Héctor Calderón Hallal
Muy seguramente fue el último acto de ‘marketing impresionista’ del tardío y sempiterno candidato Andrés Manuel López Obrador.
Debe haberle quedado claro que ya no necesita este tipo de actos para conseguir la atención del público, porque el respetable ya aprendió la lección: necesita un presidente, que administre, aplique la norma, haga planeación y tome decisiones serias sobre el presente y el futuro de la nación… no ocupa un líder de masas que aglutine, resguarde o auspicie ni los prejuicios, ni los temores y mucho menos la ignorancia colectivos.
La retórica como tal, ‘el verbo vil’ pues, deben ser por fin archivados para otra campaña presidencial… se ocupan hechos concretos, acciones contundentes.
No obstante, una vez más -se espera sea la última vez- es necesario como en anteriores entregas donde se habla del presidente mexicano Andrés López Obrador, recurrir a una crónica casi de color, que satirice o caricaturice las actitudes e intenciones del mandatario mexicano y sus seguidores o colaboradores. Lo de este domingo no tiene desperdicio:
Un presidente que se puso el casco y las botas del ‘hombre bala’, tomó el micrófono y personalmente toda la semana pasada, se puso a la entrada de la carpa a decir: “Pásele, pásele… anímese a ver al último ‘hombre bala’ de la historia, capaz de ser lanzado a más de 300 kilómetros por hora y ‘caer parado’ sin necesidad de una red”… “Esto es gratis y además recibirá una beca de mis programas sociales de gobierno, para que no se olvide de votar por mí y mi partido, este 2022 y el 2024″.
¿Quién no querría ver ese acto ‘tan impresionante’ y por semejante ganga?
Exacto… eso es el marketing; en este caso un acto de ‘marketing político’ en estricto sentido.
Un producto anunciado de forma estruendosa e insistente, donde uno de los atributos del producto es que es ‘extraordinario’ (fuera de lo común), inverosímil, de alto riesgo o inexplicable.
Por eso es capaz de pagar el público… y también de correr el riesgo de ser timado. Como para ver ‘la mujer barbona’ o el hombre de dos cabezas en las ferias de los pueblos, de gitanos o ‘húngaros’, como también se le reconoce.
Pero el resultado no fue el esperado, una vez más para AMLO y su gente. El acto temerario circense no se pudo consolidar. Afortunadamente esta narrativa es figurada; sólo la imagen del presidente y de Morena son las afectadas.
Tras la monumental ‘descarga eléctrica’ que sufrieron Morena y sus legisladores en San Lázaro, por 275 votos a favor del partido oficialista y sus aliados, contra 223 de la alianza opositora (PRI-PAN-PRD) incluido el MC, de un total de 498 diputados asistentes que conformaron el quórum, no resultaron suficientes para alcanzar las dos terceras partes del total, que marca como requisito la propia Constitución General de la República y la Ley Orgánica del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos, para en este caso, lograr la aprobación del Proyecto de Ley de la Industria Eléctrica, propuesta por el titular del Poder Ejecutivo en los últimos días.
Resultaría fácil para, por ejemplo, el creador de ‘La Pantera Rosa’, Friz Freleng (1906-1995), personaje propiedad de la firma californiana Hanna Barbera, dibujar tras este sonoro fracaso político de la tarde de este domingo en la Cámara de Diputados, por ejemplo, al presidente López Obrador y a Manuel Bartlett con ‘cara de what?’, el cabello erizado, chamuscados sus rostros, ‘ojos saltones’, sorprendidos por el golpe de la electricidad y reprochándole el primero al segundo: … “¿Qué no te dije que le bajaraj de blanquilloj al pajtel cuando la jintieras cerca y ofrecieras negojiar los doce puntos que plantean los conjervas?;… “Pues ¿qué tú no controlas a Mier?… da la impresión que no”.
