* Mientras el gobernador Omar Fayad, el Jefe de la 18ª Zona Militar, el Secretario de Seguridad Pública del Estado y el alcalde de Tula, Manuel Hernández Badillo, sufrían un percance en medio de las inundaciones que afectaron al Estado, en la comodidad de San Lázaro, la legisladora de Morena responsabilizaba de la tragedia a “la corrupción de miles de años”; cabe recordar que siendo diputada federal del hoy procesado Cipriano Charrez, el dipsómano que ocasionó la muerte de un taxista y debió ser desaforado, trató de aclarar el tan lamentable suceso
Por Antonio Ortigoza Vázquez/ @ortigoza2010
ESPECIAL EXPEDIENTE ULTRA
El gobernador Omar Fayad estaba en Tula con el agua al pecho porque la lancha en que recorría Tula para supervisar y ordenar acciones de rescate se hundió; pero mientras el mandatario exponía su seguridad personal, la diputada morenista Simey Olvera, desde la comodidad de la Cámara de Diputados, despotricaba contra «la corrupción de miles de años» (siiic) y, con tono engolado vociferó: «… y queremos decir al gobierno estatal que entre en acción».
Antes de la exaltada perorata de la diputada Simey, el gobernador Fayad Meneses había enviado por Facebook un mensaje: «Sí, se hundió la lancha en la que viajábamos junto con el general de la 18a. Zona Militar, el presidente municipal de Tula y el titular de la Secretaría de Seguridad Púbica de Hidalgo. Yo estoy sano y salvo, ileso, sin ningún contratiempo y seguimos trabajando». En la red social se observaba una foto del mandatario en el agua, con la lancha hundida y en el esfuerzo de evadir la corriente que arrastraba todo a su paso.
Pero en la Cámara de Diputados, sin peligro de ningún tipo a la vista, la diputada morenista informaba «a sus representados» que las tormentas y las inundaciones «son de la naturaleza» (nótese la erudición) pero también «son por la corrupción» (¡naturaleza cómplice!).
En una retahíla de tronantes señalamientos, Simey olvidó convenientemente que ella votó por la desaparición del Fonden, cuya falta se echará de notar de forma trágica en estos días, por la ausencia de fondos para la atención de las víctimas, la reparación o reconstrucción de viviendas y la reposición de mobiliario, entre otras carencias.
Y porque los diputados de Morena, como Simey, hicieron oídos sordos a las advertencias de que el Fonden era indispensable para la atención a víctimas de desastres naturales, como inundaciones y terremotos. En estos precisos momentos, todo depende del presupuesto… que no existe: no se aprobó ninguna partida para desastres.
La consigna de Palacio Nacional era liquidar el Fonden, sin importar consecuencias, las que ahora se manifiestan de la manera más cruda: más de una decena de muertos y decenas de miles de damnificados, mismos que literalmente quedaron en la calle y, lo peor, sin esperanza de una ayuda sustancial.
Todo, por la disciplina de los morenistas, que acatan la campanilla de la Presidencia —parafraseando al conductista Watson— «como la respuesta a la llamada de central telefónica».
El gobernador, el general, el alcalde, estaban empapados en Tula, pero en «la mañanera» se disertaba con profundidad acerca de los efectos de las manchas solares en las pirámides de Chichén Itzá y de los avances en el Tren Maya.
En paralelo, la diputada Simey señalaba con índice de fuego: «La naturaleza está desenmascarando a la corrupción».
LA LÍNEA 12 Y EL «ARREGLO» CON SLIM
Pero la diputada Simey Olvera vocifera por la «corrupción de miles de años» (¿acaso se refería a los mamuts corruptos que aparecieron en Santa Lucía?), pero en esa extensísima memoria dejó de lado los escándalos presentes, terribles en la tragedia de la Línea 12 del Metro y los 23 ciudadanos muertos, todos trabajadores y residentes en la populosa zona de Tláhuac.
En cierto momento, AMLO se reunió con Carlos Slim, y el magnate, de acuerdo con su conocido estilo, planteó: «Ya paren con esa investigación y yo pago toda la reconstrucción de ese tramo».
Acto seguido, AMLO ordenó a la Sheinbaum guardar silencio en torno al asunto.
Doña Simey tendría mucho material en su «cruzada contra la corrupción» con ese tema: ya hay una denuncia por violación de la cadena de custodia de evidencias enviadas a un laboratorio de Estados Unidos, con cajas de FedEx violadas en la aduana y las evidencias manipuladas.
Eso, por lo pronto. AMLO cree que podrá frenar el escándalo. Ya veremos.
(AMLO parece ignorar que en materia de dinero ¡Slim es peor que Ancira!)
EXVOCERA DE CHARREZ, EL REO
Hace casi tres años que un taxista de 29 años falleció dentro de su vehículo en llamas y en los últimos segundos de su corta vida gritaba por ayuda, que no llegó. Su auto ardía porque un diputado borracho le embistió con su camioneta de lujo en un cruce de carreteras en las cercanías de Ixmiquilpan.
El diputado ebrio se llama Cipriano Charrez y en esos momentos todavía era el cacique de horca y cuchillo de la zona de Ixmiquilpan. El choque fue filmado por varios testigos, donde se puede ver claramente cómo el «representante popular» de Morena (¡Of course! diría Monsi) era llevado en vilo (no podía sostenerse en pie, literalmente) por sus guardaespaldas a otra camioneta y huyeron del lugar con toda la desfachatez que posibilita la impunidad.
Horas después se intentó manejar «una versión oficial» en donde se afirmaba que Charrez no conducía su camioneta, sino uno de sus guaruras. Y esa versión infumable fue sostenida y difundida nada menos que por Simey Olvera, quien fuera su encargada de prensa en los tiempos en que Charrez era el presidente municipal de Ixmiquilpan.
Era pues, el procedimiento usual que seguía Simey en cuanto a las muy frecuentes tropelías que cometía el cacique: tapar sus fechorías mediante boletines, amenazas y/o sobornos a los afectados.
Pero lo sucedido ya era demasiado para que la, digamos, «metodología» comunicacional de la señorita Olvera funcionara: los videos fueron vistos a nivel nacional e internacional.
Sin embargo, en San Lázaro, siguiendo órdenes de la cúpula morenista, se hicieron esfuerzos francamente estúpidos —genio y figura— por salvar al diputado criminal. Finalmente, no se pudo.
Se llevó al cabo, aunque a regañadientes, el juicio de desafuero contra Charrez y el cacique, finalmente fue a prisión.
Lo anterior es tan solo un turbio botón de muestra de la trayectoria comprobable de la ahora exaltada diputada Simey Olvera. Es evidente que el estilo oratorio tremendista ha surtido efectos, digamos, «pedagógicos» entre las tribus morenistas, entre las cuales se da por descontado que la desfachatez, la inverecundia y el manipuleo perverso de conceptos puede surtir efectos en la opinión pública.
Lamentablemente, algo hay de cierto, como ha sido evidente con esos porcentajes por encima del 50 por ciento de aprobación hacia Palacio Nacional.
Pero hay límites: como cuando se trata de un taxista ardiendo dentro de su auto, o cuando un gobernador cae a las aguas torrenciales junto con su lancha, en momentos en que cumplía sus deberes como mandatario. La urgencia era atender a por lo menos 31 mil damnificados por las inundaciones.
Eso, mientras tanto, Simey despotricaba en la cómoda seguridad de la sala de prensa cameral, con café y galletas.