La crisis provocada por la ineptitud y la codicia que le ha costado al país la pérdida de casi todo el Producto Nacional Bruto –pues su carácter regresivo afecta más a los pobres y beneficia en mayor medida a los ricos–ha adquirido un atributo de estancamiento prolongado. Ya impactó y puede permanecer por mucho tiempo.
Se ha lastimado severamente la economía nacional. La sustracción subrepticia de billones de pesos del circulante monetario, el pasmo en la conducción del gobierno, la devaluación de nuestra moneda ordenada por los hacendarios para que les rindan más los pesos de sus créditos en dólares, la interesada falta de atención a los sectores prioritarios –los presupuestos para el campo, educación y salud son recortados criminalmente– deriva en una catástrofe hacendaria, fiscal y económica de pronóstico no reservado, sino adelantadamente fracasado.
La impericia para manejar los indicadores elementales, aparejada a la represión desatada sobre el infelizaje y la mala fama de los mexiquenses en el poder, genera un entorno peligroso de violación de los derechos humanos y de procuración e impartición de justicia, corrupta, mendaz y hamponesca.
No hay vacuna contra la inmundicia de los “gobernantes”
En el interior del país, los sectores productivos revelan su impotencia frente a la ola de descomposición, indolencia, corrupción y represión, que ahoga el desempeño de sus actividades, exprime los escasos recursos en beneficio del fisco y no ofrece alternativa alguna de mejoramiento ni en el corto, ni en el mediano plazo, ni en el futuro inmediato posible.
En el exterior, se exhibe, a través de los medios de comunicación emblemáticos de cada país, que el aparato político carece no sólo de dirección, sino de sistema inmunológico capaz de dar respuesta al desenfreno y avaricia de sus dirigentes. Que no hay vacuna contra la inmundicia.
Los tolucos y pachuquitas son, ante cualquier observador extranjero de respeto, una casta dinástica, dominada por los impulsos ciegos del crimen y la sevicia. Su indolencia e ignorancia, relatada en crónicas chuscas de los principales rotativos, ya han marcado un precedente humillante en el mundo.
Son incapaces, fundamentalmente por depredadores e ignorantes. El “no entienden que no entienden” de la revista representativa del conservadurismo inglés, pegó en la diana de los derechistas atracomulcas. Era imposible, decían, que una editorial de su misma tendencia, fuera tan agresiva con sus probadas incapacidades.
Patentes su ineficacia y nula contribución al bienestar social
Son incapaces de extirpar al elemento depredador, al factor patógeno del sistema, porque eso son ellos. Se resisten a obedecer las reglas elementales de prudencia y moderación que impone el entramado internacional, porque forman un elemento virulento, infeccioso y extraño al cuerpo social que pretenden gobernar, a base de trapacerías y violaciones incontables.
Además, la evidencia de la ineficacia se traduce en la nula contribución al bienestar de la población, la justicia distributiva o a dejar algún hueso sano del desarrollo del país. El fenómeno también se mide en términos de oportunidades desperdiciadas, debido a lo errático del gobierno, a lo confuso, al saqueo de los imperitos.
Son preocupantes, dicen en todos los tonos las plumas más acreditadas del exterior, los fenómenos de corrupción, impunidad, sometimiento al narcotráfico y al crimen organizado. Complicitados, el conservadurismo feroz y los criminales de baja estofa, que pueden tomar el gobierno total en cualquier momento.
Todo a la deriva. El país esperando que lo engullan o masacren
Para los observadores internos e internacionales, la sociedad cumple un papel catatónico, sólo testimonial. Los desatados fruncionarios toman decisiones a su antojo y medida, sin obedecer ni atender un solo parámetro que se respete. Todo está a la deriva. El país esperando que lo engullan, que lo masacren, que lo avergüencen.
Fruncionarios, respaldados por plumas y loritos radioeléctricos a modo, se atreven a decir que se usa la fuerza bruta para hacer avanzar la democracia y la libertad como única garantía de estabilidad, en un mundo donde los principios fundamentales “deben” contar con el apoyo de la barbarie militar.
O sea, que la causa de la violencia es su ideología progresista. Una pobre concepción de los derechos libertarios de expresión, manifestación, no discriminación y tolerancia. El gorilato reinante. La mentalidad reptilínea en uso pleno de todos los campos donde debería privar el respeto, la dignidad y la equidad.
Respeto a los comunicadores independientes que denuncian
Si los atracomulcas mayores no educaron a sus niños, parafraseando a la Nobel chilena Gabriela Mistral, la sociedad deberá castigar a sus engendros en aparente adultez. Parece y es la conclusión, en los momentos en que la Nación se debate en una crisis de proporciones estratosféricas, incalculables para nosotros y los que vienen detrás.