O al mismísimo Leonel Godoy, vicecoordinador de la fracción morenista en la cámara baja, implorando con voz entrecortada a su correligionario Sergio Gutiérrez Luna, presidente de la mesa directiva en turno, para que le admitiera una última intervención, disfrazada de ‘moción de orden’, para amenazar -materialmente- a los diputados opositores de que habrá escarnio público a través de la historia -según él- contra todos los que no votaron por el proyecto de reforma del presidente; quebrándosele la voz, luego de que durante todo el día fue el principal impulsor de las porras y consignas sesenteras y setenteras, para instigar a los opositores a aprobar primero la propuesta morenista… y ya después para azuzar a la ‘porra morenista’ a ofender al resto de los legisladores, una vez convertido el escenario en una batalla entre dos partes claramente identificadas:… “¡Esos son, esos son, los que irán al paredón!”, gritaban a coro los legisladores morenistas para referirse a quienes piensan distinto a ellos y actúan políticamente bajo otros criterios de acción, azuzados por el propio Godoy, quien llegó a ser ofensivo hacia una mujer legisladora panista, refiriéndole su pasado “en la cárcel” por haber atropellado a un transeúnte, en respuesta a que les habría dicho a los morenistas, ser integrantes de una ‘recua de vándalos’.
Freleng lo hubiera dibujado tomando el micrófono en actitud suplicante, aclarando que sí es ‘moción de orden’ ante la duda del propio Gutiérrez Luna, quien le explica que se está cerrando la sesión pero, con ojos ‘saltones’ como el caballo de ‘La Pantera Rosa’, sudoroso, nervioso, al borde del llanto, Godoy advertía que de cualquier forma, los mexicanos “debían de tatuar en la memoria el número de votos otorgados durante la sesión y los nombres de todos los 275 legisladores que vortaron en favor de la propuesta de López Obrador, por que era histórica… y patriótica”. Para que se acuerden de nosotros, le faltó decir.
Podría evocarse la escena, en la poesía del mismísimo Ramón de Campoamor:
“¡Sobre arena y sobre viento
lo ha fundado el cielo todo!
lo mismo el mundo del lodo,
que el mundo del sentimiento!”
Una iniciativa de Ley, esta de AMLO y su partido que, dicho en términos llanos, no corresponde a los tiempos que les tocará vivir a las nuevas generaciones de mexicanos, dada su propensión a favorecer el suo de energías de origen fósil y no energías ‘limpias’.
Aunque vendrán hoy seguramente, aparte de las álgidas críticas como la presente, las palabras de justificación del presidente, a través de su mañanera, como por medio de sus panegíricos; entonces, resultan aún más que oportunos los versos de Campoamor:
“Que en este mundo traidor
nada es verdad ni mentira.
Todo es según el color
del cristal con que se mira.”
Una reforma que ataca en la esencia jurídica a la propia naturaleza de los Derechos Humanos (DDHH), en su atributivo de progresividad; esto es, los DDHH al crecimiento de la población y al progreso material del género humano, en general, aparecen conforme a las necesidades y complicaciones de las relaciones interpersonales o humanas, por lo que se van constituyendo en generaciones de DDHH; así entonces hay derechos de primera generación, los que surgieron a fines del siglo 18 con los movimientos revolucionarios de la Revolución Francesa y la Independencia de los EEUU por ejemplo, como el derecho a la vida, el derecho a la libertad, a la propiedad, al voto, etc… de segundo grado, surgidos a partir del siglo 19 y durante el 20, como el derecho al trabajo, a la salud; y de tercera generación, surgidos a lo largo del 20 y en lo que va del 21, como el derecho a un medio ambiente limpio, a la paz, al desarrollo… En este contexto por supuesto que ataca frontalmente la propuesta de López Obrador a los DDHH en su atributo de progresividad.
Pero ataca a algo que debiera ser muy celosamente cuidado -no solo en el discurso sino en las acciones- por los morenistas y por el propio presidente, que presumen de ser de una izquierda avanzada, que hablan de ‘revoluciones de terciopelo’ y que ya incluso, el propio Andrés López ha equiparado a su administración con la de países como Dinamarca, donde el “Estado del Bienestar” al que aspiran ellos a sembrar en México, es todo un ejemplo de funcionalidad ante el mundo.
