Yo Campesino / ¿Quién miente?
• Deuda y déficit crecen, bajan ingresos, aprietan a organismos y estados
Miguel A. Rocha Valencia
En materia financiera alguien miente pues a pesar que los ingresos tributarios bajaron en 1.2 por ciento, se acabaron los 300 mil millones del Fondo de Estabilización, se chuparon los dineros de fideicomisos, les regatearon las participaciones a los estados, recortaron dinero a la administración federal incluso en la compra de medicamentos y se escamotearon salarios y prestaciones de servidores públicos, la deuda creció tres billones de pesos en el primer trienio del Ganso.
Es decir, no obstante que incluso se extorsionó a empresarios para que se acorrientaran con sus impuestos retenidos o eludidos, el gobierno federal se endeudó con todo y la promesa de que no lo haría.
Ni siquiera cabe la disculpa de que invirtieron pues en ese rubro se registró una caída de no menos de 300 mil millones de pesos en tres años. En el sexenio anterior el monto asignado a ese gasto osciló en 500 mil millones de pesos anuales que tampoco se vieron porque se los robaron y sustituyeron con inversión privada nacional y extranjera.
Entonces, dónde están esos billones, como dice el maestro Mario Di Constanzo Armenta pues no se menciona en el déficit de los anteriores presupuestos ese gasto. Sólo para este 2022 si se prevén cerca de 900 mil millones de pesos en déficit público, tal vez previendo que ya no hay de dónde chupar más dinero porque la 4T cual vil esponja se chupó el que había en la administración pública.
Y con eso de que se cayeron por tercer año los ingresos tributarios, seguramente agregarán un billoncito más a la deuda con todo y la austeridad. El tema no es ese, sino en qué se lo están gastando o simplemente se esfuma al llegar a las arcas de Hacienda.
Porque los dineros presupuestados para el barril sin fondo que es Pemex y CFE ya se conocen lo mismo que Dos Bocas y su incremento al doble de lo estimado incluyendo las pérdidas y financiamiento a la deuda de la petrolera que por cierto ya anda por arriba de los 900 mil millones de pesos.
Los ahorros van a continuar. Aún no se contratan medicamentos, se recorta dinero al INE y al Poder Judicial, los funcionarios “donan” sus prestaciones, los estados morenos crean nuevos impuestos como en la CDMX y nadie adopta medidas contra la galopante tragedia del coronavirus a pesar de que la Universidad Johns Hopkins nos coloca como el país con más muertos por cada 100 mil habitantes.
Y todavía el Peje llama a festejos y la científica de la CDMX desestima la peligrosidad de la pandemia con sus variantes de SARS-CoV-2. Ambos muestran su poca empatía con las víctimas, como lo hacen con quienes en la pandemia perdieron todo y no recibieron apoyo porque así lo decidió el machuchón de Palacio Nacional.
Prefirió mantener los programas clientelares, los que le compran simpatías y votos “primero los pobres”, en una acción perversa porque sus políticas a quienes más dañan son precisamente a los menos favorecidos por eso el aumento de miserables y desempleados.
Es entonces que los mal pensados (yo) buscamos dónde podría estar el “guardadito” de la deuda inexplicable y que bien podría servir para en su momento meter el acelerador en la compra de conciencias, justo en momentos de mayor desesperación y necesidad de millones de mexicanos desesperanzados por la falta de ingresos suficientes.
Claro, en el camino, como se evidencia todos los días, se “pierden” muchos millones de pesos por las mordidas que la aplican las rémoras que nadan junto al mesías tropical y que resultaron auténticos depredadores presupuestales.
Por lo pronto los ingresos 2021 bajaron en relación al 2020. ¿Alguien creerá que subirán en 2022? Ni siquiera los morenos. Por eso se habla de un déficit por arriba del 12 por ciento de los poco más de siete billones contemplados en el presupuesto de egresos.
Por lo pronto y para iniciar el año, al Banco de Comercio Exterior le llegaron 319 millones de dólares del Banco Interamericano de Desarrollo, dizque para ayudarnos a la recuperación económica y generar plazas a través de Pymes de los sectores manufacturero y turístico, a cuyos destinatarios dudo que llegue la lana.
Pero la pregunta sigue en el aire: ¿Quién miente?