Laberintos del Poder
Emilio Trinidad Zaldívar
Hoy se encuentran extraviados, absortos por lo que ven sucede alrededor de la política, de la que ya parecen ajenos; conscientes como están, por la escasa simpatía que tienen de los ciudadanos; se saben simuladores de cambios que durante décadas ofrecieron y jamás cumplieron; sí, son los priistas que hasta hace pocos años se embriagaban de poder.
No tienen verdadero líder ni rumbo a dónde ir, cuando ésta debiera ser la hora de dejar atrás tanto daño hecho a México y tratar de renacer con rostros nuevos, con mensajes diferentes, en tiempos en los que la torpeza y brutales errores de quién se dijo diferente y prácticamente los sepultó en el 2018, pudieran ser la mayor oportunidad para intentar exponer otra cara, una nueva oferta política que atraiga a tantos decepcionados de una transformación que no llega, pero sí nos lleva por días y noches de pesadilla, entre muertes, crisis económica y sanitaria, desempleos, tragedias, abrazos para criminales y narcotraficantes que tienen permiso para masacrar, para asesinar, para gobernar territorios.
Hoy, ¿qué diputado priista, senador priista, gobernador priista o priista en la banca puede decir y saberse con posibilidades de alcanzar la Presidencia de la República en el 24? Porque sus saqueos, arrogancia, abusos, mentiras, corrupción, siguen calando en la mente de los mexicanos que no les quieren confiar una vez más su voto.
Eso debe tener al Emperador Obrador torcido de risa, sabedor de que aún con los 26 muertos del metro; los más de 300 mil fallecidos por la pandemia; los más de cien mil muertos por los balazos porque rechazan los abrazos; los miles de desempleados; los 12 millones más de mexicanos en miseria extrema, no son suficientes problemas para que le arrebaten la presidencia y con cualquiera que ponga de sus sumisos colaboradores -incluido su ex chofer Nico- ganarían sin mayor preocupación.
Y mientras distrae con el tema de su sucesión que él mismo abrió para quitar la presión y atención de tantos fracasos de su nula transformación, los ya ubicados por él en el arrancadero de una pista que aún no se construye porque faltan poco más de dos años para ello, sacaron sus misiles para dar y repartir.
Los que terminaron en el cuadrilátero fueron la hasta hoy blindada Claudia Sheinbaum y su mejor y más experimentado secretario, Marcelo Ebrard, que digan lo que digan y hagan lo que hagan, aún con el respaldo necio de López Obrador, sufrieron heridas que tardarán en sanar y que los ciudadanos en su momento valorarán.
Libre de ese golpeteo y sacando raja política de esa estrepitosa caída que por el metro tuvieron esos dos colaboradores del presidente, el líder del Senado y por ello representante de otro Poder, Ricardo Monreal, ya anunció que en su momento y jugando con cartas sobre la mesa, buscará obtener el respaldo del Partido Morena.
Sus credenciales y éxitos parlamentarios son de altas calificaciones. Ha pasado por San Lázaro, por el gobierno de Zacatecas y hoy al frente de parte del Poder Legislativo, es en automático un duro contrincante a los intereses del tabasqueño, que lo respeta, lo busca, le pide apoyo, lo obtiene, pero sabe que él es de cuerda o mecate flojo y tiene su proyecto de nación propio y muy definido.
En cambio, la Jefa de Gobierno de la CDMX, que debería mostrar aunque simule un poquito de autonomía porque fue electa y no nombrada por el que se siente convocado por Dios, no tiene proyecto propio, sería la continuidad total del de Macuspana, al grado de también decidir vivir en el Palacio Nacional y pedir línea al que se irá a “La Chingada”.
Marcelo está amarrado porque es empleado del presidente y si éste así lo decide, lo puede enviar de nuevo a Francia para desde allá soñar con dormir en Los Pinos.
Es el más experimentado y preparado de todos los colaboradores de López Obrador y no está dispuesto a sacrificarse por segunda ocasión, luego de aquella declinación a favor del hoy jefe del Ejecutivo, al que dicen le entregó enormes sumas de dinero para su campaña y por ello aquel después lo protegió, lo defendió y lo incorporó al gabinete.
Marcelo, como en su momento Manuel Camacho con Salinas de Gortari, hizo con Andrés Manuel López Obrador un “pacto” para sucederlo, pero los pactos se olvidan o se rompen.
Sea como sea, Ebrard Casaubón también mide sus alcances, cuenta sus fichas, revisa y calcula sus posibilidades, analiza quienes y cuantos le deben favores, y luego de ello, como sin duda pasaría con Monreal Ávila, en una de esas se va con otras opciones políticas si no es el favorecido por el dedo, que no por el Partido.
Y mientras todo esto ocurre, tanto Sheinbaum como Ebrard, buscarán revivir los golpes que ya se le han dado al ex gobernador de Zacatecas, cuando hubo publicaciones que afirmaban era dueño de diversas propiedades en su tierra natal, que tenía gasolineras, hoteles, ranchos y diversos negocios más.
Si alguien lo denunció por esos rumores, jamás logró eco o jamás pudo probar un enriquecimiento de esa naturaleza, porque políticamente Ricardo Monreal goza hasta hoy de cabal salud y es uno de los servidores públicos más buscado, más respetado, más seguido, analizado y es tema de todas las mesas y reuniones de analistas y columnistas.
El zacatecano dará nota todos los días y eso tampoco gusta al que quiere una corona en lugar de un sombrero.
Pero como en política todo puede suceder, los años que faltan para la decisión pueden desgastar y acabar con los que más se asomen o más equivocaciones tengan, y en una de esas como suele ser de ocurrente, López Obrador podría sacar o promover a otra carta.
Sea como sea, Marcelo Ebrard es con mucho el más sólido y confiable secretario; Claudia Sheinbaum es la más leal y sumisa empleada y Ricardo Monreal el que por su posición puede tener mayor libertad aunque desde el Palacio lo vayan a intentar detener.
El caso del PAN, aún y cuando salió fortalecido de la reciente elección, en su oportunidad se darán con todo Ricardo Anaya, María Eugenia Campos, Mauricio Vila, Mauricio Kuri, Gustavo Madero, Marko Cortés, y los que se acumulen, que a diferencia del PRI no tienen sobre sus hombros tantos agravios a los mexicanos, a pesar de Vicente Fox y Felipe Calderón, lo que les dará bastante respaldo ciudadano si es que se ponen de acuerdo para ir juntos desde ya, sea quien sea y resulte su mejor carta para la contienda.
Y si en dos años no nace una real figura que pueda ser respetada y respetable del PRI, y los panistas no hacen equipo con tanto gallo que hoy tienen, Morena, o más bien López Obrador, les volverá a ganar la Presidencia, y terminará, como suele hacerlo en sus mañaneras, riendo a carcajadas, a pesar de sus mentiras, de sus fracasos, de masacrados, de una pandemia asesina en mucho por la torpeza de autoridades, de su complicidad con hermanos, colaboradores y familiares corruptos y expuestos públicamente por periodistas muy incómodos, pero que sí saben investigar.
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