La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Tercera ley del rastro: a cada acción (a lo buey) corresponde una reacción (del matador)
Sin duda, la participación en redes sociales es un mecanismo del cual, ningún tipo de liderazgo público, puede prescindir, es imposible imaginar a un periodista, intelectual, funcionario, creador, empresario, actor o deportista, que no tenga sus respectivos perfiles.
Por medio de las cuentas, se establece una comunicación directa e inmediata, con todos los sectores sociales, sobre todo, con los que son afines al proyecto que se encabece.
Por ello, llama la atención la falta de profesionalismo de muchas y muchos políticos, que suelen postear mensajes que luego se vuelven contra ellos, situación que ocurre por la falta de sensatez y, por considerar, que la comunicación en las redes es un asunto irrelevante.
El tema es que, a diferencia de los exabruptos verbales, los dichos en las redes quedan registrados, aunque después se borren, por ello, la necesidad de contar con un community manager, que analice las consecuencias, para y bien y para mal, de lo que se piensa decir.
En este sentido, tenemos el caso del diputado Sergio Gutiérrez Luna que, en sendas ocasiones, ha cometido errores garrafales que, en su momento, será aprovechados, todavía más, por sus adversarios. Les ´regaló’ la carambola de tres bandas.
Además, en esta misma semana, vimos como la ligereza de la senadora, Citlalli Hernández, de subirse al ring contra el empresario Ricardo Salinas, le valió un nocaut, por la vía del cloroformo, dijeran los clásicos, que nunca debió ocurrir. Si el magnate usó golpes bajos, pasa a segundo término, simplemente, el que tiene cola de paja…
Las ansias locas por ganar protagonismo, son veneno puro para los aprendices de brujo que, por ignorancia, no aplican la máxima que reza: no hay que perder la magnífica oportunidad de quedarse callado. Por cierto, de Samuel García, mejor ni hablamos.