La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
La solución pasa por estudiar la historia: es la heroicidad, no la abnegación
En realidad, es difícil establecer la fecha en que inició tan calamitosa situación (proponemos 1998 y/o 2004), lo cierto, es que las noticias más destacas que se vinculan al estado de Veracruz, tienen que ver con temas de inseguridad y carcelarios.
Ya sea que ocurran masacres allá, tiradero de cadáveres acullá, órdenes de aprehensión contra ex funcionarios, denuncias de licitaciones amañadas, tipos penales inconstitucionales y otras monsergas, la entidad parece estar sumida en un laberinto recursivo de crispación.
Agregado a lo anterior, la narrativa vigente, está cargada de violencia, lo mismo podemos escuchar al gobernador lanzando imprecaciones a una periodista, que a un senador diciendo que el Cui es un delincuente, en nada contribuyen a la urbanidad política.
Lo más trágico del fenómeno, es que no se vislumbra que salgamos pronto de esta situación, la esperanza estaba puesta en la 4T que ganó con gran legitimad en el 2018, sin embargo, la situación empeora, a pesar de la retórica triunfalista.
Así pues, una de las causas principales de este panorama, radica en que la clase política a cargo, ha estado definida por la frivolidad, la pillería, el resentimiento y la ineptitud. En una o varias de estas cuatro características, embonan todos los gobernadores y buena parte de sus funcionarios, de 1998 a la fecha.
A lo largo de su historia, Veracruz ha sobrevivido el embate de meteoros, piratas, tropas extranjeras, el crimen organizado y visitantes indeseables que llegan a sus fiestas carnestolendas, no obstante, hoy enfrentamos un desafío jamás imaginado: la descomposición del aparato gubernamental, que cual salitre, corroe todo a su paso.
La salida no es fácil, pero debemos comenzar por lo primero: recuperar la autoestima social.