Ricardo Aguirre Cuellar
Estimado amigo; en estos tiempos donde la mentira y las noticias falsas toman la delantera y se dan por buenas, se multiplica el periodismo que dista mucho de su veracidad y que recurre al manido recurso de fuentes confiables o confidenciales- que nadie puede comprobar- para resaltar que la información es veraz, porque el reportero tiene la cercanía al poder, que le reportan eventos y conversaciones que en la mayoría de las veces, distan mucho de ser reales y que en todo caso quedan en el ámbito de los trascendidos o chismes políticos cuando mucho; cuando no sean fantasiosas situaciones, pero que se presentan como si realmente sucedieron y es que como se cuentan, tal parece que la fuente – testigo de los eventos o de la conversación, tal vez se disfraza de celular o de escritorio o silla; que en una platica de dos, él está presente para escuchar lo que se dice y la reproduce tal y como según él pasó.
Un ejemplo de este periodismo lo hace Alejandro Aguirre Guerrero, que cada jueves escribe en las páginas de opinión de El Universal y que no deja de sorprenderme por los alcances de sus aseveraciones que hasta entrecomilla las conversaciones entre López Obrador y Peña Nieto lo que hace suponer que las pláticas tan privadas y secretas en Palacio Nacional, no lo son tanto que cualquier sujeto tiene acceso a ellas. De manera que este reportero tiene infiltrados en el mero centro del poder presidencial una auténtica red de aves canoras, que sin el menor pudor, ni ética delatan las íntimas y confidenciales charlas de su jefe el Presidente, o qué tiene un espía disfrazado de cualquier objeto qué hay en el despacho presidencial, para pasarle las últimas novedades y conversaciones del Presidente.
En otras palabras es un periodista no solo bien informado, sino súper recontra bien informado.
En otras ocasiones este periodista ni siquiera refiere etéreas fuentes, lo que me imagino es porque tiene paso libre a todo el Palacio incluyendo los aposentos de López y su despacho donde se disfraza igual que su espía, de lámpara o sillón para escuchar conversaciones privadas entre López y Peña principalmente, ya que de otra manera no se puede explicar que transcriba con tal precisión las conversaciones. Y digo lo anterior, porque según este periodista Peña Nieto tiene un acuerdo de impunidad con Lopez que le permite llamarle a López Obrador hasta para darle consejos y recordarle los non santos acuerdos de protección, que existe entre ellos. Como según lo deja patente en su columna de este jueves pasado cuando asegura que Peña le llamó a López Obrador y le dijo, con motivo de la exhibición de cinismo de Lozoya en el restaurante Hunan – , sic ”Peña le dijo al Presidente que tuviera cuidado con los exabruptos de Emilio, pero que sobre todas las cosas, confiaba en la protección acordada para él y sus colaboradores más cercanos” , según se lo dijeron fuentes enclavadas en Palacio Nacional. Cabe aclarar que esta charla, como la describe este opinócrata, ya la había reportado en una entrega anterior a la que comento, solo que con un sesgo diferente pues en aquella ocasión revela que ante el descaro impune de Lozoya, Peña llama desde España para alertar a López de los desplantes de su ex colaborador.
No es que esté contra el periodismo de ficción, pero con lo que sí estoy en contra, es que se trate a los lectores como idiotas que se chupan el dedo y se tragan toda clase de información, que a leguas se infiere es falsa. Por qué? Porque por más que estoy en contra de López, no lo creo tan tontejo o ingenuo como para que ande ventilando por el palacio este tipo de acuerdos y que todo mundo se entere. Cuál si fuera una gracia y no un delito.
Vivimos momentos de enorme tensión y crispación como para que se siga echando leña al fuego y es que este tipo de periodismo en lugar de ayudar a esclarecer el ambiente, contribuye a la desinformación y al engaño.
Pero de algo si estoy cierto que los secretos de dos, nunca pueden ser de tres o de cuatro o de cinco, porque dejan de serlo y que el acuerdo que dice este periodista y otros opinócratas hay entre Peña Nieto y López Obrador es porque ellos estuvieron presentes cuando lo pactaron, pues de otra manera no se puede entender y creer tal aseveración, a menos que los directamente involucrados lo puedan confesar y afirmar, luego entonces de no ser así, es mera ficción especulativa basada en que la supuesta corrupción de Peña no sale a la luz por supuestos acuerdos de impunidad como única explicación fácil , lo que de alguna forma ayuda a López ante la impotencia e ineptitud para acreditar, más allá de testigos protegidos y de dichos mediáticos las acusaciones de corrupción que a lo largo de la campaña y ahora como gobierno a denunciado, pero que hasta ahora no a probado jurídicamente. O porque son muy ineptos o porque no hubo tales actos de corrupción. Como por ejemplo la estafa maestra. Tan cacaraqueada. Que como muchas otras cosas de esta izquierda tramposa, resulta en un mito.
