LOS CAPITALES
Por EDGAR GONZALEZ MARTINEZ
México registró en septiembre un déficit comercial de (-)$2,398 millones de dólares (mdd), cifra similar a nuestro estimado (-$2,450 mdd). El saldo de la balanza comercial en el periodo enero-septiembre ascendió a (-)$9,268 mdd. Considerando cifras originales, las exportaciones se ubicaron en $41,680 mdd, cifra que representó un incremento de 8.2% a tasa anual. Las exportaciones crecieron 3.0% m/m (cifras desestacionalizadas) a pesar de los cuellos de botella que aún se registran en la industria global.
Las importaciones ($44,078 mdd) crecieron 29.1% anual ante la recuperación del consumo, la inversión y la demanda de bienes intermedios utilizados en la manufactura. Las importaciones de productos petroleros crecieron significativamente (83.8% a/a) ante un fuerte incremento en los precios internacionales del petróleo y el gas natural.
Las disrupciones de oferta, así como el freno de la industria norteamericana hacia el cierre de este año que también es generado por estas mismas disrupciones, sugieren que el déficit comercial de México continuará. Estimamos un saldo de (-)$12 mil mdd en la balanza comercial de este año. Para 2022 nuestra proyección se ubica en (-)$16 mil mdd.
El crecimiento del PIB en México se vuelve lento, como sucede en la economía mundial.
Analistas señalan que en el 3T21 la economía mexicana se expandió 5.5% a tasa anual y una variación ligeramente negativa respecto al trimestre inmediato anterior. El dato, que conoceremos muy pronto, confirmará la moderación en el ritmo de crecimiento de la economía mexicana, un fenómeno que está sucediendo en prácticamente todo el mundo.
En pocos meses las discusiones sobre las perspectivas económicas globales y de México han pasado de sólo enfocarse en los efectos económicos de la pandemia a incluir aquellos derivados de los cuellos de botella en las cadenas de valor sobre la producción y la inflación.
La recuperación continúa, pero ha perdido ímpetu. Desde comienzos de la segunda mitad del año, la mayoría de los indicadores económicos en nuestro país han mostrado que el efecto “rebote” observado sobre todo en el periodo marzo-mayo ha perdido fuerza. A la debilidad del consumo interno se le sumó la prolongación de los cuellos de botella derivados del impacto que la pandemia ha tenido en algunas cadenas de valor alrededor del mundo.
El ejemplo más significativo de ello es lo que sucede en el sector de fabricación de equipo de transporte, particularmente los automóviles, donde la escasez de semiconductores (chips) se ha traducido en un parón robusto en su desempeño. Toda la cadena de la industria automotriz está siendo afectada y no se vislumbra una solución rápida ya que puede demorarse hasta la segunda parte del 2022. Este hecho ya se refleja en las cifras de exportaciones manufactureras y entre más demore en solucionarse, el sector externo mexicano lo seguirá resintiendo. Pero el problema de los cuellos de botella no se queda sólo en el sector automotriz. Lo están notando también productos del sector electrónico, manufacturas de vidrio, láminas de acero, entre otros.
Así que, aunque ya esperábamos una ralentización en la actividad económica para la segunda mitad del año y probablemente para 2022, en el tercer trimestre la afectación fue aún más fuerte de lo esperado, ya que coincide cuando el país enfrentó el peor momento de la tercera ola de Covid-19, por la variante Delta (agosto). Así, el consumo privado perdió dinamismo. La caída fue más pronunciada en el sector servicios, con sectores como hoteles y restaurantes, dos de los más beneficiados por el impulso de la reapertura de actividades. Pese al avance de la vacunación, solo el 42% de la población tiene el esquema completo y el 55% al menos una dosis, por lo que se mantiene el riesgo de un incremento significativo en los contagios, con sus implicaciones negativas para la actividad económica. Esto nos lleva a revisar a la baja nuestro estimado del PIB para todo 2021, del 6.3% previo a uno entre 6.0% -6.1%.
Sin embargo, creemos conveniente hacer notar, que ésta perdida adicional de dinamismo en la economía mexicana en el tercer trimestre probablemente se revierta en el cuarto trimestre (esperamos un crecimiento trimestral de más de 1.0%), ante la reapertura de las actividades económicas (sobre todo los servicios) al ceder la más reciente ola de contagios, lo que mantendrá al PIB creciendo cerca del 6.0% en todo 2021. Para el próximo año cada vez será más difícil mantener incrementos reales trimestrales ante la falta de confianza e incentivos a la inversión, así como por los costos que provocaron el encierro y seguirán mermando la reactivación económica.
En términos de empleo, las cifras de los últimos meses han sido en términos generales buenas, con una recuperación más rápida que en crisis económicas anteriores, pero todavía falta mucho para alcanzar una recuperación completa, incluyendo la tendencia previa que existía antes de la pandemia de Covid-19 en 2020. Por último, la inflación ha repuntado con sus inminentes afectaciones en la economía real, al reducir el ingreso disponible de los consumidores y aumentar los costos para las empresas.
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