Mouris Salloum George
Tiene años que Vladimir Putin y su ministro de Defensa, Sergéi Shoigú, acusan a Estados Unidos de no admitir públicamente la realidad de las revelaciones que tiene en su poder la NASA sobre fenómenos extraterrestres que se avistan constantemente en todos lados. Posiblemente sea la reacción de Shoigú a las impertinentes declaraciones de su similar estadunidense, James Mattis, sobre que Estados Unidos debía negociar con Rusia desde una posición de fuerza.
Todo se utiliza para el contraataque, desde las increíbles señales que aparecen de la noche a la mañana sobre las enormes extensiones cultivadas, con grafitos y trazos arquitectónicos incapaces de ser producidos ni en años por el hombre. Dibujos que muchas veces no pertenecen a la estética, ni a la arquitectura, ni a la ciencia prevaleciente, hasta las amenazas veladas.
A cada estropicio causado por la inexperiencia del badulaque Trump, Putin, responsable hasta hace diez años de los análisis cerebrales de la KGB soviética, responde, en apoyo del desquiciado, que tiene información reservada sobre asuntos tecnológicos y militares que rebasan las posibilidades instaladas en el planeta.
El ministro de Defensa, Sergéi Shoigú, por su parte, critica la pasividad de la NASA y del Pentágono y su reacia actitud para formar un frente de guerra que encare una posible invasión, a la medida de las que a menudo retratan las películas de ciencia ficción producidas en los laboratorios digitales de Hollywood. Quizá sea una forma de tener al mundo en la incertidumbre, y de mostrar el músculo de sus comprobados avances en la tecnología, aplicada desde la fibra óptica hasta el transporte
No sólo caímos más abajo que en el pasado. La criminalidad lo ha abarcado todo. La vida en México es lo más parecido a un circo de rarezas políticas, de complicidades, de ambiciones y codicias sin freno. Los delitos acompañan y soportan una manera desquiciada de ejercer el poder. Los abusos a la confianza del mexicano han topado con lo desconocido.
La proverbial comprensión política del mexicano con dos dedos de frente ha sido atropellada y desnortada. No hay posibilidad de sobrevivir al presente, menos de enfrentar cualquier escenario futuro. Se han perdido las brújulas y los mapas de ruta. Somos ciento veinte millones de náufragos en un horizonte impredecible. En México ya no queremos ver, porque lo que hemos visto es puro estiércol ¡y ya nos acabamos la ración!