Joel Hernández Santiago
La oposición política tiene un papel importantísimo en todo sistema democrático. Aun cuando ese sistema esté en cierne o bien con una democracia aun no consolidada, como es el caso de México.
La oposición en ese sistema democrático es factor de equilibrio y la expresión de las distintas voluntades y puntos de vista tanto ideológicos como de políticas públicas que existen en un país. ‘Su importancia radica en que son el factor de control y limitación de los gobiernos en turno y la alternativa a la formación de nuevos gobiernos.’
Esa diversidad de opiniones es natural y sana en toda sociedad y debe respetarse. Así, esa multiplicidad buscará el poder-gobierno en base al triunfo electoral de las mayorías; sin que para ello existan inducciones, corrupción, compra de votos o de voluntades políticas… y más. Lo que impide precisamente la consolidación del sistema democrático.
Así que ese factor de equilibrio genera opciones para los electores de un país, los que votarán por este o aquel partido y sus candidatos que representen sus intereses vitales, de convivencia social y política, de desarrollo individual y colectivo, la defensa de su soberanía individual y nacional y su preservación como sociedad y cultura. Desde una perspectiva distinta a la del gobierno en turno.
Esto es así, digamos, en una aspiración democrática. Por ello todo gobernante debe gobernar para todos los ciudadanos, incluso aquellos que no votaron por éste o que disienten de sus decisiones de gobierno. Esa es la grandeza de la democracia.
Pero resulta que lo que tenemos en México hoy, y a la que se denomina oposición política, está muy lejos de entrar en la órbita de ser ese factor de equilibrio tanto como partidos políticos como sus representantes en las instituciones de la democracia; gobiernos locales, municipios, cámaras de diputados, Senado…
Ese factor de equilibrio político es cada vez más débil y frágil en sus estructuras internas. El hecho mismo de que su presencia haya disminuido de forma extrema, significa que esa oposición no se ha entendido como oposición y como propuesta que busque obtener el poder en base a sus calidades y capacidades de gobierno y sus candidatos. No.
No tienen propuestas novedosas, distintivas, particulares y que los definan como entidad distinta de gobierno. El discurso de todos es el mismo. Con frecuencia sus candidatos representan más el interés político de sus dirigentes que el interés nacional. Candidatos ajenos al interés colectivo que son impuestos mediante mecanismos internos de decisión sin tomar en cuenta la voluntad social.
Aunado a esto existe el que la vida interna de estos partidos políticos está en vilo. Cada día nos enteramos de las luchas de poder en su interior. Las pugnas por el poder político y de dirigencia y la confrontación de unos con otros para hacer predominar el interés de cada cual.
Ahí está el caso del PRI, que hoy mismo vive en práctico desaliento. El famoso “Alito” –Alejandro Moreno Cárdenas- su dirigente nacional que fracasó uno a uno en los procesos electorales recientes; que llegó ahí por extraña razón, acaso por imposición de intereses externos como se decía a su llegada y, por lo mismo, “comprometido con esa imposición”.
Los ex presidentes del mismo partido, a la vista de la catástrofe sufrida en las elecciones de 2021 y 2022 llamaron a comparecer al dirigente nacional. Acudió y ahí se le pidió su renuncia para llevar a alguien que recupere algo de lo perdido, aunque esto será una tarea de titanes pues su situación es en extremo grave.
Pues no, no y no. No se quiere ir y dice que terminará su gestión hasta el 19 de agosto de 2023. O que si quieren pedirle su renuncia ésta deberá ser sometida al Consejo Nacional –del que tiene el control por ahora-. Así que ahí está la gravedad de una oposición débil y sin propuestas con vista a la enorme elección del 2024.
El PAN anda por lo mismo. La derecha panista también está en vilo. Es cuento de nunca acabar. Muchos dentro del panismo critican la gestión de Marko Cortés como su dirigente. Los fracasos electorales recientes lo tienen en la mira y hay inconformidad interna aunque intentan soterrarla y seguir adelante en su discurso contestatario, pero sin propuestas de gobierno o de nación.
El PRD ya ni se diga. En la absoluta lona y nadamás un milagro podrá salvarlo de la desaparición. Sólo se entiende ahora con base en alianzas o coaliciones. No tiene vida propia y será muy difícil que se recupere. Movimiento Ciudadano se fortalece pero aún no tiene piernas de jinete para ganar las elecciones presidenciales de 2024, acaso sí, posiciones regionales y más legisladores.
Morena lleva las de ganar al momento. Su problema ahora con rumbo a 2024 es su lucha interna por llevar al candidato o candidata que les represente dentro de dos años. Pero ya desde hoy se percibe esa ola de confrontaciones entre cada una de las corrientes en favor de tal o cual candidato. Lo mismo que pasó en el PRD hace años y por lo que hoy es prácticamente un ánima en pena.
¿Hay oposición en México?… La única que se pudo percibir en las elecciones pasadas fue la abstención. Y si, también esa es una forma de oposición. Y podría ser el signo de las elecciones presidenciales.