Y es que hasta ahora todos los señalamientos, han sido llamaradas de petate sin ningún sustento en documentos de pruebas suficientes como para poner tras las rejas a los señalados, llámese Peña Nieto u otros. Mediante juicios apegados a derecho donde prevalezca el debido proceso y la presunción de inocencia y donde se condene más allá de toda duda razonable.
Por eso, este tipo de periodismo está más cerca a las FAKE NEWS que a la realidad.
Es cierto que la prensa se nutre de gargantas profundas, también lo es que charlas tan comprometedoras como las que refiere el periodista Aguirre Guerrero difícilmente se dan con testigos presenciales o de calidad, a menos que se tenga intervenidos los teléfonos y celulares de López Obrador o haya cualquier cantidad de micrófonos instalados para grabar las conversaciones en el recinto presidencial.
Te imaginas un secretario particular o cualquier otro asistente, escuchando como testigo de calidad acuerdos de impunidad y delictiva complicidad, que debieran ser en todo caso secretos muy bien guardados, como el que infieren que tiene López y Peña? Te imaginas el poder de este sujeto sobre su jefe? O el tamaño de jefe para permitir semejante acompañamiento?
Vamos, por eso dice el refrán que la mano izquierda no se entere lo que hace la derecha.
Es sentido común.
Ya es hora que el periodismo deje la comodidad de las filtraciones, rumores y chismes para que respete a los lectores y no cuente cuentos engaña bobos.
Entre paréntesis: dice López que no hay ninguna venganza en mantener en la cárcel a Rosario Robles porque eso sería inmoral. Vaya cara dura del Presidente. Claro que es una venganza y aunque no lo fuera sigue siendo inmoral. Porque cuando la ley se tuerce tan burdamente, como lo hacen con Rosario para perjudicarla y con Lozoya para beneficiarlo es absolutamente y totalmente inmoral. Como lo es mentir cada minuto de sus mañaneras y engañar con una honestidad imaginaria; cuando por donde quiera surge la pus de la corrupción, que como escusado público se desborda de tanta miasma.
Qué fácil es tapar el sol con un dedo y hablar desde el castillo de la pureza.
La moralidad de un amoral.
Rosario se va quedar en la cárcel, porque así lo decidió el poder del humanista y honesto López Obrador. Para el mundo.
La corrupción ya no existe en nuestro país ni en su gobierno, sostiene López; eso sí, que como compañeros de viaje en mediciones internacionales de índice de corrupción, vamos con Uganda, Camerún, Camboya y Congo y otros democráticos y ejemplares países, en donde ocupamos el lugar 135 de 139 países en las últimas evaluaciones realizadas por World Justice Project. Que nos pone a escasos cuatro lugares del fondo de la tabla o si se quiere el quinto país más corrupto del mundo.
Y López Obrador va a la ONU hablar de su lucha contra la corrupción y el Estado de Derecho. Vaya desfachatez. Como atacar a la UNAM sobre todo de un “estudiante” fósil que tardó catorce años en recibirse en una licenciatura en esa casa de estudios.
Hoy la quiere erosionar para convertirla en instrumento de rencor y de frustración social y de pobreza colectiva.
Convertir la universalidad de ideas en un solo concepto. El pensamiento único.
El de López y una izquierda obtusa, vieja que todavía sueña en revoluciones culturales al estilo Mao. No cabe duda. Estos tipos son muy peligrosos si no los desnudamos.
Acabar con la ciencia, con el debate de la ideas, con la crítica y la denuncia y encarcelar a quienes las practiquen como traidores o enemigos de su “transformación, es el “ideario político” de López.
Así lo hizo Mao y murieron millones de chinos por hambre y represión.
No digo que aquí vaya a pasar semejante locura, pero hay que estar prestos a defender a nuestras casas de estudio de cualquier ataque que pretenda socavar su autonomía y libertad de cátedra y de pensamiento.
Bajo argumentos tan obtusos como una revolución cultural que ya Frausto, Taibo o el Fisgón, ineptos corifeos de López pregonan. No lo crees mi estimado amigo