CIUDAD DE MÉXICO.- Bajos salarios, pésimas condiciones para el entrenamiento y los partidos en aspectos como la alimentación, traslado, hidratación, uniformes, calzado; prejuicios sociales, acoso, poca cobertura, discursos sesgados y estereotipados centrados en la polémica; mitos como: “El futbol femenil no vende” y la vulneración de derechos humanos de las futbolistas mexicanas fue el balance efectuado por investigadoras y especialistas en derechos humanos y laborales, perspectiva de género y comunicación, así como por periodistas, en el marco del Día Internacional de la Mujer.
De acuerdo con SemMéxico, durante el seminario “Las mujeres futbolistas y sus derechos humanos laborales. Una mirada rumbo al mundial 2026”, convocado por la Red de Mujeres Sindicalistas (RMS), como parte de la campaña “México Unido 2026”, las conferencistas coincidieron en señalar que la Copa Mundial de Futbol que se efectuará en Canadá, Estados Unidos y México en 2026 representa una “oportunidad de oro” —como lo indicó Hortensia Moreno— para hablar de las múltiples desigualdades que enfrentan las mujeres en el futbol.
Para dimensionar esta desigualdad, Moreno Esparza, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señaló que de los 100 deportistas mejor pagados del mundo solo una era mujer (la tenista Serena Williams). A pesar de que cada vez más aumenta el público (mujeres y hombres) que está interesado en el futbol femenil, apenas y se le da el 10 por ciento de cobertura a las mujeres de todos los eventos deportivos, apuntó.
Claudia Pedraza Bucio, especialista en género, comunicación y periodismo, acotó que las mujeres están representadas solo en 32 de cada 100 noticias y baja 7 por ciento cuando son protagonistas, solo 20 por ciento son consideradas como fuente de información y apenas una de cada 100 portadas coloca a una mujer como figura central de la noticia.
En el seminario efectuado de manera virtual y presencial, Pedraza refirió que el futbol es un deporte donde la masculinidad está presente y se replica y amplifica por los medios de comunicación. Estos multiplican exponencialmente el número de espectadores en el que la compra de derechos financia el espectáculo y sostiene el modelo económico de la industria cultural.
Refirió que el mito de que “el futbol femenil no vende” ha demostrado ser falso. En fecha reciente, el periódico El Economista dio cuenta que las audiencias de la Liga MX Femenil se incrementó de la Apertura del 2020 de cuatro millones de espectadores a la Apertura del 2021 a 4.8 millones. Sin embargo, acotó, este cambio no ha sido impulsado por los medios.
Pedraza considera que se debe incorporar la perspectiva de género en el futbol femenil y abordar otros problemas. Critico también que la visibilización de las desigualdades se enfoque nada más a sueldos y que condiciones de desigualdad se queden en lo anecdótico, como “un chisme”. No se aborda qué hacen las futbolistas cuando no juegan, si les pagan o les dan liquidación cuando terminan la relación laboral o si tienen acceso a espacios libres de violencia o acoso sexual.
Al igual que la periodista deportiva Adrianelly Hernández Vega, puntualizó que no hay seguimiento en la problemática de las futbolistas, como sucedió con el informe del año pasado de la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) que sancionó a los clubes por haber fijado un tope salarial muy bajo, lo cual provocó indignación en su momento, pero después se olvidó.
Para Hernández Vega, los importante de ese diagnóstico es que quedó escrito en papel lo que todos sabían. De igual forma, propuso a las instituciones deportivas generar estadísticas desagregadas de las futbolistas y que desde el periodismo deportivo se contribuya al análisis de las desigualdades para lograr condiciones dignas, que no tengan que hacer dobles jornadas o abandonar el futbol profesional por razones económicas a edades tempranas; incluso, a los 23 años.
Por otra parte, Elena Arengo, del Proyecto Poder, destacó que es la primera vez que en la realización de un mundial se incluyan los derechos humanos como un tema principal y que se tenga un plan para abordarlo. Sin embargo, manifestó que en el Mundial de Catar 2022 ya hay denuncias de migrantes y personas provenientes de Bangladesh, India, Pakistán, por contratos abusivos, retención de documentos y restricción de movilidad, lo que se ha calificado como una forma de esclavitud moderna.
Mencionó que los megaeventos deportivos han tenido una trayectoria conocida y documentada de impactos negativos en los derechos humanos; sobre todo, en grupos más vulnerados y comunidades afectadas por la construcción de estadios. En el último punto, cabe descartar las manifestaciones efectuadas recientemente por los vecinos que habitan los límites de las alcaldías Tlalpan y Coyoacán, en esta ciudad, por el megaproyecto del Estadio Azteca para construir un centro comercial, hoteles y estacionamientos, con el pretexto del Mundial 2026.
Hortensia Moreno Esparza se refirió a los prejuicios de la mujer en un espacio de esparcimiento y vinculado con las masculinidades. Ejemplo de estas formas de pensar del ser mujer y ser hombre fue la violencia brutal generada en el Estadio Querétaro este fin de semana. Para la académica, esa violencia es resultado de los prejuicios sociales. Estima que es muy difícil pensar en las mujeres como trabajadoras en un lugar de esparcimiento, como son los estadios, por los prejuicios difundidos por los medios de comunicación.
Recordó que el deporte se inventó como una actividad masculina por excelencia, por lo que la inserción de las mujeres se ve como una invasión. Sin embargo, la participación de las mujeres se ha ido incrementando. Llamó la atención en la situación de las mujeres como una “caja de resonancia”, respecto a los derechos laborales y las desigualdades a las que se enfrentan.
Hernández Vega relató que el surgimiento de la liga femenil en México, en 2016, se hizo para que México pudiera ser sede de la Copa Mundial de 2026, junto con los otros dos países, como una medida precipitada y que como consecuencia trajo sueldos para las jugadoras apenas para lo básico de dos mil pesos. Por eso muchas prefieren quedarse en el futbol amateur.
La periodista exhibió las precarias condiciones laborales que tienen las mujeres futbolistas, desde carecer de lugares adecuados para entrenar, proveerse su propia comida, hidratarse con sus propios recursos, firmar contratos que no les favorecen con cláusulas sobre preferencias sexuales y embarazo y sueldos que no cubren lo básico. Solo algunas han logrado salarios mensuales de 30 mil pesos, pero nada comparable con los futbolistas que llegan a ganar hasta 750 mil pesos.
Exhibió a los directivos de los clubes que no invierten en ellas, las mandan a los juegos en autobús, con trayectos de hasta 12 horas. Y si viajan en avión, los pasajes se cubren de sus propios bonos, como sucedió con las jugadoras del Atlas. Otro ejemplo que mencionó fue el de las “Bravas de Juárez”, quienes no tenían uniformes de entrenamiento adecuados para bajas temperaturas.
Los directivos, dijo, se ponen de acuerdo para poner topes salariales de no más de 50 mil pesos, pero no determinan un salario mínimo digno. Actualmente hay clubes que siguen pagando 2,500 pesos y con pésimas condiciones, como Necaxa o Mazatlán, aunque otros proporcionan mejores prestaciones, como Pachuca, Tigres, Rayados. Lo que se busca es un sueldo para que puedan vivir como futbolistas. Solo España y Estados Unidos tienen contratos colectivos, agregó.
Rosario Ortiz Magallón, de la RMS, que difunde la campaña México Unido 2026, presentó de las panelistas en el Foro “Las mujeres futbolistas y sus derechos humanos laborales. Una mirada rumbo al Mundial 2026”.
AM.MX/fm
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