EL SONIDO Y LA FURIA
MARTÍN CASILLAS DE ALBA
Mary Godwin Wollstonecraft de Shelley (1797-1851).
Ciudad de México, sábado 6 de noviembre, 2021. – En 1818 Mary Godwin Wollstonecraft, casada con el poeta Shelley, escribió la vida de un ser creado por Víctor Frankenstein que resultó ser un monstruo de casi dos metros y medio de altura, rechazado por medio mundo, excepto al final de su vida por Robert Walton, capitán de un barco que andaba por el Polo Norte donde llegó el monstruo y aprovechó para contarle al capitán la historia de su vida, este ser que nunca tuvo nombre propio, pero al que nos referimos como Frankenstein, el apellido de su creador.
Le dice al capitán Walton que no tema, que ya no volverá a cometer más crímenes: “mi tarea ha terminado. Ni su vida ni la de ningún otro ser humano son necesarias para que se cumpla lo que debe cumplirse… no tardaré en efectuar esta inmolación… me iré al más alejado lugar del hemisferio donde recogeré todo cuando pueda arder para construir una pira donde pueda consumirse mi mísero cuerpo.”
Frankenstein o el moderno Prometeo es el título de la novela, la primera que dicen habría que registrar en el género de la ciencia ficción que, hasta la fecha, nos sirve como referencia para señalar a los monstruos que hemos creado ya sea individualmente o como familia o como sociedad y que resultan ser una amenaza.
Mary Shelley inventó a este ser que, en cuanto puede y adquiere vida o poder, se rebela contra sus progenitores que desean destruir por sentirse señalados y ofendidos de aquellos que le temen por su aspecto e incultura. Por eso, sin querer queriendo se convierte en un asesino serial.
La metáfora la aplicamos, una y otra vez, cuando hemos creado, como lo hizo Víctor Frankenstein, a un ser que resulta ser un monstruo porque no tiene madre, literal, como Mary que la perdió al poco de nacer, o porque tuvo problemas con el padre, como sucede en muchos casos y como seguramente también los tuvo Mary con su padre, William Godwin de tal manera que ese ser anónimo trata de destruir a los que representan esas figuras.
También se dice de manera abstracta, que el monstruo es el resultado de la Revolución Industrial, cuando surgió una clase social oprimida por una clase dominante; otros, creen que ejemplifica el posible resultado del desarrollo tecnológico que nace sin control y que, por eso, tenemos miedo, de haber creado algo que no podemos controlar.
Estamos hablando de los efectos de alguien o algo que hemos creado, al monstruo brutal de la contaminación de la que somos creadores y causa principal del “cambio climático” que, como Frankenstein, es capaz de destruir pueblos enteros, bosques maravillosos que ocupaban miles de hectáreas o ciudades que están a la orilla del mar y que van a desaparecer o ya han desaparecido, en fin, monstruos como el ha creado Mary Shelley, que destruyen todo lo que les rodea sin poder controlarlos.
En el ámbito político, siempre ha habido un Frankenstein por ahí en los cuatro continentes, seres que, en un momento dado de su historia, destruyen o intenta hacerlo, a las personas y a las instituciones que con el tiempo hemos construido y que pueden ser paradigma de una civilización en desarrollo, pero que, para el monstruo en el poder, no significa nada.
¿Cuáles han sido nuestros Frankenstein? Seguro que podemos hacer una lista de los que hemos creado porque los hemos visto cómo, desde la cumbre del poder, intentan por todos los medios, vengarse de aquellos que sí tuvieron madre, se llevaron bien con su padre y nadie se burlaba de ellos en la primaria. A esos son a los que el monstruo desea destruir, como si no quiere la cosa.
Para los Frankenstein, la venganza es lo único que les importa y, para eso, andan tras aquellos que un día se burlaron de su persona para darles su merecido, sin importar si ya es o no, un plato frío, como dicen que debe ser, para vengarse como si no pasara nada.