Palabra de Antígona
Sara Lovera *
El 23 de julio, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció por segunda ocasión que abrirá los expedientes del CISEN (Centro de Investigación y Seguridad Nacional), una de las fuentes de inteligencia del gobierno de la República, ello en aras de la transparencia. Una respuesta política a las denuncias del espionaje.
Sabemos que no es nuevo el espionaje y casi ninguna persona está exenta de que su vida entera esté documentada, no por las agencias de inteligencia, sino por los datos clasificados por las redes sociales. Hace mucho tiempo que se perdió toda privacidad. Tal vez por ello el presidente de la República dijo que el espionaje sí es un delito, pero que lo verdaderamente importante fue el desvío de recursos de gobiernos anteriores. Es decir: la corrupción.
Al presidente le preocupa la corrupción del pasado. Siempre señala, habla de quienes robaron, practicaron el desvío de recursos para sus intereses o se amafiaron. No puedo dudar lo que dice el presidente, pero tengo muchas preguntas.
¿Cuántas personas se investigaron y que sanción se les aplicó por corrupción en el manejo de las estancias infantiles? ¿Y sobre los programas de cáncer en mujeres que se atienden desde el programa Micaela (Modelo integral para la atención del Cáncer Cervicouterino Localmente Avanzado)? ¿Cuáles y donde están documentados y sancionados los abusos en la compra de medicamentos? ¿Quiénes robaron en el manejo de los fideicomisos? ¿Quiénes y dónde están los responsables del robo de hidrocarburos? ¿Por qué no sabemos los nombres, las investigaciones y las personas responsables que forman parte, presiden o manejan alguna organización social u organización no gubernamental?
Lo que sí sabemos es que una nube no identificada en concreto es “opositora” a la 4ª transformación. Pero tampoco sabemos quiénes responden a “intereses económicos” inmorales. Es decir, ¿dónde, cómo y por qué no conocemos una lista, —que debe ser enorme— de personas involucradas en la corrupción? Por ejemplo, en los comedores comunitarios, ¿cuáles fueron los desvíos en el fondo Proequidad del Instituto Nacional de las Mujeres? ¿Dónde están las acciones sociales teñidas de desvíos?
No sabemos nada de las investigaciones a pequeñas agrupaciones que tuvieron apoyos, grupos que por todo el país hacían trabajo social para las mujeres más pobres. No sabemos si alguien manipulaba los recursos de las casas de la mujer indígena y afromexicana. ¿Dónde están las o los responsables del mal uso de esos recursos? ¿Por qué el presidente habla diariamente de estos horrores y no hay nadie castigado o investigado?
En cambio, hubo graves consecuencias. El cierre de programas, fideicomisos, estancias infantiles, disminución al mínimo de recursos para víctimas, atención a derechos humanos y aplicación irrestricta de la famosa primer orden (Circular Uno del 14 de febrero de 2019) a todo el gabinete de no transferir recursos a ninguna organización social.
Todo es muy extraño. La corrupción se combate con centralización y alteración de reglas. Hoy, para tener un contrato de servicios o ventas al gobierno, ya no se hacen concursos. Hasta el 80 por ciento son contratos asignados directamente. Extraña tanta opacidad frente a discursos que no se sostienen en hechos ni datos.
Me lastima porque se afectó a las mujeres, a sus grupos y programas. Desapareció prácticamente la capacitación de género a través de agrupaciones. Algunas asociaciones cerraron y las que continúan llevan a cuestas la acusación pública de servir a intereses espurios.
Tres años después, ¿cuál es el tamaño de la corrupción? Tampoco sabemos las consecuencias de su combate. Todo es discurso político y catilinarias tempraneras dirigidas a la clientela del presidente. Veremos.
*Periodista, directora el portal informativo SemMéxico.mx