Héctor Calderón Hallal
Nadie puede negar la importancia que reviste en nuestros días la figura del Estado-Nación, aún con las amenazas separatistas que hoy surgen en algunos puntos geográficos del mundo: Ucrania, Catalunya, Hong Kong, p.e.
Así como la necesidad de organizarse del hombre, asignando jerarquías al interior de la comunidad de las cavernas, parcializando las responsabilidades de cada individuo y haciendo valer o acatar los primeros convencionalismos (gérmen de las primeras reglas de convivencia) al interior de la tribu o comunidad, es que aquel hombre primitivo, por ejemplo, logró trascender a la amenaza de los depredadores, de los cataclismos y la furia de la naturaleza, como al acecho de otros grupos sociales hostiles.
Hoy más que nunca, frente a la amenaza ya sea de un mundo dominado por una sola superpotencia o, lo que complicaría un poco más, de un mundo dominado y amenazado de nuevo por dos grandes polos de poder tecnológico, comercial y militar… como nunca -se reitera- se requieren principios políticos compartidos para hacer prevalecer el Estado-Nación y poder resguardar de algún modo, algunos valores que garantizan la igualdad, la libertad, la igualdad de todos los individuos frente a la ley y el estado de derecho –laico- y que siga garantizando la posición central del hombre sobre el cual gire el resto del universo.
La eficacia de los estados nacionales está más que comprobada; sólo estos pueden garantizar que sean los anteriores principios y no los comunitarismos fanáticos o los irredentismos destructores, los que conduzcan la vida de las sociedades modernas.
Desafortunadamente el discurso reciente de las nuevas formas de populismo que cuestiona y ataca al Estado moderno y a lo que este implica (una administración rígida a veces, una burocracia y el monopolio de la violencia legítima) ha tenido tanto éxito que incluso en algunos países como México, ha arribado al poder con su consecuente estela de daños a la administración y a la forma incluso de concebir al Estado-Nación.
Esto fue producto de los excesos de la ‘mundialización’ y de un capitalismo de rapiña, sustentado en la teoría económica neoliberal y la apertura comercial así como la reducción de las dimensiones de todo gobierno.
Y también fue producto de la gran confusión generada a partir de la revoltura de dos grandes conceptos que siempre debieron estar resguardados uno del otro: la economía y la sociedad. La primera puede ser de mercado estrictamente hablando, en un sistema de apertura comercial o liberal… pero la segunda, debe ser custodiada para que nunca se contamine de la primera.
La desaparecida Ikram Antaki, en su apasionante libro “Manual del Ciudadano Contemporáneo” nos alienta a construir una sólida idea sobre un primer boceto, de discurso para una alternativa de oposición que tenga lo que no ha tenido hasta hoy en México, ni ‘Frena’, ni la “Alianza Sí por México”, o “Va por México”… o como se llame el engendro infructuoso ese que pretenden integrar PRI, PAN, PRD, la Coparmex y Kimberly Clark de México: Un discurso que comunique… que diga lo que el pueblo de a pie pueda entender y quiera escuchar; de acuerdo a su sentir, a sus necesidades… no a las necesidades de las grandes empresas o los grandes contribuyentes fiscales. Aún y cuando el bienestar de la libre empresa, pudiera estar vinculado íntimamente, desde luego- al bienestar de la población –como reflejo de todo un sistema económico.
Pero no se puede construir un discurso de oposición a la figura de un individuo –hoy empoderado legalmente- que le habla al pueblo con palabras llanas, con anécdotas y hasta con ocurrencias, hablando de las amenazas a “las grandes variables económicas del país”.
Y es que el discurso con el que según estos aguerridos líderes antilopezobradoristas como Claudio X. González Jr., Gustavo de Hoyos o Enoch Castellanos, pretenden ganarle a López Obrador, es un discurso que habla por ellos… sólo por ellos y sus intereses. Ningún ciudadano, por humilde o bronco que sea, puede asimilar como propio ese discurso o ese afán, porque lo desconoce, sencillamente, le es ajeno.
Un gran bien le harían a los afanes de conformación de esa alternativa política de aquí al 2024, que se oponga a la permanencia en el poder de la “Cuarta Transformación” de López Obrador, si estos tres personajes permanecieran al margen –que no se retiren, se aclara- pero que sí cedan el paso a políticos con un mensaje claro y contundente, que unifique y sintetice las aspiraciones de la población mexicana, por un estado eficiente, que garantice la armonía en el marco del estado de derecho y la paz social; condiciones que con todo y su parafernalia propagandística y dispendiosa, la célebre “4 T” no ha logrado conseguir ni por asomo.
