La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Se trata de personas, no de las mulas del compadre
La segunda quincena de julio, bajo la normativa del Semáforo Epidemiológico, el estado de Veracruz transitó con cuatro municipios en rojo (Veracruz, Xalapa, Coatepec y Poza Rica), este dos de agosto, arrancamos con 50 demarcaciones en el mismo tono, lo cual nos indica (sin necesidad de ser académicos y pedagogos), que hubo un crecimiento exponencial en el número de contagios y hospitalizados por COVID19.
Sin embargo, como el patrón ya dijo que llueva, truene o relampaguee hay que retornar a clases presenciales a fin de mes, Cuitláhuac García Jiménez y el secretario de Educación (de alguna forma hay que llamarlo), Zenyazen Escobar García, están empeñados en que se haga la voluntad del Tlatoani a la de ‘a huevo’.
¿Cuáles serán las circunstancias en que nos tenga la pandemia en 30 días? ¿disminuirán los municipios en rojo o aumentarán?
No lo sabemos con certeza, pero la experiencia indica que estamos en pleno rebrote y, por lo tanto, lo recomendable es tener cautela.
En este sentido, lo que Cui y Zenyazen no entienden, con todo y los palmareses que presumen, es que su compromiso debe estar con las y los habitantes de la entidad, si en lo personal le quieren quemar incienso al tabasqueño es su asunto, pero ante la ley (no hablemos de ética, concepto muy elevado para los señalados), deben responder a los ciudadanos de jarochas tierras.
Si algo hemos aprendido del inédito fenómeno que vivimos es a no realizar pronósticos locuaces, el primer confinamiento se planeó para tres meses y ya llevamos casi año y medio sin volver a la normalidad.
Así pues, los que toman decisiones deben evaluar con prudencia y responder al interés superior de sus gobernados. Nadie les culpa de la situación, si no, de su inoperancia para enfrentarla. El machismo político no es la forma.