Joel Hernández Santiago
Lo que ocurrió durante semanas recientes en Nuevo León, México, es un ejemplo de lo que se avecina para todo el país. La carencia de agua se convierte ya en una alarma mundial, pero sobre todo en una crisis nacional que lejos de solucionarse parece empeorar cada día.
Vimos por estos días cómo la falta de agua estremeció a Nuevo León, sobre todo a Monterrey. La gente en principio toleró unos cuantos días ante la promesa de que pronto se arreglaría; luego comenzó a exigir que se normalizara el abasto del líquido.
El gobierno no supo responder inmediato a las exigencias que ya eran estruendo. De pronto el gobernador Samuel García actúo a la manera de Vicente Fox con aquello de “¿Y yo por qué?”…
Esto porque en uno de sus múltiples mensajes por redes sociales dijo que él no es responsable del abastecimiento del agua, que sí lo es la Comisión Nacional del Agua y, por tanto, casi casi les dijo a los neoloneses: “Háganle como quieran”, sin asumir la responsabilidad de ser el obligado gestor del bienestar de los ciudadanos de su entidad.
Luego comenzaron las confrontaciones. Fuimos testigos a través de los medios de comunicación de cómo, ante el surgimiento de un posible foco de abasto callejero, gente se enfrentaba de forma violenta hasta los golpes para obtener el líquido. Algunos decidieron llevar lo necesario para tomar ahí mismo un baño pues hacía muchos días que no lo podían hacer en sus casas.
Luego de semanas, al final el gobernador digital anunció el suministro: “…Al día de hoy –dijo el 24 de junio, el mero día de San Juan–, las fuentes de suministro en el estado logran abastecer a la ciudad con más de 13 mil 200 litros por segundo, aunque la meta es llegar a 16 mil litros por segundo. La gran noticia es el haber subido de 11 mil a 13 mil litros por segundo”.
Como quiera, lo que ocurrió ahí por estos días es una muestra de la crisis que ya existe y que podría convertirse en una catástrofe nacional, por agua.
Hay muchas razones por las que el agua no llega de forma constante a los usuarios que la necesitan:
Una de estas razones es la muy mala gestión de gobierno en la administración del líquido; la falta de estrategias para controlar y abastecer de forma racional y justa el agua. La ausencia de inversión en infraestructura nueva. La falta de mantenimiento a mucha de la ya existente. La incapacidad de muchos de quienes están encargados de obtener y suministrarla. Falta de planeación urbana…
… La voracidad de otros por hacerse del agua para lucrar con ella frente a una necesidad cada día más apremiante: el guachicol de agua ya existe y, por otro lado, la falta de potabilización del agua de consumo humano hace que se privatice su suministro a altísimos costos, pues el agua embotellada tiene un precio que muchos no pueden pagar en el país y que se convierte en una necesidad pues el agua de la llave es imposible de tomar.
Junto con esta irresponsabilidad e inacción gubernamental, está también que cada día hay menos agua en el mundo. Y México tiene problemas de captación del líquido cada día más graves.
Es frecuente ver cómo de forma cíclica hay sequías en el norte del país. No sólo falta agua para abastecimiento humano, también para la producción agrícola, ganadera e incluso industrial. Y mientras unos favorecidos la obtienen con toda facilidad mediante acuerdos de suministro y aprovechamiento bajo contrato o subrepticio –en complicidad con autoridades-, muchos otros no la reciben porque las presas de almacenamiento están bajando a límites insospechados.
La falta de lluvias y de almacenamiento tiene que ver con el cambio climático. Largas sequías por un lado y por otro el desperdicio del agua de forma desproporcionada, a pesar de que se ha dicho que México es un país con una mayor biodiversidad de recursos…
Sin embargo, según Conagua, en México, el 42.11 por ciento de los acuíferos ya no tiene disponibilidad de agua y está sobreexplotado. Y de ahí, el 64 por ciento del total de acuíferos con disponibilidad, sólo tiene entre 0.1 y 10hm3. Además, la mayoría de las entidades del norte del país presentan un estrés hídrico en tanto que tres de los estados del sureste tienen abasto suficiente.
La Ciudad de México cuenta con menos disponibilidad de agua en el país, con un déficit de -507.23 hectómetros cúbicos, con datos de Conagua actualizados en 2020. (Un hectómetro cúbico es una unidad de medida que equivale a un millón de metros cúbicos de agua.)
En la República hay 653 acuíferos, que son formaciones geológicas que almacenan y permiten el paso de aguas del subsuelo; estas aguas pueden ser extraídas para después ser utilizadas por los seres humanos; pero en 2020 del total había 275 que ya no tienen agua, según datos de Conagua.
Políticas públicas ineficaces e insuficientes. Distribución inequitativa. Corrupción en el suministro. Falta de lluvias. Falta de canales de almacenamiento y distribución cuando las hay. Nula planeación para paliar estragos cíclicos. Cambio climático. Falta de una cultura de cuidado del agua. Y mucho más.
Todo esto que ya es una crisis mundial y, sobre todo nacional, puede agravarse en los meses y años que siguen si no se toman medidas urgentes de gobierno y sociedad para evitar una catástrofe que ya se asoma, pero que todavía puede evitarse.
¿Quién se hará cargo de todo esto? ¿O por ser un problema viejo no corresponde al gobierno actual solucionarlo? ¿Se presagian guerras por agua? Veremos.