Durante los tres años de gobierno de la 4T, varias han sido las estrategias que la oposición o enemigos de la actual administración han utilizado para desgastar el proyecto de nación y dejarlo mal ante los ojos de la llamada opinión pública.
Se temía que la mayor estrategia fuera incendiar al país desde el inicio, pero una serie de medidas iniciales por parte del gobierno lograron desarmar planes que incluían hasta un golpe de
Estado, aunque sería muy inocente pensar que por ello iban a cejar en su empeño por descarrilar el tren de la 4T.
Igual de inocente sería esperar que sus golpeteos se iban a reducir a una ola de declaraciones, notas o investigaciones contra el gobierno publicadas en Facebook, Twitter, periódicos, televisoras o radiodifusoras; tomarán, y han tomado, medidas drásticas cada vez que lo consideren necesario.
Al parecer una de esas medidas drásticas es asesinar periodistas. Crear una imagen negativa del Pueblo ante el Pueblo no les ha sido fácil; ni tratando de culparlo de la pandemia de covid-19, ni asegurando que el mandatario es el responsable de la inflación mundial, han logrado disminuir la aceptación que AMLO tiene ante la población. Ya intentaron en varias ocasiones manipular a las fuerzas armadas para que se volteen contra el Presidente, siguen golpeando a través del cártel de las medicinas, siguen queriendo asociar al Presidente con el narco y ahora su estrategia es meterse contra uno de los gremios más vulnerables y mediáticos, el periodístico.
Según la organización Reporteros Sin Fronteras, México es el país «más mortífero del mundo para la prensa», una tendencia que tiene más de 20 años en el país; de manera que hacer parecer que el país continúa con la misma tendencia bajo la dirección de un gobierno de izquierda y progresista, superando incluso los números de asesinatos en anteriores administraciones, es muy conveniente —por decir lo menos— para aquellos que quieren pintar al actual gobierno como otro igual a los anteriores. Dentro de su plan lo que menos importa son las vidas, ya lo han demostrado en sus sexenios, cuando lanzaron programas o proyectos para su conveniencia sin importar si con ello miles de mexicanos perdían la vida.
Basta con que un periodista aparezca en la mañanera para que ya su vida esté en peligro. Ya no importa el tema que toque, el mensaje es lo de menos, es ahora el mensajero quien se convierte en la noticia, los encabezados ya no hablan de a quién investigaba el periodista asesinado, no les importa el tema de su investigación, el centro de la noticia es cuán cerca estuvo del presidente. De manera que es obvia la estrategia de los chacales y traidores, personajes con estrategias maquiavélicas para quienes el fin justifica los medios y a quienes no les importa nada con tal de recuperar el poder.
Un reconocimiento a todos esos periodistas valientes que, sin importar los tiempos, siguen alzando la voz por aquellos que no pueden hablar.
Y a los extraterrestres, primero investiguen, después opinan.