* Lo que no entiende Andrés Manuel López Obrador, en funciones de presidente constitucional, es que cada día que pasa mete más la pata y su descrédito crece como subió la popularidad de sus promesas en 2018
Gregorio Ortega Molina
Descubro tardíamente que al tío Andrés Manuel -además de disfrutar con ser el primer boquiflojo del país- también le gusta andar de chisme caliente. Suelta bulos sin rubor, atiza pleitos y fomenta el descontento entre mexicanos, para hacer y deshacer a su antojo.
¿Cuántos peces gordos pudo lograr Vicente Fox que sometieran a juicio y les dictaran sentencia? En 22 años con el PRI fuera de Los Pinos, ¿en qué medida contuvieron corrupción e impunidad? Juan Collado está dentro para asegurar que permanezca con la boca cerrada. Rosario Robles es víctima de una de las más bajas pasiones del presidente de México: la venganza. Lozoyita es, quizá, el actor principal de las tandas de Palacio Nacional, nueva sede de El Tívoli o del teatro Principal.
Ante la cada vez más descreída sociedad que gobierna, el presidente de la República se ve impelido a improvisar distractores. Para su fortuna, cuenta con actores y guionistas para elaborar posibles escenarios, copiados de las películas de los hermanos Rodríguez o las tv novelas de Carla Estrada o Ernesto Alonso. Cuna de lobos y la saga de Pedro Infante y Blanca Estela Pavón: Nosotros los pobres, Ustedes los ricos y Pepe El Toro empequeñecen ante el pleito de lavanderas de Alejandro Gertz Manero (como Tony Manero, el de fiebre de sábado por la noche) y Julito Scherer Ibarra.
Los pleitos de lavanderas terminan en un abrazo, o cuando mucho a mentadas y escupitajos, pero no pasan a mayores, mucho menos corre sangre o se cierran las rejas de la cárcel sobre alguno de los contendientes. Es un pleito tan arreglado, como “aseguran” los tuvo El Toluco López.
Pronto, a ambos, les sucederá lo que a Justo Ceja: los millones de dólares, o de euros o bitcoins de su propiedad, les permitirán elegir el paraíso de su retiro y el destino de su olvido. Nadie los recordará, ni siquiera sus beneficiados, quizá alguno de los hijos, pero nunca todos. Lo advirtió a tiempo María Félix, el dinero no es todo, pero cómo ayuda.
Lo que no entiende Andrés Manuel López Obrador, en funciones de presidente constitucional, es que cada día que pasa mete más la pata y su descrédito crece como subió la popularidad de sus promesas en 2018.
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