Parte I de II
-Victor Roccas.
“Si somos arrastrados a Cristo, creemos sin querer; se usa entonces la violencia, no la libertad.”
-San Agustín.(354-430) Obispo y filósofo.
El ser humano es violento, y claro que lo es pues la naturaleza lo es también, por ende la naturaleza del hombre es violenta y en ella se desarrolla y desenvuelve, incluso cuando imaginamos que el principio de la razón sea el antídoto en contra de la violencia nos encontramos ante un acto violento emanado no de la razón sino de la voluntad que se impone esgrimiendo la propia razón a otros bajo el manto de la doctrina, el dogma, la educación, el liderazgo.
Aquellos que se auto-nombran pacifistas evaden la realidad argumentando la no violencia desde nichos de corte religioso, sacro, moral, filantrópico y en automático elevándose a un grado de “iluminación” totalmente ajeno a la existencia del hombre común, de su modesta comunidad, del entorno crudo y de rezago social imperante, lo hacen por lo regular desde una posición de autoridad privilegiada que les dispensan otros tan fatuos, arrogantes y obnubilados como ellos mismos pero carentes de esa calidad y cualidad de manipulación que el liderazgo tributario ejerce extinguiendo la libertad de pensamiento, es decir como sugirió San Agustín hace 1600 años, usando la violencia.
Tales personajes han desfilado en multitudes durante la historia de la humanidad pero todos ellos terminan imponiendo un argumento que resguardado bajo el “buenismo” paraliza la razón, el sano escepticismo y la consciencia de la realidad, todo bajo la falaz de la esperanza y la fe.
Por ello en lo personal la idealización del “pacifismo” como solución a la violencia siempre me ha parecido una estupidez, la solución seguramente tendrá que ver más con la consciencia, la razón y juicio claro, pero sin ataduras de tipo dogmático ni mucho menos con filosofías de aparador o teologales totalmente concertadas por seres aparentemente incorruptibles.
Pues no se trata de “poner la otra mejilla” como la moral dicta y las normas imponen ante toda agresión, lo cual si se piensa detenidamente resulta en otro impedimento más para disminuir al mínimo nuestra razón y consciencia derivándola a la voluntad de otros, tanto menos virtuosos que uno mismo, para controlarnos completamente bajo la toga de la autoridad infalible.
Es cierto, no lo niego, soy el primer defensor de la constitución y la declaratoria universal de los derechos humanos, las leyes se han generado en el ánimo de establecer concordia, equidad, justicia, seguridad y bienaventuranza a quienes las cumplen ¿Pero qué sucede cuando esas leyes no se aplican de manera correcta, de forma honesta y sobre todo cuando esas leyes se utilizan para quebrantar cualquier sentido de garantía ciudadana y derechos humanos que de inicio han sido su razón de existir?
Para el tarado ególatra que gobierna este país parece la importancia de la violencia se ciñe a su concepción casi monástica de la no violencia, se imagina tal vez como un Gandhi o un Mandela, y que al igual que ambos mantiene un pacifismo light, un pacifismo de retablo que le rodea de los reflectores y de las miradas conservadoras en el mundo exterior que les aplaudieron el no trastocar el sistema colonialista, opiniones occidentales que les dispensaron honores y premios al purgar la presión imperialista sobre muchedumbres rabiosas que no soportaban más, en India de poco hubiera servido el movimiento pacifista de Gandhi de no ser acompañado y antecedido por levantamientos muy violentos de otros personajes convenientemente olvidados por la historia occidental como el de los cipayos o Baghat Sing, señalado de terrorista, o la reina Lakshmibai quien unió a hindúes y musulmanes en un ejercito contra la opresión británica, existieron muchos otros individuos que se levantaron en armas, con violencia ante el imperio británico pero la figura de Gandhi es la que se rescata no por su importancia en el levantamiento sino por su estigma de docilidad y sumisión que disuelven la voluntad y la razón ante el poder. Algo similar ocurrió con Mandela o con Martín Luther King en sus tiempos, sin embargo pocos recuerdan o les dejan recordar a Chris Hani en Sudáfrica o a Malcolm X en USA.
Muchos más ejemplos de los cambios sociales importantes de la historia fueron forjados por la violencia aplazada por una supuesta paz social que solo potencializó la violencia consecuente ¿Recuerdan la consecución de la Primera Guerra Mundial hacia la Segunda Guerra Mundial, más violenta que la primera?
La tolerancia mal encauzada, la paciencia mal entendida, la paz forzada a toda costa puede tener efectos tan desastrosos como la violencia en si misma, eso es lo que debemos aprender de la historia y no solo el discursito imbécil y barato de “La violencia genera más violencia”. No… La paz forzada también genera violencia y esa paz forzada se inflama con otras tantas cosas negativas como rencor, ira, disgusto, incomodidad, represión, odio, injusticia, desasosiego, inconformidad, desapego, intolerancia, prejuicios, desaliento, desilusión, etc.
Debemos entender el verdadero papel de la violencia en la historia antes de pretender esconderla en el arcón del olvido como un odioso, inservible, fugaz, inesperado e injustificado acto de barbarie, enfermedad y locura de la mente humana.
