Rúbrica
Por Aurelio Contreras Moreno
Este viernes, con la toma de protesta de la LXVI Legislatura del Estado de Veracruz comienza políticamente la segunda parte del sexenio en la entidad.
Como se ha podido advertir en las últimas semanas, los grupos políticos al interior de Morena son los que en el estado se están disputando verdaderamente el poder y tienen los ojos puestos más bien en la sucesión de 2024 que en los problemas del presente, en la misma sintonía con la dinámica nacional.
Los jaloneos internos en el “tetratransformado” partido oficial pasan por la repartición de los principales espacios de dirección y poder en la Legislatura que comienza funciones este 5 de noviembre, desde donde se apuntalarán los proyectos de quienes “ya se vieron” ocupando la oficina en la que Cuitláhuac García Jiménez seguramente ensaya sus mejores pasos de baile, porque de gobernar solo se acuerda para hacer berrinches mientras, como hacía su antecesor Javier Duarte, para reafirmarse le gritonea “yo soy el gobernador” a quien le hace un reclamo.
Ya se había advertido en este mismo espacio que, obedientes como son a la “línea” oficial dictada desde Palacio Nacional, García Jiménez y sus operadores están completamente “cuadrados” con el proyecto político de la secretaria de Energía, la zacatecana Rocío Nahle García, quien desde el inicio del sexenio incrustó en la administración estatal a varios “representantes” que se manejan incluso fuera de la “jurisdicción” del propio titular del Ejecutivo. O dicho de otra manera, que a quien le rinden cuentas es a ella.
Entre éstos se puede contar al secretario de Gobierno Eric Patrocinio Cisneros Burgos, quien aunque ocupa la posición jerárquica número 2 de la estructura gubernamental, actúa como si estuviera en la número 1. Por las mismas razones expuestas dos párrafos antes.
Con la entrada de la segunda mitad del sexenio lo que se espera es que el “proyecto oficial” busque tomar también el control del Poder Legislativo, donde la mayor disputa se dará a la hora de definir al coordinador –porque no le dejarán ese espacio a una mujer- de la bancada mayoritaria, que en automático será también quien tome la presidencia de la Junta de Coordinación Política (Jucopo), el órgano que maneja al Congreso del Estado.
Y ahí es donde se comenzará a perfilar la ruta de la segunda mitad del sexenio. Juan Javier Gómez Cazarín, quien está identificado con el grupo de Cuitláhuac García, quiere repetir al frente de la bancada de Morena y de la Jucopo luego de su cuestionada reelección. Pero al parecer Nahle busca tener en esa posición a alguien más cercano a ella, que en este caso sería el ex presidente municipal de Agua Dulce, Sergio Lenin Guzmán Ricárdez.
Sin embargo, el nuevo “jugador” que se apareció casi de la nada en una partida que parecía ya definida –al menos al interior de Morena- les está haciendo un “ruido” que no tenían previsto y que es evidente no saben manejar: el presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, Sergio Gutiérrez Luna, quien tomó un protagonismo no solo mediático sino también político, tendiendo lazos con sectores que han sido despreciados e ignorados por los fundamentalistas “cuatreros”, como los periodistas y los empresarios –acaba de reunirse con el dirigente nacional de Canacintra, por ejemplo- y que por lo menos parece entender que hacer política no solo es confrontarse, sino escuchar y dialogar hasta con quien se disiente, algo que no parece estar en los manuales de la ortodoxia de la llamada “cuarta transformación”. También está moviendo sus fichas en el tablero de la LXVI Legislatura veracruzana.
Del rumbo que tome la entidad a partir de esta segunda mitad del sexenio podrá pensar el régimen en tener posibilidades reales de mantenerse en el poder. Y es que a pesar de que el gobierno de Cuitláhuac García ha sido de lo más mediocre, indolente y violento, no hay nadie que le haga contrapeso. La oposición en Veracruz es un mal chiste.
Así que como en los viejos tiempos de su abuelo el PRI, en Morena la bronca es al interior.
Golpe seco
El golpe que en términos políticos y de percepción implica para el régimen el aplazamiento de la reforma eléctrica es gigantesco. Aunque den mil maromas para intentar ocultar el moretón.
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