-Victor Roccas.
“El respeto abyecto en esencia es miedo pues el miedo en esencia es ignorancia” -V.Roccas.
Hace ya muchos años a un escribidor le educaron en el principio del respeto a todo aquello que representaba en principio atributo de autoridad, severidad, imposición y sobre todo lo incuestionable, el desconocimiento irrebatible de aquello o de aquellos que emanaban un misterio presuntuoso, ampuloso, aquella era la esencia del respeto que se me instruyó.
Con los años aprendí que muchas de las cosas que me exigieron respeto como parte de una educación doctrinaria realmente eran en el mejor de los casos enormes globos de cantolla rebosantes de aire caliente, personajes petulantes, cosas y conceptos que poco a poco gracias al aprendizaje autodidacta se fueron develando en mi mente, despejando de esa terrible apariencia de incomprensión y secretismo que de niño realmente causaban miedo y no respeto.
La palabra respeto proviene del latín spectrum=imagen y el verbo specere=observar, mirar; y el prefijo re=hacia atrás, de nuevo; buscando con más detenimiento existen anotaciones que refieren su significado al latín respectus=atención intensa, consideración; y del verbo respicere= dirigir la mirada, observación, reiteradamente con atención.
En algún momento el respeto como acepción del observar o mirar detenidamente para tomar consideración de algo o alguien paso a ser una acción de deferencia, pleitesía y sumisión así como el concepto de consideración como reflexión se convirtió en fórmula de reverencia.
Porque aprendí que el respeto no es una concesión divina y que el respeto se gana y no con poco esfuerzo y talante, que el respeto no es un valor de jerarquía sino de justa retribución, que jamás debe ser impuesto por cortesía ajena sino por reconocimiento propio y consciencia, porque el respeto ha resultado ser una norma de sumisión social, un principio de apariencia y relumbrón que los más ojetes arropan con celo, y que no importa un pendejo cualquiera lo sea en extremo, si el clamor social avala a ese imbécil será digno de respeto, lo cual nuevamente confirma la estulticia de la opinión popular.
Cuando alguien exclamaba “¡Respeta mis canas!” no se exigía respeto por apariencia, ni por edad, se reconocía una experiencia y sabiduría patente, pero sobre todo ya demostrada.
Hoy cualquier pendejo exige respeto por el solo hecho de un estúltico ideario cultural muy retorcido y extraviado, por un grado académico reconocido por una comunidad retrograda y por un estado corrompido, recuerdo cuando se exigía respeto al sacerdote del pueblo por supuestamente y con una ignorancia monumental se le consideraba digno representante de Dios, más divino que hombre, muchos, muchísimos “ensotanados” disfrutaban a veces con falsa modestia y otras con un orgullo nada cristiano el prestigio de la chusma fanatizada, excuso describir como terminaba y sigue concluyendo tal apareamiento entre semejante “pendejez”, “gandallez” y superchería religiosa.
La clase política a la mexicana nos ha impuesto su propio y “merecido” halo de dignidad, cuantas veces no he escuchado el ¡Respeto a la investidura! o ¡Respeto a mi dignidad como funcionario! o ¡Respéteme porque soy autoridad! ¡Respétame porque represento a la ley! siempre como una amenaza franca, ni al menos velada, y jamás como la evocación de un necesario entendimiento de corresponsabilidad ética entre representante y ciudadano.
Pues los ojetes politiquillos que nos gobiernan se arman de inmediato de un blindaje de impunidad y megalomanía tal que hasta sus achichincles se resguardan bajo semejante coraza que los convierte en intocables.
Y no tienen enfado alguno en cambiar las leyes, imponer nuevas normas a su conveniencia y arbitrio pues son los ¡Representantes del pueblo!. Hijos de la chingada hasta capaces de utilizar la fuerza pública, que nunca ha sido del pueblo, como su brazo armado, protección y ariete privado para mantener a salvo sus intereses personales, a sus familias y amigos, como señores feudales mientras el pueblo les dispensa muchísimo respeto, porque ellos lo merecen, el mismo pueblo bueno y sabio se los concede, insisto, cual gracia divina, no vaya siendo que su seguridad sea puesta en riesgo mientras decenas de miles mueren y millones sobreviven en la miseria en un pinche país de total inseguridad, impunidad y corrupción gracias a ellos.. ¡Y aún así exigen respeto ante la indignante postración y el terrible pero sumiso silencio del pueblo bueno y sabio!
Se ha perdido entonces el real sentido del respeto, el de la observancia detenida y la consideración propia de cada ciudadano, al valor de cada cosa y de cada persona, incluyendo a todo aquel ojete, mierda, demagogo que nos ha y nos seguirá gobernando y representando al amparo de una doctrina de sumisión, fe y esperanza.
A los gobernantes no se les debería de agraciar con ningún ¡Respeto! ni extraordinario ni eterno, solo con el beneficio de la duda como tolerancia temporal que avale eventualmente el reconocimiento y consideración de sus resultados tangibles políticos inmediatos y futuros no los propagandísticos ni populacheros.
Ya parece querido lector que a usted o a un escribidor nos tratarían con respeto en nuestras familias, nuestros entornos laborales, académicos o en nuestras vecindades por ser unos ojetes presumidos, autoelogiados, aprovechados, mentirosos, incongruentes, manipuladores, que no cumpliéramos con nuestras promesas y nos escudaremos en toda justificación del pasado o culpas ajenas para no dar apenas ni los mínimos resultados de bienestar para nuestros dependientes, si fueramos deshonestos, falaces, corruptos, viciosos, irresponsables, criminales, hipócritas, desleales, convenencieros, oportunistas y mentirosos no solo no gozaríamos de respeto sino a pedradas y mentadas de madre nos lanzarían de cualquier lugar, ¿Entonces cual respeto se exige carajo?
Se han pasado décadas empobreciendo, asesinando y chingando al pueblo, después criticando al pasado como ejemplo para enarbolar un futuro de bienestar utópico y hoy exigen respeto por principio, sabían perfectamente que la confianza del ciudadano, del pueblo en las autoridades y el poder esta corrompido, profundamente quebrantado de antemano, han querido recobrar esa confianza a fuerza de promesas, esperanza y fe, pero muy posiblemente no superen esa expectativa sin antes usar la solución de siempre; aplicar y refugiarse en el autoritarismo y la indignación patriota, como la reciente “Ley de Ultrajes a la Autoridad” promulgada en Veracruz, bastión estatal de MORENA, por la cual aún ante evidencia y derecho es delito decirle a un hijo de puta que es un hijo de puta corrupto porque además de ostentar autoridad y abusar de ella, le estamos faltando al respeto como ciudadanos, entretanto al narco y a los criminales de cuello blanco se les garantiza “muchísimo respeto”…
Entonces como representantes de una ciudadanía el respeto que exigen para si mismos debería ser girado en el respeto que ellos le merecen a quienes representan y dejar de medrar amparados en un supuesto de autoridad semi-celestial, estos cabrones siempre se han sentido más autoridad que servidores públicos y en ello han basado su poder amén de exigir debido a ese autoritarismo un supuesto merecido respeto, y si entre tanto como servidores públicos no respetan ni a sus chingadas madres, mucho menos alcanzan respeto como autoridad.
Así que, ¡Respeto cabrones!
-V-Roccas.