Bien dijo Adam Smith, el mismísimo padre del liberalismo: “En el espíritu comercial, las inteligencias se encogen, la elevación del espíritu se vuelve imposible”.
Cometimos ciertamente un gran error en México durante el lapso que hoy desde el gobierno se da en llamar el período “neoliberal”. Nos descuidamos como sociedad y no pudimos evitar que se revolvieran los temas de la esfera puramente mercantil con los del resto de la vida pública nacional.
Quizá por prejuicio y desde el gobierno, los funcionarios y actores políticos, formados en su mayoría en el extranjero, contando con el contubernio de la iglesia católica que es mayoritaria y de los sindicatos oficialistas aliados a los gobiernos por conveniencia y en general de todos los sectores –hasta el narcotráfico- aliados al gobierno, permitieron que el espíritu mercantilista se extendiera en los últimos 30 años al resto de la sociedad, en sus sectores no necesariamente mercantiles, tales como la educación, la justicia, la ciencia, el arte… y quizá también la información y hasta la religión… con la pena. Se tenía que decir y se dijo.
Durante todo ese tiempo, reconozcámoslo, estuvimos pidendo a gritos en México la aparición de un ‘déspota’… y la providencia nos lo ‘mandó’ y aquí lo tenemos, haciendo y deshaciendo. Cincelado a mano…
Rescatemos mejor, de nuevo, a la brillantísima intelectual mexicana de origen sirio, Ikram Antaki: “El mercado es un buen servidor… pero es un mal amo”.
Necesitamos más y mejor Estado, es indiscutible.
Las mejores reformas para modernizar al Estado no eran las tres que promovió Peña Nieto con el apoyo del PAN y el PRD, que sin duda también urgían; pero antes que esa estaba la más importante: la reforma ideológica ciudadana, con respecto al papel del Estado moderno, en convivencia con un modelo de apertura comercial o mercantilista.
Hoy más que nunca en México, ocupamos de un reforzamiento de las tareas del Estado.
Que funcione, que tenga un papel más decisivo en la reglamentación, legalización, vigilancia, inspección y prevención de los múltiples actos de la vida pública que asi lo requieren.
Hoy día, con programas sociales (asistenciales) entregados con criterios clientelares y sin reglas de operación; con las fuerzas armadas dedicadas a tareas que le son rotundamente ajenas a su función constitucional; con policías que no resguardan a la ciudadanía de un fenómeno delincuencial rampante y despiadado; con una economía en franco desplome; con dependencias impulsoras del desarrollo en áreas estratégicas que desprecian y suprimen a los órganos reguladores; con una política exterior en franco desafío a las tendencias dominantes internacionales, que respetan el uso de energías limpias y el involucramiento cada vez más decidido en temas de vinculación entre las naciones del mundo; con un gobierno que desprecia la ciencia y la tecnología y que ha trasladado por prejuicio ese desprecio, al hecho de invertir lo mínimo en recursos públicos para temas educativos de su juventud y su niñez… todo eso es síntoma de que algo (o todo) está mal y debe ser reivindicado a la brevedad, por la vía democrática.
¿Pero cómo construir una opción electoral que remueva a esta gente?
Una alternativa opositora se construye antes que nada con… una comunicación eficiente, puntual, precisa.
Primero hay que construir el mensaje… para luego ocuparnos del candidato.
En la lógica ‘reyesheroliana’, esto equivale a decir: ‘Primero la plataforma… después el candidato’.
Un mensaje cargado de esperanza, expresado con sencillez, con claridad, siguiendo la espina dorsal de lo que se puede ir logrando en la inmediatez y que se puede volver tangible a la vista y el sentir de la población mayoritaria.
No… nunca más un mensaje donde se haga uso de las teorías económicas en tonos ‘doctorales’ o con la ‘papa en la boca’, para demostrar –no se a quien- que la decencia personal y el ‘esnobismo’ son la misma cosa… o que el prerrequisito para ser parte de la ‘nueva clase política’, deba ser expresar un mensaje utilitarista y conveniente, en lugar de cualquier otro que destaque sentimientos y sensaciones, precisamente en un país de jodidos.
Un mensaje que sea expresado por el candidato que surja de esta alternativa opositora en ciernes; que sea expresado por Enrique De la Madrid, José Ángel Gurría u otra vez por José Antonio Meade;… o por un Manlio Fabio Beltrones, un Mauricio Vila, un Marko Cortés o una Lilly Téllez… o hasta por un o una candidata no mencionada en esta lista e inesperada por la sociedad en general… que les pase por el medio a los anteriores “caballones” de batalla de este pretendido frente opositor…¿Por qué no?
Pero…se reitera: Una alternativa opositora se construye… con buena comunicación política.
Autor: Héctor Calderón Hallal
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