El sonido y la furia
Martín Casillas de Alba
Michel Gallimard, Albert Camus, René Lehmann y Emile León en Cannes, 1950.
Ciudad de México, sábado 5 de febrero, 2022. – Por un problema de faldas, Sísifo fue condenado. Resulta que cuando Zeus raptó a Egina, la hija de Asopo y pasó por Corinto, Sísifo lo vio, así que, cuando el padre buscaba a su hija, Sísifo le dice que le diría quien fue el raptor si hace brotar una fuente en Corinto. Asopo aceptó y Sísifo le dijo que había sido Zeus —nunca hay que acusar al gran jefe de sus movidas. Zeus, no tardó en fulminarlo y condenarlo a empujar eternamente una roca enorme hasta la cima de una colina. Apenas la roca llegaba a lo más alto, volvía a caer, impelida por su propio peso para que Sísifo volviera a empezar.
A veces me pregunto por las mañanas, si no nos sentimos un poco como Sísifo, con eso de que todos los días parace que hacemos lo mismo, una y otra vez.
Este mito lo utiliza Camus como bandera para su trilogía sobre el absurdo: un ensayo, El mito de Sísifo; la novela, El Extranjero y Calígula, la obra de teatro. Tres puntos de vista para exponer sus ideas sobre ese tema, tres obras que trabajó al mismo tiempo hasta que El Extranjero y El mito de Sísifo los publicó Gallimard en 1942, en medio de la ocupación alemana que había empezado en junio de 1940 y que duró hasta diciembre de 1944. Por eso, me imagino que no era el mejor momento para que circularan, pues con la amenaza de los nazis en la puerta, no creo que tuviesen el ánimo para leer estas obras. En 1944 publicaron la obra de teatro y en 1957 le entregaron el Premio Nobel de Literatura.
Entiendo por absurdo cuando un suceso, una acción, una persona o algún político en el poder es o actúa contrario a la lógica y a la razón: es absurdo que un país invada a otro por un pedazo de tierra; es absurdo que un padre le pegue a su hijo por una mala calificación en la primaria; es absurdo que alguien le dispare a otro sin saber por qué.
¿La vida es absurda? A veces nos puede parecer, pero, en concreto, nacemos, crecemos, tal vez nos reproducimos y, seguramente nos morimos. Camus define el absurdo como un mal estado de ánimo y yo acudo a los sinónimos para completar la idea: irracional, inadmisible, incoherente, paradójico, desatinado, falso, o incomprensible.
¿Será que nos pasamos la vida como Sísifo? Podemos tener esa sensación, aunque algunos creemos que la vida vale la pena ser vivida, sin embargo, hay otros que deciden quitársela porque creen no merece ser vivida, tal parece que no le encontraron sentido.
En El Extranjero vemos a Meurseult agobiado por el sol y el calor, que le dispara un balazo a quemaropa a un árabe: “el gatillo había cedido y había tocado el vientre pulido de la culata y allí, con el ruido seco y ensordecedor, todo comenzó. Sacudí el sudor y el sol. Comprendí que había destruido el equilibrio del día, el silencio excepcional de una playa en la que había sido feliz. Entonces, tiré cuatro veces más sobre un cuepro inerte en el que las balas se hundían sin que se notara. Y era como cuatro breves golpes que daba en la puerta de la desgracia.”
Zeus condenó a Sísifo y le dio un castigo terrible, dándole un trabajo sin esperanza alguna, pero no lo condenó a muerte. Bien lo podemos imaginar cuando baja la colina que tiene tiempo para reflexionar e imaginar cómo podría volver a subir la piedra de una mejor manera.
Después de un juicio absurdo, Meurseult espera que llegue el día en que le van a cortar la cabeza. Mientras, recuerda el vestido y los pechos de María, su amante. Entonces, podemos imaginar a Sísifo alegre, listo para intentar las mejoras que ha imaginado antes de volver a empujar la roca enorme hasta la cima, feliz de estar vivo y de tener una nueva oportunidad.