-Victor Roccas.
Seguramente para este momento el amable lector ya fue informado de la “antesala” de banqueta que el Gobernador de Michoacán, emanado del PRD, Silvano Aureoles Conejo realizó el día 29 de Junio del presente 2021 a las afueras de Palacio Nacional en busca de una entrevista con Andrés Manuel López Obrador quien simplemente no le recibió.
Por ello dispenso este relato…
Mmmmm… Qué tiempos aquellos en los cuales la ideología de izquierda unió los corazones de algunos políticos probos tan solo hace unos años, como olvidar esa maravillosa conjunción de ideales humanistas, libertarios, sociales que un puñado de hombres y mujeres conjuntó conculcando un sistema de castas, prejuicios, discriminación pero ante todo de corrupción institucional.
Oh… Qué días aquellos, en los cuales Cuauhtemoc Cárdenas, hijo de la revolución, del partido y de uno de los presidentes más celebrados de México, oh Cuauhtemoc… personaje que jamás sufrió carencia alguna, pobreza, discriminación, vejaciones, un individuo que gozó plenamente de una vida pletórica de oportunidades, conocimiento, educación, riqueza, literalmente un mundo a su disposición que seguramente le revolvió el estómago dando cuenta de la desigualdad social, la ignorancia, la pobreza, el hambre, la falta de oportunidades que se mantenían, aún con todo y el Tata Lázaro, en un país post-revolucionario sumergido en la desigualdad, como si la revolución nunca hubiera sucedido al igual que el Tata.
O donde Porfirio Muñoz Ledo, el Delfín, uno de los hombres más inteligentes que dentro de la politiquería a la mexicana post-revolucionaria se han gestado y es decir poco teniendo en cuenta la cueva de ladrones en la cual se erigió como un personaje sin duda admirado por su sagacidad y conocimientos y que al igual que el Junior del Tata Lazaro en algún momento su vida derivó en una Epifanía de servicio al mundo, a la humanidad, que restituyera de pronto y de manera totalmente desinteresada todos esos años entre oportunistas, rateros, hipócritas, rastreros, traidores al fundamento de la Revolución, pero eso si todos, incluido Porfirio, con años de lealtad absoluta al partido, sin embargo Don Porfirio despreció al PRI en aras de, insisto, un mundo mejor, un México igualitario… y de refilón a un México que le restituyera nuevamente su reclamo a la presidencia pues verdaderamente, y con la penita, pero el PRI le quedó muy mal que caray.
O cuando Andrés Manuel Lopez Obrador, personaje de leyenda, defensor de los pobres, adalid de la honestidad valiente, fue aún muy a su pesar criado en los sótanos pestilentes del Partido Revolucionario Institucional, sirviente leal de la demagogia, del presidencialismo, aprendiz aventajado de la genuflexión ante cualquiera para ascender un poquito cada día, a pesar de haber probado las mieles del institucionalismo y vivido bajo el resguardo del presupuesto, pero que gracias a esa aura de honestidad valiente su plumaje no se mancho saliendo impoluto, más consiente (sic), más optimista, ¡un Gandhi!, ¡un Jesucristo! (según modesta opinión de Antonio Attolini Murra) con el deseo de transformar a México… tal vez utilizando la metodología institucional “arcana” del PRI pero no importaba, lo importante era, es la esperanza de un pueblo bueno y sabio en un rayito de luz que iluminaría a todo México.
Y como olvidar también a Silvano Aureoles Conejo… Ay Silvano, Silvano, su vocación fue el campo, la tierra, sus intereses residían en el bosque tropical, la naturaleza, la agronomía, seguramente se imaginó así mismo creando y desarrollando algún día nuevas técnicas de beneficio agrícola para apoyo de las pobres comunidades rurales de su natal Carácuaro, por ello estudió para ingeniero agrónomo, desafortunadamente el destino nos arrebató un invaluable especialista del campo pero Dios nos devolvió un intachable luchador social que no tuvo más remedio que transmutar su lucha sumándose literalmente a la grilla, y que aún cuando le resultó una minita de oro obligándolo a usar trajes de $300,000 pesitos seguro que jamás olvido sus anhelos sociales de bienestar y servicio a los más desprotegidos.