El creer que la violencia solo dará paso a un “tirano” o “tiranía” es tan probable como el decir que con la no violencia el pueblo por su “voluntad” y “democráticamente” impondrá mas tarde que temprano un gobierno bueno, las probabilidades son las mismas como ha quedado evidencia en la historia de la humanidad.
La ventaja de una violencia estratégica y concertada, de un acto de Violencia revolucionaria es la seguridad de que un conglomerado esta realmente tomando la decisión y la iniciativa para enfrentar al mal gobierno… léase, Georges Danton, Maximilian Robespierre, Olimpia De Gouges, Samuel Adams, John Hancock, Emiliano Zapata, Francisco Villa, José María Morelos y Pavón, Ignacio Allende, Juan Aldama, Josefa Ortíz de Dominguez, José Mujica, José Martí, incluso Ernesto Che Guevara y Fidel Castro con todo lo estigmatizados y vilipendiados por la propaganda Yanqui y ultraderecha Cubana, quienes perdieron todos sus criminales privilegios ante el levantamiento del descarnado pueblo cubano bajo el azote de Batista.
En México, diariamente padecemos todo tipo de violencia: Violencia domestica; originada en las carencias de oportunidades dignas, salarios pauperrimos y precariedad laboral. Violencia verbal; derivada de la frustración diaria por vivir en un entorno donde la brecha social y los crímenes son cada día más. Violencia socio-económica; fruto de la corrupción a los mas altos niveles, la indolencia de gobiernos e impunidad. Violencia directa; que sufrimos quienes somos víctimas de la delincuencia organizada, Violencia estructural; debida en mucho al hambre, a la ignorancia, a la desigualdad pero sobre todo causada por un gobierno o pasivo o coludido con el narco, Violencia cultural; a razón del consumismo, mercantilismo, migración, frivolidad, aculturación o docilidad, mansedumbre, fatalismo inculcados por una iglesia férreamente arraigada hasta el tuétano de los mexicanos, el complejo generalizado del conquistado y (con todo respeto para los españoles) el complejo de descendiente de europeo, ibérico que muchos enarbolan con singular orgullo y entusiasmo haciendo énfasis en esa supuesta superioridad racial, vía inmediata hacia la discriminación racial.
Violencia juvenil; derivada de las carencias en la educación y el aprendizaje, en la falta de oportunidades reales de desarrollo legítimo, la Violencia cotidiana; que sufrimos a diario por la mal llamada mordida, corrupción, influyentismo, burocratísmo, etc. Violencia silente: toda aquella que se ejerce aprovechando la ignorancia o inconsciencia de la víctima como la pederastia, el matrimonio con menores de edad, incluso la imposición de una religión o credo.
La violencia nos inunda, nos han arrastrado a ella, participamos cada día más de ella, y surge en un servidor una primera reflexión;
¿Es la violencia sólo un acto reactivo, un acto que causa un daño evidente e inmediato o existe algo más? La violencia como tal, es un acto de fuerza o poder que se compone de dos partes, es decir de una parte que la ejerce y de otra que la recibe, depredador y presa, victimario y víctima, agresor y agredido, golpeador y golpeado, estafador y estafado, asesino y asesinado, luego entonces la violencia, al igual que otros actos humanos como el amor y la comunicación, la violencia es un acto de interacción.
Por lo tanto para que la violencia sea ejercida será necesario la participación de un sujeto quien en su caso deberá recibir la acción violenta, con previa anuencia ó sin ella desde luego, incluso al ser inconsciente de tal acto violento, pero que finalmente le recibirá ó sufrirá.
Es aquí donde un hecho violento puede adquirir cierto carácter de complicidad, si la víctima acepta ó no ser parte del acto de un victimario pasa a ser secundario en esta disertación muy personal, el acto violento necesariamente necesita de 2 partes, aún así sea un pie fracturado y un muro.
Y aquí es en donde mi pensar se inclina hacia mi segunda reflexión dialéctica;
¿Son quienes toleran actos violentos aún a sabiendas de lo que estos actos implican y en conciencia total de que son hechos eminentemente violentos, simplemente víctimas o pasan a ser cómplices de esa violencia? Es decir una especie de masoquistas justificados…
¿O son quienes toleran actos violentos aun a sabiendas de lo que estos actos implican y en conciencia total de que son hechos eminentemente degradantes tan violentos como quiénes ejercen esa violencia en nuestra contra? En resumen violentos receptivos.
Y concluyo: ”
“SOMOS TAN O MÁS VIOLENTOS AL TOLERAR O NEGAR LA VIOLENCIA AÚN RECONOCIÉNDOLA, COMO QUIEN O QUIENES NOS VIOLENTAN.
AL CONSENTIR VIVIR EN LA VIOLENCIA SOMOS IGUALMENTE VIOLENTOS Y POR LO TANTO COMPLICES DE ESA VIOLENCIA PUES PARTICIPAMOS DE ELLA.”
Continuará:
-V.Roccas.