Ese cuidado lo deberían tener precisamente al momento de compararse y compararnos como nación, con otras de esas dimensiones.
Pero, desmenucemos el caso de Dinamarca:
El Estado del Bienestar es casi inherente a la filosofía de los pueblos eslavos, del que tiene un alto componente el Reino de Dinamarca.
En ese país conviven descendientes de los vikingos de los países con los que colinda al norte de su geografía, aunque también con los antepasados “normandos” que se irían al paso de los siglos a fundar la región del mismo nombre al poniente de la geografía francesa.
Hay descendidentes de la Baja Sajonia, lo que hoy es Alemania en sus regiones aledañas a las ciudades de Bremen, Hamelin, Hanover, entre otras.
Cabe destacar , por otra parte, que en los últimos cincuenta años, ha habido un afán impulsado desde el gobierno danés, por atraer la presencia de individuos de todo el mundo, dada la bonanza de sus finanzas pero además, a que el Estado del Bienestar lo han asumido con gran éxito. Son un gran ejemplo ante el mundo.
Lo cual implica también algunas explicaciones, que pasan por enlistar situaciones traumáticas para individuos de otras latitudes; auténticos sacrificios.
En Dinamarca se pagan muchos impuestos. Un alto porcentaje del salario de la población le es sustraído por el Estado para la manutención de ese ‘Estado del Bienestar’. Lo mismo con el pago de otros impuestos a contribuyentes cautivos como los generados por actos de comercio, transacciones de derechos y aprovechamientos, etcétera.
Es decir, se pagan muy buenos sueldos, pero también se pagan impuestos por lo menos en lo equivalente al 40% de la percepción salarial. También si te quedas desempleado, el Estado te mantiene hasta por dos años con una paga de 2 mil Euros mensuales, siempre y cuando te mantengas buscando -comprobadamente- empleo. Es la póliza más alta de Europa.
A lo que habría que sumarle que la palabra corrupción no existe en esos lugares y que los estándares del respeto a la propiedad privada como a la intimidad son los más altos del mundo, pues puede deducirse que lo recaudado por el Estado, se aplica íntegra y escrupulosamente a los rubros de salud pública,seguridad pública, entre otros… exacto, porque no hay corrupción entre los burócratas ni autoridades de ninguna índole.
Puedes dejar tu coche con las ventanas abiertas y la llave integrada al switch por horas en la calle y no te lo roban. Hay innumerables servicios comerciales que se hacen sin la presencia de un dependiente o del propietario mismo del comercio. Están los productos en sus diferentes presentaciones de cantidades, pesajes o medidas y establecidos o calculados los precios para cada cual; por lo que el marchante solo debe depositar la cantidad exacta de lo que lleva, es decir, si lleva cuatro baguettes a dos coronas de precio cada uno, sabe que tiene que depositar en el botecito destinado al dinero un total de 8 coronas danesas y en su caso, si paga con un billete toma estrictamente el cambio que corresponda por supuesto… la gente paga lo que toma, lo que lleva, no se aprovecha de la situación. Hay una cultura del respeto por lo ajeno, por la legalidad, muy acendrada de siglos, que no podría conducir al fracaso en las relaciones interpersonales por ningún motivo.
Y por si fuera poco, en materia de uso de energías limpias, a propósito del tema mexicano, entre el 15 y el 20 porciento de la energía, los daneses la obtienen de la energía eólica, obtenida de grandes campos de generación con turborreactores, lo que constiuiría un ‘contrasentido’ para el presidente mexicano, pues no solo no cree en las energías limpias, sino que hasta le parecen ‘feos’ esos grandes ‘ventiladores’ que él ha observado al pasar por ‘La Rumorosa’; ‘afean’ el paisaje , dice AMLO.
Solo para redondear el ejemplo de Dinamarca, vayamos al experimento menos exitoso del “Estado del Bienestar” en Dinamarca pero, que aun así , sigue siendo un éxito en comparación a nuestros países: Christiania, la famosa ciudad libre.
