* Es necesario que asumamos un hecho que, por el momento, es incontrovertible: la verdad no existe fuera de lo dicho durante la conferencia presidencial matutina. Durante su desarrollo se establecen los parámetros de lo que la realidad es y será, al menos, durante 24 horas de lunes a viernes, y quizá 36 o 48 horas durante los fines de semana
Gregorio Ortega Molina
Es momento de que los mexicanos -tanto los clasemedieros y aspiracionistas, como los identificados buenos y sabios- nos cuestionemos sobre nuestra tolerancia a la mentira y la desinformación. ¿Alguien tiene idea de dónde proceden los otros datos y qué tan veraces son? ¿Tienen sustento estadístico? ¿Son parte de una verdad revelada para preparar el reino de la 4T?
Y no es que el asunto nos trascienda y seamos incapaces de comprender. La realidad es que las decisiones se discuten en “el santo de los santos” del poder terrenal, y se asumen desde la oscuridad de la idiosincrasia de los líderes de la clica, más versados y conocedores de este poder autoritario que la mafia de neoliberales que exprimieron la fuente original de los recursos fiscales.
Lo vez del presidente olímpico y radicado en el Zócalo, es la que determina qué sí y qué no puede o debe ser verdad, o cómo puede adquirir esa especificidad de convertirse en la “neta”, tan solo por así determinarse desde la sede del Poder Ejecutivo, ¿o hay otro?
Andrés Manuel, en esta tarea matutina de informar desinformando, cuenta con dos retroalimentadores que funcionan como sembradores de ensueños, de esa ilusa idea acerca de la impunidad que desaparece y la honradez y honestidad que llegan a determinar la relación entre gobierno y gobernados. Así pues, Jesús Ramírez Cuevas y Julio Scherer Ibarra determinan que los otros datos adquieren el peso específico de las tablas de la Ley. Son más que un decálogo, pero también son eso, la Ley.
Es necesario que asumamos un hecho que, por el momento, es incontrovertible: la verdad no existe fuera de lo dicho durante la conferencia presidencial matutina. Durante su desarrollo se establecen los parámetros de lo que la realidad es y será, al menos, durante 24 horas de lunes a viernes, y quizá 36 o 48 horas durante los fines de semana.
La verdad y la realidad no existen, si no ha sido dicha o constatada por la voz y la presencia de Andrés Manuel. Él, y sólo él, es principio y fin de la 4T, de allí que haya determinado abrir la caja china, o el juego de espejos de una sucesión presidencial inexistente, porque únicamente él es todos los parámetros y toda anticipación de un futuro únicamente determinado por su voluntad.
La verdad dejó de ser un derecho, como también se han perdido otras libertades o diversos privilegios de orden constitucional; la información dejó de tener muchos orígenes, múltiples voces, pues únicamente puede y debe conocerse desde el salón de la Tesorería, de idéntica manera a como se escuchó desde el centro de la zarza ardiente.
¿Durará el reino de la 4T? La desinformación se encarga de establecer los parámetros de su permanencia, por ello la verdad y la estadística adquieren otro nivel de constatación: el tamiz de la autoridad presidencial.
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@OrtegaGregorio