La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
La Guerra Fría se da cuando en la disputa geopolítica entre potencias, otro país pone los muertos
Desde la doctrina de la Contención del Comunismo, hasta la Destrucción Mutua Asegurada, pasando por la Disuasión Máxima y las Represalias Masivas, el mundo de la Guerra Fría estuvo dominado por el temor a una Tercera Guerra Mundial.
En 2022, a pesar de los coristas del Fin de la Historia, merced al conflicto ruso-ucraniano, renace el miedo a una conflagración global, o sea, ‘el fin de la humanidad’.
En este contexto, es claro que los millennials y centennials, tienen nula relación con estos fenómenos, a diferencia de sus predecesores que crecieron con las guerras de Corea, Vietnam, Afganistán, Las Malvinas y el conflicto Árabe-Israelí, por mencionar algunos.
No obstante, volviendo al diferendo ruso-ucraniano, es difícil que este escale a pesar de las valentonadas de Putin, el terrorífico equilibrio armamentista lo impide: la Destrucción Mutua Asegurada fue la Pax Atómica hasta 1989 y hoy, resurge intacta.
Así pues, después de la disolución de la URSS, el zarecito Vladimir, pretende reconstituir las fronteras o mínimo, la esfera de influencia de la era soviética y la ambición (aderezada de torpeza), de los estrategas militares de occidente, le dio un magnífico pretexto: impedir, como una prioridad máxima de seguridad nacional, que Ucrania ingrese a la OTAN.
Vendrán sanciones económicas (entre las que no se incluye suspender la importación de gas y petróleo ruso, los europeos no comen lumbre) y el reforzamiento militar de Polonia, los Países Bálticos, Rumanía, etc., para marcar un límite infranqueable al expansionismo ruso, sin embargo, Moscú habrá dado un manotazo para recordar a los adversarios su poderío.
En el inter, aumentarán los hidrocarburos, se ralentizará el crecimiento económico, (hay quienes hablan de una recesión), habrá miedo colectivo y los ucranianos, sufrirán las principales consecuencias: hambruna, enfermedad, la pérdida de la esperanza y muerte.
Se confirma, lo que importa son los intereses de las elites, no el bien común.