La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
A pesar de ser florero, no se engalana con rosas blancas
Las enemistades, rivalidades y odios acérrimos, siempre han existido en los gabinetes, basta recordar, en tiempos recientes, los casos de Eduardo Medina Mora versus Genaro García Luna y el de Luis Videgaray contra Miguel Ángel Osorio Chong.
Sin embargo, el que protagonizan Olga Sánchez Cordero, Julio Scherer y Alejandro Gertz, tiene una particularidad: el pleito es en cadena nacional, además, la senadora y el fiscal, quieren a Julio en la cárcel y para ello, han violado la ley a placer.
En el ínterin, se han descubierto las millonarias propiedades de Gertz, la sevicia de la legisladora cuando fungió como titular de la SEGOB y una presunta red de extorsión, creada por el cuasi hermano del señor presidente.
Desde luego, los tres personajes juran que guían su trayectoria profesional apegados a las ordenanzas del servicio público, no obstante, la realidad muestra que utilizan sus cargos de manera patrimonial, para satisfacer sus filias y fobias.
Lo que subyace en el fondo, es la disputa por el poder, sienten que el otro les estorba para ejecutar sus proyectos que tienen que ver con una sola cuestión: acumular dinero por medio de ejercer el control en los procesos gubernamentales, v.g.: la procuración de justicia.
En todo este entramado, destaca la incapacidad del Tlatoani para poner orden entre sus subalternos y de esto, sólo él es responsable. El origen del problema, es su proclividad para devaluar la administración pública, en este caso en particular, no cuenta (ni ha contado), con un hombre o mujer, en el Palacio de Covián, que ajuste la conducta de los funcionarios.
Lo paradójico es que, a pesar del autoritarismo de AMLO, a sus espaldas, no lo respetan.
Ni modo, se rodea de puro ‘vulgar y ambicioso’.