, todas.
El senador morenista, Cruz Pérez Cuéllar, también se creció al castigo, y le ganó de calle a su alfil, Javier González Mocken, la presidencia municipal de Ciudad Juárez, una de las 10 urbes más importantes de todo el país.
Javier Corral, no se cansa de presumir y repetir como loro viejo, que siempre fue un gobernador honesto, que nunca se ha robado ni un cinco, y que también nunca transó con los malosos.
Lo mismo decía Duarte, que eran mentiras todo lo que se decía en contra de él. Juró y perjuro que nunca huiría a los Estados Unidos, una vez que concluyera con su mandato constitucional. Incluso llegó a decir, que se regresaría a vivir a su casa en su natal Parral, donde invitaba a quien gustara a tomarse un café, que desde luego no cumplió, porque salió poniendo los pies en polvorosa huida….
No es lo mismo decirlo pues, que demostrarlo.
Ya vendrá, María Eugenia Campos, su virtual sucesora, que lo pondrá en su lugar, para ver si es cierto, que fue un alma de Dios, como gobernador.
O resultara todo lo contrario, todo un delincuente de cuello blanco, muy similar a lo que fue, César Duarte.
Ya veo a Javier Corral, huyendo del embate judicial y mediático por parte de la futura gobernadora, María Eugenia Campos Galván, y que muy probablemente tendrá que implementar, su abogado de cabecera, Francisco Molina Ruiz, futuro fiscal del Estado. Ya en tiempos pretéritos, procurador de Justicia en el estado en los tiempos de Francisco “Pancho” Barrio.
Ya lo dice un viejo adagio:
“Quien siembra vientos, cosechara tempestades”…
Bien podría decirle, César Duarte a Javier Corral, desde donde se encuentra recluido en una prisión de la tierra de las barras y las estrellas:
“Como me viste, te verás”…..