Francisco Gómez Maza
• Lo grave es que muy poca gente está vacunada
• Y millones actúan como si hubiera pasado el peligro
La noche del sábado me fui al descanso con la noticia de que un hombre joven, víctima de los dolores intensos de la covid-19, y los demás síntomas de la covid-19, se había suicidado lanzándose al suelo en el hospital del Seguro de Los Venados.
Es la depresión y ansiedad causada que están padeciendo muchas personas, contagiadas por el virus, por sus nuevas presentaciones, sus cepas.
La pandemia del nuevo coronavirus está ahora con nuevas armas atacando a cuanto ser humano se pone en su camino. Y no va a dar tregua. Eso téngalo usted por seguro.
No lo creían los jóvenes. La mayoría de las víctimas, hasta ahora, fueron personas adultas o aquellas con enfermedades fatales como la diabetes o las relacionadas con el corazón y los pulmones. Pero los jóvenes y los niños venían esquivando la acción de SARS-Cov-2, el nombre científico del virus de la Covid-19.
Generalmente el virus no mata a los jóvenes, pero – ¡líbreme dios! – los envuelve en los horrorosos velos de la depresión y la ansiedad, que puede llevarlos a la desesperación e inclusive al suicidio, como el joven del hospital de Los Venados.
Y es que la variante del nuevo coronavirus, llamada Delta, de la cual dimos cuenta hace ya algunas lunas y soles, de acuerdo con los científicos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es la variante más contagiosa. Maria Van Kerkhove, la epidemióloga de la Organización, indicó que la Delta es hasta un 50% más contagiosa que otras variantes, pero, desgraciadamente, no será la última. Y esta afirmación es una advertencia, amigos.
La agencia sanitaria mundial alertó, el pasado fin de semana, que todas las variantes del nuevo coronavirus son peligrosas, las nuevas mutaciones pueden serlo aún más, porque el virus se va haciendo más fuerte y rápido.
Ante la peligrosidad de la situación que estamos viviendo, pareciera ocioso el llamado de las autoridades de salud, en el mundo y en México, a mantener las medidas de protección y a distribuir equitativamente las vacunas.
Hablando de vacunas, los medios informativos de la Ciudad de México, reportaron este domingo que, el sábado, prácticamente se agotaron porque cientos de jóvenes se abalanzaron a los centros de vacunación, obviamente movidos por el miedo.
Ahora, como hemos escrito más arriba, los jóvenes son el objetivo a dañar por el virus. No muere ningún joven contagiado de la covid-19. Es muy posible que no, pero qué tal los contagiados que dejan en el camino, inclusive niños. En las primeras dos tapas de la pandemia los niños parecían inmunes a la enfermedad. Han vivido poco más de un año jugando sin cubre bocas y no habían sufrido ningún contagio. Pero actualmente cada vez es mayor el número de infantes contagiados.
La variante Delta ha impulsado el aumento de los casos de covid-19 en todo el mundo, con presencia en 132 países de cinco de las seis regiones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esa variante, la Delta, es la más contagiosa de las que se conocen hasta ahora, más aún que la Alfa, que dominó la ola de contagios de principios de año.
La OMS estima que habrá unos 200 millones de personas contagiadas en las próximas dos semanas. La esperanza es que los fallecimientos no vuelvan a rebalsar los cementerios y los hornos crematorios. Qué fácil se dice. Pero es la gran tragedia de los últimos tiempos. Como si fueran verdaderas las profecías bíblicas del fin del mundo.
Los científicos de la OMS están insistiendo en la urgencia de aumentar el acceso a las vacunas, pero sin dejar de lado las medidas eficaces que se conocen: usar cubre bocas, lavarse las manos con jabón espumoso, frecuentemente; ventilar los espacios cerrados, no hacer reuniones numerosas en espacios cerrados.
Es tan sencillo. El virus en su variante Delta es un 50 por ciento más contagioso que la Alfa. Pues cumplir los protocolos. No exponerse. Si no se puede observar el confinamiento en casa, salir a la calle con extremos cuidados. Más vale ser exagerados en el cuidado personal que terminar entubados en un hospital o, entre los dolores espantosos, morir abandonados, sin ninguna atención. “Este virus se propagará si le permitimos que lo haga. Tenemos que hacer todo lo que podamos para protegernos”, subrayó Van Kerkhove, el director de emergencias de la OMS. Aunque entre lo más lamentable está el hecho de que no todos podrán ser vacunados. Inclusive dentro de los países que disponen de vacunas. Quién sabe qué harán los gobiernos de innumerables países pobres.
“La Delta es una advertencia de que el virus está evolucionando y es una llamada a la acción: tenemos que avanzar ahora, antes de que surjan variantes más peligrosas”, enfatizó Mike Ryan, de la agencia de la ONU.