Miguel A. Rocha Valencia
Al Ganso de Macuspana no le importa que el país se hunda en crisis y la 4T en las heces de su verborrea diaria con la que intenta polarizar a los mexicanos, quiere polarizarnos para sostenerse en la discusión y con ello pretende un enfrentamiento que lo mantenga en el poder a costa de todo, incluso violencia y si es fratricida, mejor.
La polémica reiterada contra la UNAM en particular y en general institutos de instrucción superior, así como contra científicos, maestros y doctores en toda la gama de las ciencias y artes, gira en torno a su urgencia de domesticarlas y hacerlas al estilo de la 4T, nidos de activistas, de sujetos vividores del presupuesto y que se plieguen a los intereses de un proyecto de desgobierno, donde rampeen la corrupción, crimen, inseguridad, miseria, conformismo, mediocridad y todas esas “virtudes” propias del mesías tropical, eso sí, con toda impunidad.
Claro, el caudillo de Tepetitán sería el líder de esas hordas incapaces por impreparadas, de hacer un México próspero y pujante, con desarrollo y crecimiento para todos, donde las brechas socioeconómicas se estrechen de manera objetiva, firme y permanente, no como la dádiva transitoria generadora de economía sí, pero a un alto costo de improductividad, carestía e inflación.
Uno de los ingredientes necesarios para ese proyecto cuatroterista es la ignorancia que margina en todos sentidos, la impreparación, falta de universidad pública autónoma y certificada, acorde a los cambios del día, sin los anquilosamientos de doctrinas pasadas y gatopardeadas por un cretino para hacernos creer que el pasado fue mejor.
Tal vez si al Tlatoani de Palacio Nacional lo viéramos como es, con taparrabos, penacho de plumas, guajes en los tobillos y huaraches, encontraríamos la imagen de su sueño, pero salpicados de una corrupción e impunidad desbordadas que le son propias, desde sus tiempos de porro en la UNAM.
Sí, claro que hubo excesos, corrupciones, saqueos, en este espacio los denunciamos; aquí, recibimos la promesa de la redención que se volvió por incapacidad, venganzas y rencores, en una pesadilla de la que no podemos salir. Cuando creemos que no hay más, sigue y sigue, sataniza, acusa, es el juez supremo “intachable” que condena y protege con salvíficas consignas a los fieles.
Por eso Rosario Robles está en la cárcel; el anciano corrupto, decrépito y vengativo a cargo de la dizque “Fiscalía General de la República, cual fiel lacayo la expuso cínicamente. La exfuncionaria de Peña Nieto y del mismo profeta, está detenida por no cooperar.
Ella lo dijo, quieren que señale a Peña Nieto y a Luis Videgaray de rateros y corruptos, sí, así como lo hizo Emilio Lozoya Austin, quien no sólo está libre sino también disfruta de las riquezas que él mismo confesó, son mal habidas. Por eso una come en las galeras del reclusorio y el otro en exclusivo restaurante de “gente bonita” en Las Lomas.
Ese es el retrato, esa es la intención; lo vemos en el trato diferenciado en los estados; esperó a que se fuera el perredista de Michoacán para luego decir que ahora si podía ir a la entidad a anunciar derrama de 72 mil millones de pesos, presencia de la Guardia Nacional y arreglos, así lo hizo también en Guerrero, a regalar dinero para comprar los votos de esa gente aunque en ambas entidades, todos lo saben, campee libremente el crimen, la producción y tráfico de drogas, el asesinato y el sojuzgamiento de comunidades enteras bajo el yugo de la violencia.
Niñas violadas o vendidas, no importan, son usos y costumbres, lo mismo que el sometimiento criminal. De nada habrán de servir los 24 cuarteles de una Guardia Nacional ante sicarios, dobla las manos y huye.
¿Por qué la UNAM? porque lo sacaron luego de 14 años de porro inútil, incapaz y extorsionador; de los 35 créditos que debió cursar en cinco años, sólo aprobó 28 incluyendo 17 extraordinarios, algunas dos veces como Estadística y Ciencia Política.
Es decir, quedó a deber siete materias, por eso se asegura que, para sacarlo de la UNAM, le “regalaron el título” en 1987, gracias a la influencia del entonces gobernador de Tabasco y ex director de la Facultad de Ciencias Políticas, el egresado de la Sorbona de París y esposo de la escritora cubana Julieta Campos, Enrique González Pedrero, a quien se pegó muchos años.
Tal vez por eso su rencor contra una institución donde se exhibió como lo que es: incapaz, ignorante, convenenciero, extorsionador y corrupto, la UNAM.
Y ahora quiere usar a la institución como campo de batalla, sembrar ahí su perversidad, la semilla del odio y la confrontación entre jóvenes y catedráticos que estudian y trabajan, que encuentran en su campo la paridad, una igualdad que sólo se da en esos lugares de excelencia con un fin común, el crecimiento personal, profesional en la búsqueda de mejores estadios de vida para ellos y el país. Son los odiados “aspiracionistas”, los que quieren más y son la columna vertebral de un México que se niega a sucumbir ante el peor de sus enemigos: El Peje.
¡Por mi Raza Hablará el Espíritu!