La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
¿Y será qué además de parecer seres humanos también tengan alma?
En ‘la mañanera’ de ayer jueves, el presidente López Obrador, habló acerca de un video que circula en las redes sociales, en el que aprecia como un grupo de civiles armados corretean, literal, a un pelotón de soldados, hechos ocurridos en Michoacán.
En su afán de justificar la huida de los militares (retirada táctica, le llaman elegantemente), el mandatario soltó uno de sus dichos que quizá lo marque de por vida:
“Cuidamos a los elementos de las fuerzas armadas de la Defensa, de la Guardia Nacional, pero también cuidamos a los integrantes de las bandas, son seres humanos, esta es una política distinta, completamente distinta”.
El aserto, tiene muchas aristas de interpretación, pero en este caso, destacamos una: todo aquel que participa en una banda criminal, tácitamente, opta por una actividad contraria a las leyes, ya sea ser homicida, extorsionador, tratante de personas, narcotraficante, etc.
Así pues, si se les cuida, tienen patente de corsario para continuar con su quehacer, ya que, no se les está ofreciendo una especie de amnistía a cambio de que abandonen sus cotidianas felonías, es decir, se les otorga un salvoconducto para que sigan delinquiendo.
Sí las Fuerzas Armadas responden a una agresión de los malosos, no es porque atenten contra el preciado don de la vida por deporte, sólo actúan en defensa propia, además de ejercer, como está establecido en el Pacto Social, el monopolio de la violencia, ese es el quid de la cuestión.
En términos prácticos, una cosa es respetar los derechos humanos de un criminal, presunto o confeso, y otra abdicar de aplicar la ley ante la superioridad del crimen organizado, es el preámbulo del Estado Fallido.