Para la salud pública, social, política y jurídica de nuestro México, resultaría muy conveniente aclarar que quien debería ser un muy respetable y respetado Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, no lo es y que dicho Siervo de la Nación haya tenido —por fuerza de las circunstancias narcopolíticas imperantes— dejar en absoluto estado de impunidad al narcofuncionario del Estado que tanto lesionó la integridad de nuestro suelo y, esto no es lo peor, sino que dicho infractor penal, ahora lo critica a través de un diario de circulación nacional.
La Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, A.C., sostiene que México es un país con instituciones y que lamentablemente en la actualidad la institución de procurar justicia se ha mantenido a la expectativa, gracias a retorcidos argumentos jurídicos a fin de dejar impune el ilícito penal cometido, por quien ahora se atreve a desafiar a nuestras leyes. Esta afirmación es verídica, ya que precisamente lo que hizo el forajido del derecho de marras, fue desprestigiar, violar y pisotear a nuestra imponente y solemne Constitución Republicana. De lo expuesto surge necesariamente una pregunta: ¿Porqué se permitió a la narcodelincuencia de origen infiltrarse y permanecer en el medio jurídico, que debería combatir?. La respuesta no debe dejarse esperar: por dinero, por corrupción, por amor a los gananciales políticos que se obtienen con esos millones de dólares, con esa podredumbre y putrefacción. En la modesta opinión de los estudiosos de derecho, miembros o nó de la academia, no existió, ni existe nadie, que en estrictu-sensu haya interpretado de manera correcta el arábigo 17 de nuestro Pacto Federal.
Debo expresar, por ser ello la verdad, que en ningún momento durante el reinado de Andrés Manuel López Obrador, la Procuraduría General de la República, ahora Fiscalía General, ha actuado como debe de actuar. Por ello, me permito apuntar que Alejandro Gertz Manero es cómplice de esa inequidad y no se ha atenido estrictamente al texto de nuestras leyes penales, como debió haberlo hecho desde el principio. Y en lo político, quizá sea posible que no haya sabido, querido o podido interpretar y respetar la ideología de la llamada Cuarta Transformación de la Nación. La Constitución de México no sólo es nuestra ley, es además, nuestro México de dignidad.
La narcopolítica para realizar las atrocidades que realizó en el pasado y realiza en el presente, compromete a México en una acción delictiva que debe de sancionarse. Por ello se pretende orientar a la opinión pública, moral, política y jurídica de la República, sobre quién es el verdadero y único responsable de tan deleznable acontecimiento que enlutó, prostituyó y denigró sin necesidad a nuestro México.
Atrévase Señor Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, a consultar la ley y por sobre todo nuestra Constitución Política, en ella encontrará la respuesta para salvar a México y para salvarse Usted.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz.
Presidente de la Academia de Derecho
Penal del Colegio de Abogados de México, A.C..