Por eso es merecedora del mayor respeto la valiente actitud que en todas las regiones del país han adoptado los comunicadores independientes que por expresar las verdades y los manejos turbios de las claques federales y estatales en el poder despreciable, han sido vejados, ejecutados o desaparecidos.
Muchos, en apenas lo que va de este llamado régimen, han sido víctimas de crueles amenazas, persecuciones, aprehensiones deleznables, torturas y asesinatos en frío, inmunes ante quienes deberían reprobar y castigar a los ejecutores de estas tragedias. Nadie lo hace, porque carecen de la autoridad moral, de los argumentos de la excusa y de la inocencia.
Y los textoservidores celebran “el buen humor del Presidente”
Todos los llamados dirigentes políticos están atrapados en la misma vorágine de corrupción, en la misma espiral de molicie y sevicia. Todos comparten, en algún modo o en todos, el nauseabundo pensamiento fascista mussoliniano de callar eternamente a los que piensan y defienden. Atentan contra sus intereses y vocación cavernaria, usted lo ha comprobado.
En este espacio lo hemos comentado, desde que empezó el ejercicio falaz y desdichado de la tolucopachucracia. No tienen un solo lado que se salve. Todos, dedicados a su santo, encubriendo a sus cómplices y contlapaches de aventura. En su incursión para destrozar, en su desenfreno para robar y reprimir hasta morir.
En contraparte, las canonjías, prebendas, contratos, negocios y embutes, han pervertido y corroído a un selecto club de textoservidores, impresores de tintas y vocablos ensangrentados, que comparten en un banquete en Los Pinos “el buen humor del Presidente”, que celebran, alborozados que haya un Ejecutivo “que no es un alma simple con poder”.
Empeñados en levantar un fantasioso monumento a la indolencia
Festejan –no se sabe a qué país se refieren– que haya “un Presidente resuelto a enfrentar los problemas, en lugar de uno afligido y vengativo”. Jubilosos, relatan la increíble experiencia de haber compartido una comelitona con quien “no se ha endurecido por los conflictos en el país”, que “no está abatido por la derrota electoral del PRI, ni decaído por el endurecimiento de las protestas, o por los malos presagios… que sólo está de buen humor”, contento el señor, como dicen todos los lamesuelas.
Un Presidente, dicen los textoservidores cooptados y enriquecidos al amparo de “la libertad de expresión”, que tiene la fuerza para hacer ganar el 2018 a cualquiera de sus favoritos, “aunque sólo sea conocido por el 1% de la población”. Le otorgan el reconocimiento de un César, de un mandatario fuerte y respetado.
De un demócrata que “no está reflexionando sobre la muerte, sino sobre la vida”. A ese grado de sumisión y lambisconería han llegado las nefastas plumas seleccionadas por Los Pinos y por las arcas hacendarias. Están empeñados en levantar un fantasioso monumento a la indolencia, al abandono, al atraco a cielo abierto.
¡Qué vergüenza la de nuestros ¿compañeros’ de profesión!
Me quedo con la actitud de los periodistas asesinados que, recordando a Miguel de Cervantes, aventuraron la vida, en defensa de la libertad y la honra.
¿Usted a quien le cree? ¿A quiénes intere$adamente describen “el buen humor” de Peña? ¿A quienes creemos que “el mal humor social” ya se convirtió en encabronamiento? ¿A quién?
Índice Flamígero: Jodie Ginsberg, directora de Index on Censorship, una organización internacional con base en Londres que promueve la libertad de expresión, dice en una entrevista –titulada “Los militantes no son periodistas, son voceros de un gobierno”– que le hizo la colega argentina Ana Gerschenson que “la ética es una de las razones por las que decae la libertad de prensa. El público o no confía en el periodismo, o no saben en quién confiar entre todos los que hay. Creo que los periodistas tienen que poner su casa en orden. Es muy difícil sostener privilegios y protección especial si no podemos probar que estamos actuando bajo un alto estándar ético. No podemos pedirle a la gente que nos crea si no somos confiables. En el Reino Unido, sólo el 21 por ciento de la sociedad cree en los periodistas. Es muy preocupante para una industria que necesita que el público le crea. Y la verdad es que le hemos dado razones a la gente para no crea en los periodistas.” En México, ¿qué porcentaje de la sociedad nos cree a los periodistas? ¿Y a los periódicos, con tirajes no mayores a los 3 mil ejemplares diarios? Sería interesante saberlo, ¿no cree usted?
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