-Victor Roccas.
“La clave de la educación no es enseñar, es despertar.” -Ernest Renan (1823-1892).
Bastante se ha escrito sobre la educación en México, y más sobre la responsabilidad de cada familia hacia la educación, lo que podríamos definir con bombo y platillo como pedagogía familiar, pero que se resume en lo que conocemos simplemente como crianza.
La crianza (del latín creare: engendrar, producir.) es definida como el acto de instruir, educar, dirigir, por ello deberíamos considerar que la crianza conlleva un carga prácticamente total de adiestramiento e imitación dispensado por la familia.
Pero primero entendamos que el ser humano es un ser sociable, gregario, un ser de costumbres y definitivamente un ser que emula el comportamiento de sus pares para alcanzar la aceptación dentro de un grupo, aprobación dentro de una sociedad.
Todas estas costumbres, herencias, comportamientos, conocimientos, condiciones y creencias que acuñan la personalidad de un individuo dentro de lo que se deberá entender como cultura pues esta es potestad del grupo, familia, sociedad, pueblo o nación.
Lamentablemente nuestras sociedades modernas han implementado un sistema académico derivado del modelo educativo prusiano que poco o nada a cambiado desde el siglo XVIII, ha sufrido interminable cantidad de modificaciones estéticas pero en esencia es el mismo sistema educativo de corte autoritario que en su inicio fue diseñado para instruir a la gran mayoría de los niños en el reinado de Federico I Rey de Prusia con objeto de instaurar un mayor control de estado creando nuevas generaciones adoctrinadas en un pensamiento patriótico pro-monárquico como respuesta de la realeza por evitar que la época de la ilustración pudiera cundir sin control hacia las revoluciones, a esto se llamó la época del despotismo ilustrado.
A partir de unos años atrás he leído e incluso escuchado a muchos docentes señalar que su obligación no es criar a los niños, no es dispensar una educación familiar, una educación informal, que ¡En la casa se educa y en la escuela se enseña!, y en esencia su argumentación es correcta si se pretende escurrir el bulto con dialéctica pues la enseñanza se define mediante el concepto de didáctica (del griego didaktos: enseñando, aprendiendo) que igualmente implica el concepto de autodidacta y que en resumen engloba como es aplicado o aprovechado un sistema de educación o aprendizaje.
Ahora, es importante señalar que existe una diferencia enorme entre educar y aprender, pues educar cumple con los principios y objetivos de la doctrina, el dogma mediante la instrucción, incluso el sofisma, la imposición, la limitación y la autoridad, entre tanto aprender cumple con los principios del libre pensamiento, del descubrimiento, del desarrollo de la consciencia mediante el escepticismo y la curiosidad. Educar es dirigir, aprender es abrirse paso.
Y aunque el concepto de enseñanza se observa muy idílico, y convenientemente exculpatorio, hoy día forma más parte indivisible de la educación institucionalizada y mucho menos parte del aprendizaje, tanto que ser autodidacta debe ser considerado como un acto de rebeldía ante la educación y la enseñanza como herramientas ideológicas del estado.
De facto ser autodidacta es un referente poco apreciado por la sociedad sujeta totalmente a la estúpida opinión popular y menos reconocido por el sistema educativo de estado, ser autodidacta es la propiedad del intelecto, del pensamiento, salvaguardado por el individuo ante el control y dominio del sistema.
Pues los grados académicos dispensados por un régimen de estado jamás han garantizado la consciencia de un individuo ni al menos la libertad de pensamiento pero si aseguran una discriminación controlada por el sistema político para catalogar el nivel de ignorancia manteniendo la sumisión y servilismo ante etiquetas institucionales “autorizadas” que posteriormente son avaladas como status social de éxito individualista cuando realmente es el triunfo del poder estatal marginando al individuo de la sociedad generando inconsciencia.
Por todo lo anterior debemos entender que la educación institucional, la enseñanza que cada individuo recibe durante su etapa académica se verá reflejada siempre en su personalidad y desarrollo ulterior como parte de una sociedad, y en definitiva como propio educador de los hijos, con ello es un despropósito total, una manera muy simplista y cómoda por parte de los maestros intentar justificar sus deficiencias o las deficiencias cedidas o arropadas por los gobiernos que promueven una sociedad en la debacle educativa y cultural que transitamos.
Todo padre de familia es un individuo que no solo se ha criado en una familia, es un individuo que ha recibido una educación académica y que ha sido aleccionado, adoctrinado dentro de un sistema educativo institucionalizado o privado pero bajo el precepto de control del estado, educación académica o enseñanza originada por generaciones de educadores que han participado en la formación de ese individuo, de sus familias, de sus comunidades y sociedad, educadores que han reproducido la identidad de una sociedad secuestrada por la ignorancia y la inconsciencia por un sistema de instrucción y creencias que embrutece como moderno dogmatismo ilustrado o mejor dicho el despotismo del oscurantismo.
¿O alguien es capaz de negar que en la época del oscurantismo, el medievo, era la religión cristiana quien con sus creencias de fe y esperanza, cielo e infierno, pecado y culpa, salvación o perdición instauraron un régimen de ignorancia, terror, ostracismo, hipocresía, boato, simonía, corrupción, xenofobia, discriminación, autoritarismo e injerencismo brutales?
Quien considere que las creencias no se traducen en acciones está en un error, las creencias son fundamento de conductas futuras preestablecidas, y la semillas de esas creencias se encuentran no solo en la familia, se encuentran en la religión, en la enseñanza, en los sistemas de gobierno, en programas institucionalizados y control de la información, en la opinión popular misma que impone igualmente esas creencias que se mal definen “conocimiento” pero que son solo instrucciones de conducta repetidas por generaciones como la fe, la esperanza, la obediencia, la moral, el mérito, el patriotismo, el nacionalismo, valores puritanos, la verdad, la mentira, etc. que han sido causa de una sociedad alienada, demencial, degradante y corrompida bajo la tutela de una enseñanza que siempre fue dispensada para secuestrar el pensamiento.
-V.Roccas.