DE FRENTE Y DE PERFIL
RAMÓN ZURITA SAHAGÚN
Una de las cosas más patéticas de la vida es ver a los políticos enfrentar la justicia, acusados de delitos varios, cometidos en el ejercicio del poder.
Es cierto que la cárcel dobla a los más fuertes, pero no al extremo en que se muestran los políticos cuando son detenidos y heridos en su orgullo.
Los todopoderosos, que, en su actividad política, los más de ellos, se mostraron prepotentes, engreídos, altaneros, soberbios y que poco caso hacía a las necesidades del pueblo y mostraban ante los medios de comunicación su sobrades, su gallardía, su gusto por la buena vida, el buen comer y beber, encontrarse abatidos, vencidos, preocupados ante su futuro.
En sus momentos de gloria desdeñaban a los que le señalaban por sus actos de corrupción y hasta los retaban, declarándose con una trayectoria limpia, transparente, sin mácula de ninguna clase.
Sin embargo, cuando llega el final de sus tiempos de gloria muestran otra cara, distantes de sus días felices.
Es entonces cuando les aquejan todo tipo de males, requieren con urgencia de asesoramiento médico, recuerdan que tienen múltiples tratamientos. Todos resultan ser hipertensos, con problemas gástricos y algunos males cardíacos que requieren de pronta atención y de especialistas en cada una de los temas.
Se presentan achacosos, para ganar la simpatía de la gente que antes desdeñaban y piden misericordia y atenuantes de la ley, ya que ellos siempre se mantendrán con una total inocencia de los delitos que les imputan.
El caso más reciente es el de César Duarte, ex gobernador de Chihuahua, acusado de peculado, corrupción y desvío de recursos por más de 90 millones de pesos.
Son los delitos por los que será juzgado, ya que dentro del convenio de extradición se sentaron esos, aunque se habla de mucho más, ya que la fortuna alcanzada al amparo del poder es escandalosa.
Ver al César Duarte que bajó del avión esposado y recordar al rollizo gobernante de sus años de gloria, muestra un gran contraste, aunque solamente hayan pasado seis años desde que dejó el poder.
Sin embargo, es todavía más terrible verlo posado en una silla de ruedas, para dramatizar su figura y su presencia ante tribunales.
Y es que apenas unas semanas antes se difundió la figura de Jaime Rodríguez “El Bronco”, también detenido por delitos similares y quien desde que fue detenido requirió del auxilio de médicos y tratamientos especiales, por los males que le aquejan.
Entre aquel Bronco desafiante como gobernador y que como candidato presidencial propuso “mochar las manos” a los delincuentes, existe un gran trecho.
Lo “farolero”, presumido, vanidoso y petulante que se presentaba guarda kilómetros de distancia en la diferencia del personaje acusado de delitos electorales y el uso de recursos de procedencia ilícita.
Ambos mandatarios de estados norteños habían sido señalados en diversas ocasiones por serios señalamientos, los que rechazaban una y otra vez. En el caso de Duarte fue acusado de fundar su propio banco con recursos de gobierno, de poseer uno de los más extensos ranchos y poblado con ganado fino, delito que también se le imputó a Jaime Rodríguez.
Pero de aquellos gobernantes soberbios nada queda y ahora se muestran humildes y enfermos, tratando de que mientras se desarrolle el juicio, gocen de algunos privilegios, como es mantenerse en el área de hospital, en lugar de una apretujada y fría celda.
Ya antes lo habían hecho Javier Duarte, Roberto Borge y Andrés Granier, especialmente este último que pasó el mayor tiempo de los cinco años que estuvo detenido dentro del hospital del reclusorio.
Ahora, César Duarte y Jaime Rodríguez seguirán apelando a la presentación de sus males, para recibir el beneficio de no encontrarse en la misma celda de personajes que son acusados de delitos diferentes como son las violaciones y asesinatos.
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Son varios los gobernadores que hoy se encuentran en prisión, la mayor parte de ellos, sin sentencia todavía. Seis gobernadores ya conocen a los que serán sus relevos, después de la votación de ayer, por lo que también pueden iniciar el recuento sobre si ellos serán los siguientes o no. Martín Orozco de Aguascalientes; José Rosas Aispuro, Durango; Omar Fayad, Hidalgo; Alejandro Murat, Oaxaca; Carlos Joaquín González y Francisco Javier García, ya conocen si siguen el ejemplo de los Duarte (César y Javier) y de Roberto Borge, huyendo al extranjero
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