CIUDAD DE MÉXICO.- Comer bocadillos entre comidas es un hábito saludable que aporta distintos beneficios, como controlar el hambre y mantener estable el metabolismo y el nivel de energía. Sin embargo, de acuerdo con información consultada por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), la clave está en el tipo de alimento y en la aportación nutricional o ingredientes críticos que contengan.
En ese sentido y ante la búsqueda constante de las personas por una mejor alimentación, se encuentran en el mercado diversos productos para satisfacer estas necesidades, los cuales suelen anunciarse como “saludables”, cuando en realidad pueden contener más azúcares, sodio o grasas que otros.
Un estudio realizado por la Revista del Consumidor señala que las barras de cereal se han convertido en un snack de moda, fácil de llevar y que suele consumirse como refrigerio, donde la oferta es grande y las marcas comercializan distintas formulaciones: con trigo, maíz, avena, arroz, frutas secas, jarabe de maíz, miel, azúcar, soya, chocolate, amaranto, quinoa y chía, entre otros; no obstante algunas se exceden en azúcares y/o grasas, nutrientes de los que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado disminuir su consumo.
En este análisis realizado a 22 marcas se determinó el contenido total de sacarosa, glucosa, fructosa y lactosa debido a que es alto (hasta un 41 % por barra) y provienen de la adición de azúcar, mieles o jarabes, como el de alta fructosa o de agave u otros ingredientes. Asimismo, se verificó el aporte calórico de las muestras, inclusive de las que dicen “sin azúcar adicionada”. Algunas sustituyen al azúcar por jarabe de agave, que proporciona el mismo aporte calórico que el azúcar (4 kcal por gramo), otras la sustituyen por polialcoholes (maltitol o sorbitol) equivalente a aproximadamente 2.4 kcal por gramo, mientras que otras añaden miel de abeja que aporta las mismas calorías que el azúcar.
Cabe destacar que una estrategia utilizada por algunas empresas de alimentos e identificada por especialistas es la de utilizar el término “saludable” en el etiquetado y promoción de productos que no lo son tanto.
En el mes de mayo de este año, en Estados Unidos, la Food and Drug Administration (FDA), órgano encargado de regular, entre otras cosas, los alimentos, abrió un proceso público para que los expertos actualicen el uso de dicho calificativo, con la idea de que las fórmulas e ingredientes tengan, de manera probada, una efecto beneficioso para la salud.
Sobre la ingesta de bocadillos, la Escuela de Salúd Pública de Harvard revela que hay varias motivaciones para comerlos: hambre, cultura social / alimentaria, por distracción, aburrimiento, inseguridad alimentaria, así como el marketing, siendo los consumidores emocionales y los que se encuentran bajo estrés psicológico quienes suelen comer bocadillos con mayor contenido calórico.
En lo que se refiere a las recomendaciones para un buen bocadillo, diversos especialistas sostienen que una porción de éstos debería ser suficiente para satisfacer la necesidad, pero no al grado de interferir con el apetito en la comida o agregue demasiadas calorías. Una regla general es apuntar a alrededor de 150-250 calorías por bocadillo, lo cual equivale a una manzana con una cucharada de mantequilla de maní o un queso en tiras con 6 galletas integrales.
Respecto a los hábitos que los mexicanos tienen al hacer un refrigerio o colación, la consultora en mercados Kantar destaca que el 33% de los hogares consume frutas al mediodía y el 21% lo hace a media tarde, mientras que para finalizar el día y después de cenar, comen un pan y lo acompañan con su bebida predilecta, ya sea caliente o fría.
AM.MX/fm
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