La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
El consuelo es pensar que más de alguno es un príncipe azul en potencia
El anuncio de nuevos nombramientos en el servicio exterior, ha resultado ser uno de los tragos más amargos para el canciller Marcelo Ebrard, que ya desde el affaire Nicaragua, resintió un doloroso manotazo presidencial.
Con sus honrosas excepciones, la decisión del Tlatoani sobre las y los elegidos para las posiciones, tiene que ver más con el reparto de ‘huesos’ que, con los intereses de la política exterior de México, ante lo cual, el carnal se puso en modo ‘flojito y cooperando’.
El presidente López Obrador, siempre ha dicho que la mejor política exterior es la política interior y lo que pareciera un bucólico juego de palabras, es en realidad su particular concepto del mundo: fuera de lo electoral no existe nada.
Así pues, embajadas, consulados y demás, se convierten en un premio, para que los gobernantes de oposición entiendan que su colaboracionismo les puede redituar un exilio dorado, claro está, hay niveles.
A los neopolkos partidistas, hay que añadir a los recomendados de las dos señoras más poderosas del país, que también endosan su generosidad a la diplomacia mexicana.
El total del entuerto (neófitos, acosadores, busca chambas), lo tendrá que asumir Marcelo, porque al final del día se desempeña como titular de la SRE, eso es lo que se registra.
Desde luego, el silencio del funcionario se inscribe en su estrategia de no contrariar al gran elector, lo cual confirma que, las relaciones internacionales del país, están sujetas al juego sucesorio. Más aldeano…imposible.
Posdata revolucionaria: fue un carranceo en terreno de expertos en la Doctrina Carranza.