La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Traven dixit: por causalidad uno tocó la flauta y el otro dirige al RIP
Para comprender el estado en que se encuentra un partido político, uno de los aspectos a considerar, es la personalidad (y salud mental) del dirigente formal y/o de facto.
En el caso del PRI, como lo es ahora de MORENA, históricamente estuvo bajo el control del presidente en turno, pero después de la salida de Peña Nieto, el ex partidazo vaga errático por la vida política, a diferencia del interludio 2000-2012.
Durante las administraciones del blanquiazul, la dupla Beltrones-Gamboa, condujo los destinos del tricolor con ciertos lineamientos estratégicos que los catapultó, de nuevo, a Los Pinos, hoy en día, la premisa es sálvese quien pueda, la militancia deambula en el limbo.
De lo que eran los sectores y el movimiento territorial, queda una suerte de capirotada ideológica que no pudo encontrar mejor personificación que la del señor Alejandro Moreno Cárdenas, alias ‘Alito’ (todo él es diminutivo), un líder que encarna el retroceso evolutivo.
Si uno quisiera imaginar la antítesis de la autoridad moral de don Jesús Reyes Heroles, el campechano es el mejor ejemplo, pero eso no es todo, si buscamos lo contrario al oficio de un Manlio o una Beatriz, sin duda, Moreno sería el elegido.
Entronado en el CEN por el desinterés de otros grupos, ‘Alito’ ha tenido el atrevimiento de creerse un estadista, lo que lo hace actuar en modo insensato.
El disparate más reciente, fue reclamarle al hijo de Luis Donaldo Colosio Murrieta, Luis Donaldo Colosio Riojas, que utilice el nombre de su padre con fines electorales, suponemos que eso implica que en las boletas aparezca como LDC Riojas o simplemente Riojitas.
Ni hablar, en la pus-modernidad la primogenitura la definen los bastardos.