Documental Político II
Emilio Trinidad Zaldivar
Él estira la liga y nosotros la paciencia, la tolerancia y la sorpresa que no acaba cuando día con día le escuchamos disparates, arrebatos, incongruencias, risas burlonas, retos, desafíos, ocurrencias que la arrogancia le hacen escupir. Es Andrés Manuel López Obrador un hombre lleno de rabia, de odios, de rencor, de olvidos, de traiciones, de lagunas mentales.
La frustración que acumuló durante más de 18 años la sigue externando, arrojando, la transpira, la vomita, aun y cuando hoy vive cual rey en un Palacio y se siente guiado por Cristo y reencarnado en Juárez, en Morelos, en Hidalgo.
Parece -ruego me disculpen por la expresión- perro de rancho. Esos a los que amarran en las fiestas y sueltan para los madrazos. Él crea sus demonios y los insulta y enfrenta en su verborrea cotidiana pero no hace nada para apaciguarlos, para probar que fueron y encarnaron el mal en los sexenios pasados sus villanos favoritos. No ordena se procese a nadie, menos se encarcele a esos sin duda rufianes de la política priista y panista. Eso sí, que nadie toque al presente: sus hermanos, sus hijos, su prima, Hugo López Gatell, Manuel Bartlett, Julio Scherer Ibarra -voraz abogado y empresario que no dejaba pasar negocio u obra alguna del gobierno federal si no transitaba por su despacho y comedor y había que entregar el “moche” de por medio.
Cree el presidente, está totalmente convencido, de que con su voz y palabra se va sanando, purificando a México, cuando lo que dice y por donde camina sólo producen hediondez, engaño, mentira, frustración, desencanto y arrepentimiento.
Secreta pus y amargura, arrogancia e insensatez, ignorancia y enorme ira que despide de esa su mente torcida y mermada salud.
Dice en su desquiciada conducta que está serenando al país, cuando está haciendo todo lo contrario, encendiendo infiernitos en el territorio nacional y hoy más allá de nuestras fronteras.
No tardarán esos a los que les dice que “amor con amor se paga”, en reclamarle que de amor no comen; esos pobres y marginados que en su gobierno han crecido de forma acelerada y que no tienen esperanza de mejorar, porque el que habita un lugar más lujoso que Los Pinos, dice que vamos muy bien, requetebien, y no dará marcha atrás en su suicida ruta y trayectoria hacia la época más oscura de México.
López Obrador se siente un gladiador adorado, respetado y venerado, por eso todo aquello que no le parece lo destruye, esperando loas y vivas, pero es un tirano que está haciendo añicos lo poco que dejaron los bandidos del pasado.
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