Pues así mis estimados lectores a estos cuatro paladines se les ocurrió la original idea de unir sus educativas experiencias, sus años de sacrificio, todo ese alud de talentos, de servicio social para sin ánimo de lucro, vaya pues sin retribución alguna, totalmente como una acción de heroicidad patriótica para entonces hacer algo radical, algo diferente, novedoso, algo como.. ¡¡Fundar un partido!! ¡Así es mis estimados lectores!
Porque fundar un partido no es cualquier cosa, fundar un partido implica el sacrifico de seguir mamando del presupuesto pero muy a fuerzas o como se define coloquialmente ¡casi a huevo!, fundar un partido pone a prueba la necesidad de prometer y sufrir los embates de tristeza propia al no cumplir, fundar un partido requiere aceptar la pesada carga de elegir por todos a los candidatos por muy majes, rateros, transas, corruptos y desleales que estos puedan ser y después imponerse la tarea de dirigir a toda esa recua de ojetes en el poder imponiéndoles primero y ante todo los intereses personales del partido, sin duda un peso que pocos patriotas pueden cargar, fundar un partido implica la titánica tarea de cazar incautos, que estará de acuerdo el lector son muy difíciles de encontrar en México. Pero sobre todo fundar un partido es un estigma de corrupción que seguramente estos hombres probos intentaban cambiar a pesar de soportar con estoicidad un sistema electoral corrupto que les permitía vivir en opulencia republicana y democrática aceptando con valentía el terror a la muy remota posibilidad de que el nuevo partido fundado estuviese repleto de corruptos que eventualmente le darían más mala fama al partido convirtiéndolo en un nido de ratas oportunistas y desleales a cualquier ideología de bienestar social, pero no importaba su sacrificio lo valía…
Y aún a pesar de todo estos cuatro caballeros andantes acompañados de otros figurones de la izquierda fundaron la joya de la corona, el partido del pueblo, que no era aún ni sabio ni bueno pues en aquellos ayeres a nadie se le ocurrió el slogan, pero si dedicado al pueblo y lo llamaron ¡Partido de la Revolución Democrática!, evidentemente para diferenciarlo perfectamente del Partido Revolucionario Institucional y marcar de inicio las ¡grandes diferencias ideológicas pero por supuesto!
Que tiempos aquellos estimado lector, que libertad se anticipaba, cuanta justicia, igualdad, más honestidad (todavía no era valiente pero era muy honesta), pero sobre todo una lealtad y un compromiso que rayaba literalmente en el amor al prójimo, que tiempos aquellos Porfirio, qué tiempos aquellos…
Lamentablemente como todo en la vida los cambios son una constante, excepto claro que el PRD aún existe y sigue percibiendo muchos millones de pesos al año supongo como tributo a ese maravilloso intento que lamentablemente y provocando un inmenso dolor en el alma de sus fundadores fructificó en nada bueno para el pueblo, pero si fructificó en centenas de oportunistas de mala calaña que ahora debemos mantener en prácticamente todo reducto público institucional porque el PRD sigue endilgando candidatos, líderes, burócratas y trásfugas a esta maravilla de democracia “partidocrática” gracias a nuestro voto voluntario…
Pero no distraigamos esta historia de amor que hoy concluye con la figura de un Cuauhtemoc Cárdenas ausente, un Porfirio Muñoz Ledo reticente, un Andrés Manuel López Obrador omnipresente y un Silvano Aureoles Conejo expectante (en un banquito, pero expectante al fin y al cabo) que seguramente por despecho ha encontrado en los brazos de la derecha abrigo y un hombro sobre el cuál llorar.
Así, querido lector termina esta pequeña historia de encuentros y desencuentros, de amor y odio…
que como el susurro dentro de palacio nacional claramente se escucha ¡Ay Silvano mi amor… como te odio!
Por cierto esta historia de amor y odio se complementa con un picor de despecho ante la posterior visita de Carlos Slim Helú a Palacio Nacional para conversar con el Peje a quien le ofrendó un ramillete con 12 líneas de disculpas no pedidas, una caja 12 líneas de caramelos exculpatorios, y una serenata de redención con 12 mariachis en línea para lo cuál no fue necesaria antesala ni espera pues Don Carlos tiene permitido incluso entrar por el balcón si ese es su deseo.
V. Roccas.