Un apartado en el centro de Copenhague, donde conviven desde hace décadas una comunidad de personas que no está de acuerdo con la vida como ciudadano del estado danés y que tiene la opción libre de integrarse a esa “reservación” que el Reino de Dinamarca ha dejado libre de la exigencia del pago de impuestos y del imperio de la legalidad vigente.
Desde luego los habitantes de Christiania pueden entrar cuando quieran a esa reservación… pero ya no pueden salir cuando así lo deseen. Al interior hay reglas que noprecisamenrte son justas, tal y como concebimos el concepto: Ellos mismos tienen que proveerse de todos, absolutamente todos los servicios básicos para la vida, como tomas de electricidad, agua, etcétera y desde luego, los régimenes de conviviencia al interior, no resultan ser los más sanos o aptos para la vida en familia, toda vez que aunque se establece la libertad para “todo”, no puede soslayarse la presencia de armas y drogas no solo como la cannabis, que está parcialmente legalizada en Dinamarca, sino de alcaloides y drogas sintéticas también.
Aun así, en Christiania hay cierto aire de libertad para pensar diferente a su interior, aunque no es tan propicia la vida para las familias.
Pero cuál fue la clave de este supuesto éxito del Estado del Bienestar, aparte de la naturaleza incluyente, solidaria y hasta ecuménica de los vikingos, desde siempre: que se han puesto de acuerdo los daneses a partir de que adopataron esta forma de gobierno llamado ‘Estado Benefactor’.
Todos asumieron su rol; todos aceptan la carga de responsabilidades y obligaciones al asumir la ciudadanía; los multimillonarios -que también los hay y en abundancia- aceptan sus cargas fiscales sin protestar y las pagan. No se van del país a buscar ‘paraísos fiscales’.
Los grandes profesionales de la medicina se quedan aceptando el descuento del 40% por pago de impuestos, para engrandecer el sistema de salud pública de Dinamarca.
En nuestros países, en México, nos faltarían no sólo siglos de evolución, sino todo un proceso de armonización y de pacificación que, por cierto, este actual Gobierno de la 4 T no ha entendido cómo implementar siquiera.
Para instalar el Estado del Bienestar primero hay que pacificar el país; armonizarlo, ponernos de acuerdo.
Asímismo, el Presidente y su Gobierno deben entender que no representan a la “Dictadura del Proletariado”, porque las condiciones de nuestro tiempo, son otras muy distintas a las que existían cuando Marx y Engels redactaron sus obras literarias, en pleno siglo 19. Además, no llegaron al poder por la vía de las armas, sino a travéss de instituciones legales y legalizadas, firmes, profesionales como el propio INE y la ley de la cual deriva, así como por la vigilancia de un Tribunal especializado como el TEPJF.
Y trae la idea absurda (radicalmente revolucionaria, según él) de que debe enterrar todo el pasado sacrificando en su “transformación” a la libertad, la justicia y la democracia, provocando de paso la polarización y el encono entre pobres y ricos.
Cabe aclarar que la socialdemocracia es un sistema político ciertamente disruptivo, revolucionario, más no debe materializarse necesariamente en un partido político que hace la revolución.
La socialdemocracia, aunque con amplia y sólida base de masas populares, promueve el capitalismo democrático y progresista sustentado en la famosa idea de Joseph Schumpeter, “la destrucción creativa”, armonizando siempre las relaciones intrasectorial de la sociedad.
Además se sustenta en un capitalismo desarrollado en lo económico, político y social, sobre instituciones liberales, en una economía con y de mercado, respetuosa y promotora de la iniciativa y la propiedad privada, e impulsora del Estado Bienestarista, que tiene su base funcional en la regulación y la rectoría del Estado.
Véase el caso de Dinamarca para ilustrar el ejemplo.
Así que, señor presidente, por favor ya no se confunda. Para ser Dinamarca, hay que empezar el principio: Tiene que coadyuvar a la pacificación del país; ese es, hoy por hoy, su principal reto.
Autor: Héctor Calderón Hallal
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